El barro lanzado hasta La Corona


La política de la crispación

  En forma de bolas, en capazos, o en otros diversos proyectiles, lo más fácil de modelar es el barro, el tan aireado fango, ha alcanzado a la Jefatura del Estado y a la Presidencia del Gobierno.  Lo de menos es que te alcancen con pelotas de barro, porque el barro se limpia  con agua y se seca al aire. Lo grave son las intenciones, la ira y la indignación organizada que hay detrás.

   Lo trascendente es que algunos (no señalamos a nadie) están tapando sus errores y sus inacciones, lanzando proyectiles de barro en todas direcciones, con la nada sana intención de que pueda alcanzar a alguien, y una vez todo embarrado, sacar algún beneficio, que no lo hay, en la gran catástrofe de Valencia.

  No ha pasado ni una semana desde la devastadora Dana, todavía no se conoce el número total de víctimas y de desaparecidos, las alertas por lluvias torrenciales continúan, y no se ha alcanzado un consenso mínimo sobre dejar al margen de la lucha política,  la presente y vigente devastación.

  La estrategia del incendio

    Santiago Carrillo, político imprescindible en la Transición española (denostada por Podemos como el régimen de 1979, origen de La Casta), señaló  la estrategia de la crispación política en España, ya en el año 2008. Sin el Partido Comunista, hoy ya casi inexistente, no se hubiese avalado la Democracia en España, pero para ello renunció al fósil del marxismo-leninismo, aceptando la bandera bicolor y la Monarquía, en beneficio de un bien común, la causa democrática y el consenso.  Al renunciar formalmente al comunismo, los últimos comunistas demostraron ser inteligente, según el axioma de Solzthenitsyn, y por ello respetados. Hoy todo esa actitud sería imposible y vuelven a enarbolarse viejas banderas y obsoletas ideologías, desde el comunismo inexistente hasta el irrecuperable falangismo, que era la versión española del fascismo italiano, según relata Stanley G. Payne, en su último trabajo. El parlamentarismo español necesita albergar formas parecidas a lo mejor de lo que fuera Izquierda Unida, en la etapa de Gaspar Llamazares.

   Pese a las constantes alusiones al guerracivilismo, Santiago Carrillo insistía en que nada tenía aquella situación con la actual, y que los políticos contemporáneos no eran los de entonces, aunque muchos de los posicionamientos y actitudes, le empezaban a recordar aquellos viejos modos políticos.

  Hay partidos políticos crispantes (VOX), medios de comunicación crispados de modo permanente, y agentes mediáticos de la crispación desde hace tanto años, que la sociedad, la gente común,  está crispada. Hay incluso un ex presidente de gobierno, ya citado por Carrillo,  que es un agente crispado y crispante por sí mismo, Jose María Aznar. Al lado de otros nombres ilustres de la crispación ya evaporados, como Albert Rivera, Pablo Casado y Pablo Iglesias , el diputado Gabriel Rufián solo es un pescador en estas aguas turbias.

El asalto a la Autoridades del Estado

Paiporta es la localidad de la Comunidad Valenciana más afectada por la devastadora Dana que ha asolado Valencia. con casi un centenar de víctimas mortales.. Sin embargo, desde el pasado domingo 3 de noviembre, es ya también el escenario del mayor acoso sufrido por las más altas Instutuciones del Estado. Pedro Sánchez tuve que ser desalojado del lugar, que no huido como afirman los mendaces, por motivos de seguridad tras sufrir una agresión directa. Los Reyes sufrieron el impacto de proyectiles de barro, y algunos de sus escoltas sufrieron heridas visibles. El perímetro de seguridad fue parcialmente vulnerado, situándose indivíduos embozados junto a doña Letizia, o integrantes de grupos ultras afines a VOX, en contacto directo con el Jefe del Estado Felipe VI. La situación fue muy grave, se mire por donde se mire. Fue una emboscada perfecta, en la que individuos violentos, previamente soliviantados en las redes sociales, pudieron provocar una situación altamente incendiaria. Los radicales y violentos se camuflaron entre los vecinos de Paiporta.

