El caso de la vidente Laura
Resulta imposible predecir acontecimientos propios o ajenos, ya sean a corto, medio o largo plazo. Sin embargo, y pese a todo, las actividad de videntes, adivinos, nigromantes, supercheros, sanadores, tarotistas y cualquier otra categoría, prosigue sin cesar. ¿Determinan los astros nuestro destino, influye nuestro nombre o el signo del zodiaco en nuestros carácter?.
Sobre la astrología decía Umberto Eco que: Los hombres de negocios y los jefes de Estado recurren a los astrólogos para saber qué hacer. Por lo tanto, la astrología no es una ciencia, exacta o equivocada, sino una religión (o una superstición, siendo siempre las supersticiones las religiones de los demás), y como tal no puede demostrarse si es verdadera ni que es falsa; es solo cuestión fe, y en las cuestiones de fe es mejor no inmiscuirse. Esto es absolutamente cierto. Gran parte de los poderosos del planeta, de una y otra época, tenían siempre cerca suya como consejeros a astrólogos, caso de Felipe II, que confiaba mucho en un astrólogo andalusí, que por cierto, disciplina en la que llegó a alcanzar gran fama los árabes hispanos.
El presente caso que comentamos es el de la vidente Laura, que inició una gran campaña de promoción en el mes de diciembre de 2016. Resultó especialmente llamativa porque en pocos días inundó con su publicidad casi toda la ciudad. Llamaba la atención también la gran amplitud de temas y casos sobre los que prometía actuar. El que apenas un mes después se produjera una denuncia por presunta estafa, resultó aún más rocambolesco. Todo fue demasiado rápido, tanto el ascenso como la caída. Las denuncias parece que fueron muy numerosas.
El Papa León III, elaboró un enchiridión o compendio de conjuros para tener fortuna personal y suerte en los diversos avatares de la vida, y evitar así la melévola influencia del diablo. Le remitió una copia del libro nada menos que al emperador Carlomagno: «Si creéis firmemente en la eficacia de las oraciones que os remito, y las recitáis con devoción, vuestra influencia alcanzará las más altas cumbres de la espiritualidad y vuestro poder sobre la tierra será ilimitado». Fue uno de los libros más codiciados durante siglos.
La necesidad de saber qué ocurrirá, o de evitarnos males, mantiene viva esta extensa industria o actividad adivinatoria. A pesar de que los horóscopos están hechos con cálculo de probabilidades, y con series repetidas de consejos por ordenador, no hay revista o periódico que se atreva a prescindir de ellos. Melilla es tierra de creencias, de hechizos, de mal de ojo, de morabitos, de sincretismo religioso.