Colapso en las fronteras


                   Melilla tiene fronteras y límites. Nos quedamos sin comunicaciones aéreas con Granada y Almería. Las fronteras de la ciudad están colapsadas por la actividad del «comercio atípico». La situación del ciudadano melillenses es la de estar encerrado en una jaula. Hoy no se podía acceder a la carretera de circunvalación en su trama de Farhana a Mariguari. Normalmente hay un carril reservado a los vehículos que transportan mercancías a Marruecos. No hay nada señalizado, ni  en condiciones ni sin ellas. Esta mañana la fila era triple y el bloqueo total. El llamado transporte público o COA, no podía pasar de este punto.

                      No hay un tránsito aceptable ni siquiera por motivos de ocio. Es imposible salir de la ciudad con normalidad. Estamos cada vez más aislados de nuestro entorno. Si nadie da cuenta de esto, no existe.

                       También hay que mencionar la desesperación que supone esta situación para quien este tipo de comercio es su medio de vida, y la tensión para los funcionarios de la Seguridad del Estado, que deben poner orden en semejante caos.

Frontera, del colapso al coladero.



«En Melilla se entra, pero no se sale». Manuel Céspedes

Hay frases que no merecen perderse y ésta, del que fuera Delegado del Gobierno socialista entre 1986 y 1996, es una de ellas. Por aquél entonces, le reclamábamos al entonces delegado gubernativo, que dejara salir de Melilla a dos ciudadanos búlgaros que habían quedado atrapados en nuestro perímetro. Tanto le insistimos a Manuel Céspedes Céspedes, que en apenas un mes, que a nosotros nos pareció una eternidad, firmó una orden de expulsión y repatriación a Bulgaría; único modo de salir de la ciudad en aquella época. Manuel Céspedes nos dio la orden de expulsión en mano, no era un hombre que soliera esconderse de sus acciones, y nos dijo: «la próxima vez decidle a vuestros amigos que: en Melilla se entra pero no se sale». En su momento, la frase nos pareció propia de un cinismo administrativo casi intolerable, sin embargo hoy, con la perspectiva, me parece una de las frases más acertadas que se hayan dicho nunca, acerca del problema fronterizo de la ciudad. Se atraviese la frontera en el sentido que se atraviese, nuestra frontera es un cáos o un coladero. Entonces pensábamos que estábamos ante los mayores problemas fronterizos de la historia.
El más que evidente colapso en la frontera, está reventando las posibilidades de Melilla con su entorno, y está creando alteraciones dentro de la propia ciudad. Esta mañana, intentar salir del polígono industrial, por la carretera de Huerta de Cabo, era un ejercicio imposible, salvo que se incumpliese todas las normas posibles de circulación. Da miedo pensar que esta es la zona en la que se han planteado instalar «Centro Comerciales». Con esta situación fronteriza, cualquier posibilidad de la zona es solo una especulación onírica.
No hablo del «comercio atípico», sino simplemente del intercambio comercial y humano normal, del que disfrutábamos en el pasado tanto melillenses, como marroquíes. Hoy todo eso es historia, solo los más aguerridos se atreven a soportar las interminables e inhumanas colas de la frontera. Que se puede atravesar a partir de las ocho de la tarde es algo que ni es útil, ni sirve a nadie.
El atasco tiene su extremo a casi un kilómetro de la frontera de Beni Enzar, y la fila de coches es doble.