Desde El Alminar de Melilla condenamos sin ningún tipo de paliativos y con total contundencia, la agresión, que no intento, sufrida por el Felipe VI y doña Letizia; y por el presidente del Gobierno Pedro Sánchez. Todo esto tiene inductores y cómplices. Lo peor, es que ha retirado por unas horas, el foco de atención sobre las víctimas mortales de las inundaciones de Valencia, y de las localizades duramente devastadas por la Dana. No todo está permitido en la lucha política. Aquí lo único que sigue importando es la localización de las víctimas y desaparecidos, e iniciar la reconstrucción de los devastado. Nuestra solidaridad con las víctimas y afectados es permanente. La desolación y angustia de los valencianos afectados por el desastre, es totalmente comprensible, incluso su enfado y desesperación.

La Lista de Alvise


    Es la sensación del inminente verano de 2024, igual que hace 10 años lo fuera la lista de Pablo Iglesias, solo que según la ideología de cada observador,  santificará una lista y demonizará a la otra; pero el fenómeno es el mismo. Iglesias en 2014 buscaba hacer colapsar el régimen de 1978, o lo que es lo mismo, el sistema constitucional español. Alvise, o su lista de Se Acabó la Fiesta, no es ni siquiera un partido, ni que se sepa, tiene intención de construir alguno, como sí tuvo que hacer Pablo Iglesias. El problema es que fracasaron en esa transición de lista electoral a partido político. No pudieron dominar las mismas fuerzas que pusieron en marcha, y que también les impulsó.  Esto no es equidistancia,  sino puro análisis político. También hay que decir que las similitudes acaban aquí, pues todo lo demás es antagonismo. En cuanto a Alvise, no conocemos qué pretende hacer colapsar, salvo a él mismo. Los votantes son exigentes. No perdonan los engaños.

En cuanto a Luis Pérez Fernández, conocido como Alvise, es realmente un agitador político, un radical procedente de la lista pseudosocialista de UPyD de Rosa Díez, que ha derivado en un antisocialismo visceral, como el de la exdiputada del PSOE, y fundadora de Unión Progreso y Democracia. Su última afinidad política estuvo dentro del también extinto partido de Ciudadanos. No podemos encuadrarlo en otro lugar, en el que él mismo no se haya definido.

Deconstruyendo la lista de Luis Alvise

Es claramente una lista personal, totalmente opaca en redes sociales o en información individual, construida con la única seguridad de que el primero de la lista, o sea Alvise, era el único con posibilidades de alcanzar el acta de diputado europeo. La promesa a los integrantes fue probablemente la invisibilidad. Por eso no hay dato alguno de los candidatos 2º y 3º, tanto de Diego Solier como de Nora Junco, con porobable relación familiar con el nº 42 (Gonzalo Junco). Las candidatas 10 y 50 son hermanas, María y Paula España. Esto muestra lo difícil que resulta conformar una candidatura, tanto para los pequeños partidos, como para las listas de ciudadanos. Los grandes partidos modificaron la ley electoral para evitar la pérdida o fuga de votos, tanto a derecha como a izquierda. Casi el único lugar en el que se puede hacer esto son las convocatorias europeas, en donde no impera el mandato del 5% para entrar en el recuento. La paridad electoral (bienvenida) y la obligación de intercalar hombres y mujeres, añaden dificultad en la confección de listas, por la visibilidad que ello implica.

Para una agrupación de electores (Podemos no concurrió como partido en 2014 y obtuvo 1,2 millones de votos) hay que cumplir antes con algunos requisitos, como la obtención de 15.000 firmas o avales debidamente firmados y validados ante la Junta Electoral Central (JUC). Casi todos los integrantes de la lista de SALF, o de la ardilla, proceden de Sevilla, Madrid, Valencia y Baleares. El logo es una ardilla con una máscara de la serie sensación española: La Casa de Papel. Los símbolos son polidireccionales. Todo el mundo puede considerarse antisistema, anarquista, anticapitalista o revolucionario. En el presente caso, la edad media de la lista se sitúa sobre los 40 años, hay algunos estudiantes, pero sobre todo profesionales y directivos de clase media alta, profesores, asesores de finanzas, inversores, asesores ejecutivos, directivos financieros.

