Una carretera estratégica


  Preferencia de paso para carros de combate

     La carretera de circunvalación es una carretera estratégica, esto quiere decir que se adapta a la orografía del terreno, de hecho se construyó sin puentes y respetando los badenes de los arroyos, lo que la convertía en inundable. También se la llama carretera perimetral.

      En un tiempo, un consejero de Fomento, cuando se inauguró el tramo de carretera del polvorín de Horcas, llegó a decir que gracias a esa obra: «los camiones de gran tonelaje podrían ir desde el puerto hasta la frontera sin necesidad de atravesar el centro de la ciudad». Era una frase hueca, una fantasmada, porque el acceso a la carretera por encima de la plante incineradora es casi inaccesible a los camiones de gran tonelaje. Además, las rampas de la zona del barranco del Nano son impracticables para camiones y exigirían la construcción de rampas de frenado.

       El problema ahora es que la carretera perimetral, de circunvalación o ML 101, es inaccesible entre martes y jueves debido a la ocupación de la misma por los coches del comercio atípico o contrabando. Ya hemos calculado que desde el domingo por la tarde, se empiezan a asentar en la misma una media de 200 vehículos por kilómetro, y llegan a ocupar más de dos kilómetros de su trazado.

       Por si fueran pocas estas dificultades, es una vía estratégica, adaptada a las necesidades de la Defensa Nacional, y por parte de su recorrido es normal encontrarse con vehículos militares Humvee multi-propósito, en sus patrullas tácticas, o incluso con carros de combate, como el que obligó a detener el tráfico atípico para permitir su paso por la vaguada del arroyo de Farhana.

       Puesto a pedir, no puede haber mayor  emoción en un campo de golf que la que ofrece el de Melilla, junto a ejercicios tácticos, saltos a la valla, o aterrizaje de aviones.

        Nota:https://elalminardemelilla.com/2015/04/07/una-carretera-en-las-nubes/

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Cambio de rasante peligroso


    No todo puede ser política o misterios insondables, aunque reconozco que los mutuos descubrimientos de «las galerías y cuevas de Melilla» han resultado emocionantes. Sin embargo, lo cotidiano, las pequeñas dificultades con las que nos enfrentamos a diario, son las que marcan y condicionan nuestras vidas. Esos pequeños problemas sin resolver durante años, son lo que nos exasperan y los que definen una buena gestión o no.

    La carretera de circunvalación o perimetral fue todo un lío, porque antes de 1994 allí no existía nada, por no haber no existía ni siquiera frontera. En la etapa final del gobierno de Felipe González (1994), se construyó la que entonces se denominó como carretera perimetral. En 1995 se llevó a cabo la impermeablización fronteriza, que consumió un presupuesto de 2000 millones de pesetas en Melilla y 3200 millones en Ceuta. Todo fue costeado con cargo a los fondos FEDER (fondos europeos de desarrollo).

   La carretera no contaba con puentes y tenía una enormes y peligrosos badenes que la asemejaban a una montaña rusa. Manuel Céspedes era entonces el Delegado del Gobierno en Melilla y justificó la ausencia de puentes diciendo que: «No podía haberlos, porque al tratarse de una carretera perimetral, debían respetarse los accidentes del terreno». Al final acabaron construyéndose los puentes, aunque ya no recuerdo si en la etapa de José Mª Aznar o en la próxima a extinguirse de Rodríguez Zapatero. Quiza algún colaborador nos saque de la duda.  

         Quien conduce por la carretera de circunvalación lo sabe. Todos los puentes y las eliminaciones de badenes resultaron un acierto, porque aparte de eliminar el peligro, evitaron los cortes de circulación  que se producían en las épocas de lluvia, al quedar inundada la parte baja de los badenes. Sin embargo, éste que está junto al CETI y en el acceso a la carretera de Farhana es un peligro, porque está mal construido y el coche se hinca de morros al acometer el cambio de rasante, que es demasiado abrupto. Si uno no lo tiene en cuenta  o no lo conoce, se puede dejar en ese punto al amortiguación o las gomas.

       No hay ninguna señal que advierta del peligro de un badén peligroso. No parece que haya un plan previsto para arreglar ese desnivel. No aprece que nadie se haya dado cuenta. No sé si a alguien le importa.