Son, si que suponga calificativo alguno, pura burguesía, e incluso de la nobleza, como Sartorius. La burguesía, de la que dijo Karl Marx que era la clase más revolucionaria del mundo, poque se adaptaba a cualquier cambio o transformación social. No son pues una lista para defender los derechos sociales, ni a los más desfavorecidos, ni para reformar un sistema «supuesta» o claramente corrupto. No son, ni pretender serlo, una alternativa a nada. Distorsionan y mucho, pero con una intención y fines totalmente opacos, como su lista, integrada por amigos, conocidos, compañeros de estudios, pero todos totalmente desconocidos, y a los que esta enorme exposición, no debe venirles nada bien. Todo el mundo está buscando perfiles e hilos de los que tirar. Salvo el periodista Vito Quiles, en el número 57, que ejerce periodismo de tendencia o tendencioso, nadie más resulta conocido.

El futuro de Se Acabó la Fiesta

Alvise se sirve así mismo, en su ansia de escándalos y notoriedad. Prosigue con su persecución a la ya diputada Europea Irene Montero, pero habrá que poner límite a estas actividades difamatorias y de acoso. Ya han ido a buscarla en su residencia en Bruselas. Tenemos unos partidos sistémicos que persiguen su propia supervivencia, y que colaboran gustoson en la estrategia de tensión y crispación, que acrecientan cada día. No solo la oposición, de la derecha radicalizada a la más radical, sino también en el campo del gobierno de coalición,hay quienes se comportan como hooligans gubernamentales. El deterioro es enorme, y la indefensión del «ciudadano manso», como dijera Javier Marías, es total. Ya no hay ni siquiera ejemplos que seguir, salvo raras excepciones. El Parlamento español es un vulgar fondo sur de un estadio de fútbol.

Alvise es un populista, entre muchas otras facetas, pues cuando dice que renunciarán a los sueldos de europarlamentarios, lo que no cuentan es que probablemente el nivel retributivo de cualquiera de ellos, es superior al salario de parlamentario europeo. Esto tampoco es malo, ni reprochable, pero el hacer un uso populista sí. ¿Por qué renunció Donald Trump a su salario presidencial de los EEUU? Dudamos incluso que los números dos y tres de la lista de la ardilla recojan sus actas, aparte de Alvise. Si lo hace alguien más será sobre el entorno del número 10.

Parecía la jugada perfecta, pues al no existir programa electoral, no hay promesas que cumplir, salvo excentricidades. En el Parlamento Europeo solo se obtiene visibilidad, y eso sí lo han logrado. Pero igual que la luz beneficia, el exceso puede quemar i incluso cegar. La sensación es que al menos el 80% de esa lista no deseaba ese nivel de exposición, porque le prometieron justo lo contrario.

Lo que pensamos es que esos tres parlamentarios de SALF son un regalo envenenado. Hay que hacer propuestas excentricas y altisionantes que no conducirán a camino alguno. La crispación y la tensión beneficia a alguien que no está a la vista. Lo primero es sembrar dudas sobre el proceso electoral y para ello, Alvise ofrece un programa informático que detecta ese fraude, y siembre dudas sobre la custodia y el sellado de votos, obviando que en España hay organismos públicos que garantizan la inviolavilidad del voto (INE/JEC/Correos). La cadena de custodia del voto no se rompe en ningún momento.

La conslusión es que sea lo que sea SALF, puede acabar igual que empieza y quizá el nombre escogido, sea más premonitorio de lo que creyeron sus autores. Hablamos de ellos, porque en el anterior artículo, el del día 5 de junio habíamos escrito esto: «La sopresa electoral puede darla el ciudadano Alvise, que podría alcanzar el acta europarlamentaria, con su candidatura de Se acabó la Fiesta. Alvise pasa por ser un gran fabricador de bulos, y procede también de la descomposición de Ciudadanos. Un enigma». Show must go on

La doctrina de la crispación política


           La crispación política en España es además de un libro homónimo de Santiago Carrillo (Planeta 2008), una doctrina política y una estrategia constante que las derechas españolas ejercitan y ponen en marcha desde el día siguiente en el que pierden el poder. El septenio de José Luis Rodriguez Zapatero (2004-2011) fue una constante de agitación mediática y callejera, basada en una triple acusación que todavía se mantiene vigente: (1) Llegó al poder como consecuencia de los atentados islamistas del 11 de marzo, difundiéndose la repugnante falacia de la implicación de algunos poderes del Estado en ellos. (2) Negoció con la organización terrorista ETA (se omite que en su mandato la banda terrorista renunció a los atentados e inició un proceso que concluyó con su disolución final, y que José Mª Aznar también hizo lo propio y con los mismos objetivos). (3) Fue el responsable de la crisis económica que afectó al mundo entero y que tuvo su origen en los Estados Unidos, y que ningún observatorio económico supo advertir.

            La tranquilidad solo volvió al país tras la llegada de Rajoy al frente del Partido Popular en noviembre de 2011. Este nuevo septenio de tranquilidad social y política, pese a las durísimas medidas económicas llevadas a cabo contra los derechos laborales de trabajadores, funcionarios y pensionistas, solo se vio alterado por la crisis política de Cataluña en 2017. La cuestión catalana ya era un problema presente en la II República, que llevó a una respuesta violenta del Estado, tras la proclamación de Independencia de Lluís Companys en 1934. La cuestión catalana ya estuvo presente en los dos mandatos de Aznar (1996-2004), en los que realizó el mayor traspaso de competencias autonómicas, y también en el de Zapatero, con la aprobación de un nuevo Estatut del año 2006, que fue tumbado por el Tribunal Constitucional, con un recurso del propio Partido Popular.

                               El bloque de derechas y la crispación

           «La política de oposición del PP ha consistido en crispar el debate parlamentario y en trasladar la crispación a la calle. La finalidad de tal estrategia no era otra que crear la sensación de que un gobierno de izquierda era incapaz de asegurar la estabilidad política del Estado e incluso que con la izquierda existe el peligro de la ruptura de éste, de caer en una situación de anarquía ingobernable»; (Santiago Carrillo, 2004).

             En los ocho meses pasados desde la moción de censura a Mariano Rajoy, las tensiones y las manifestaciones de colectivos de todo tipo, en demanda de reivindicaciones sociales, laborales o económicas, se han sucedido sin descanso transmitiendo la sensación de inestabilidad política. El debate político se ha vuelto bronco, zafio e incluso grosero y todo estos parámetros se ha trasladado a la sociedad. Los debates en las redes sociales han incrementado su violencia hasta más allá de lo tolerable y permisible.

                  El rancio lema franquista de «la unidad y las tierras de los hombres de España» ha retornado como ariete político contra una mayoría social de izquierdas, tan legítima como cualquier otra, porque todos los partidos y coaliciones que la conforman están respaldados por los votos populares. Como ya no puede aludirse a las viejas definiciones de «rojos» y «nacionales, se crea una nueva línea: la de los partidos constitucionalistas, en la que con la peor mala fe política posible se excluye al PSOE, y se incluye a la neo formación de VOX, que sí se muestra claramente partidaria de actuar contra la Constitución de 1978, al afirmar que pretende eliminar el estado de las Autonomías.

               Ha vuelto toda la retranca de la arcaica trinidad de la derecha:  La corona, el altar y el sable, pero transformada en algunos aspectos, como en el de la sustitución de «los mercados» y sus supuestos mandatos, como nuevo sable amenazante. La Corona, implicada con la Democracia, ha sido sustituida por el difuso concepto del Estado, y en cuanto al Altar, se vinculan a él cada vez que pueden.

                 Santiago Carrillo atribuía  a José Mª Aznar y su fundación FAES, todo este gran giro hacia la derecha más intransigente y neoliberal, ejemplificado en su segundo mandato, el de la mayoría absoluta, y que ya pocos recuerdan. Se trataría del estilo más puro de Aznar, el que todavía niega la autoría islamista de los atentados del 11 de marzo, el del bronco «váyase señor González», o en sus dosificadas y siempre crispadas intervenciones de los últimos tiempos. Los insultos a la presidencia del gobierno en las últimas semanas han sido atroces, y nos remontaban a los debates parlamentarios de La Transición, por no remontarnos más atrás. En realidad, y aunque no se quiera ver, a Mariano Rajoy lo echó la FAES aznarista.

       Para el nuevo tiempo, este que ha convertido el hemiciclo en un cuadrilátero, se necesitaban otros actores. El nuevo PP de Casado y el Vox de Abascal están en clara sintonía con la línea FAES, del bronco y siempre crispado Aznar.