Regresar en septiembre


Imágenes en días inciertos

       En los últimos tres años, el descanso en El Alminar ha sido casi completo, sin embargo no sucede lo mismo con las visitas al blog, que siempre superan la media del año, con 15.000 lecturas en el mes estival por excelencia. Esto quiere decir que el blog es una fuente viva después de 8 años de existencia, y que resulta fuente de inspiración y lectura para lectoras/es, que quizá solo se acerquen a él en verano. Para nosotros resulta  necesario tomar distancia y perspectiva. Ver nuevas cosas, captar nuevos detalles.

        Escribimos, antes de iniciar nuestra particular odisea anual, que no volveríamos a fijarnos en la actualidad política hasta el 16 de octubre, momento en el que se cumple los 100 días del actual gobierno, y aun así tampoco es seguro que lo volvamos a hacer, salvo de manera tangencial. Solo diremos una cosa: » Y es que ante un rival que espera cohesionado en su fanatismo, cualquier debilidad para iniciar un asalto implacable, la única opción para sobrevivir es resistir». No caben otras opciones, cualquier distracción equivaldrá al suicidio.

          Partimos siempre de la península bajo la milenaria vigilancia de la alcazaba de Almería, y nos fijamos en la modesta estación marítima de la ciudad, cuyo coste monetario fue una décima parte de la faraónica y esplendorosa estación marítima melillense, de los tiempos del singular presidente portuario don Arturo, al que no se ha vuelto a ver más por nuestra ciudad. Ganamos 10 a 1 en costes, pero perdemos 2 a 1 en capacidad de atraque. El puerto almeriense puede acoger a 6 barcos a la vez, mientras que el propio, el melillense, solo tiene capacidad para 3 atraques. Almería ha recogido sin disturbios ni distorsiones todo el tráfico marítimo procedente de Melilla y de Beni-Enzar.

             Por lo demás, la diferencia más notable tras el retorno al suelo patrio local, es la tranquilidad que se ha instalado en la ciudad y en el ambiente político. Perdida la oportunidad de un inmediato regreso al pesebre del Poder del que se creían sus únicos habitantes por derecho, la bronca y la tensión se han reducido al máximo posible. La gloria mundana pasa así de rápido, y la historia convierte en pasado hasta al emperador más poderoso y eterno. Ni siquiera el gran Genghis Khan pudo evitar este rápido tránsito.

             La Feria ha vuelto a septiembre, al mes del que se la intentó separar, convirtiendo la feria de la Virgen de la Victoria en la del Mar. Pese a todo, sigue siendo una feria en busca de su modelo, más participativo, más representativo. La desidia en los últimos años hizo que se continuara con un modelo agotado y que no resulta atractivo para todos. Hace falta más espacio para las atracciones, y quizá también para el propio recinto ferial. En los próximos terrenos que queden despejados tras los acuerdos con Defensa, debe pensarse en un terreno para esparcimiento ciudadano, cultural y de servicios. No todo puede ir destinado a la construcción y especulación inmobiliaria.

           Aun así, hemos captado imágenes inéditas, distintas. Quedan todavía unos días para seguir reflexionando, e integrándonos paulatinamente en la cotidianidad.

 

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El modelo de Feria de Melilla


                              Costumbres y tradiciones en La Feria

            La Feria de Melilla acostumbraba a celebrarse siempre en septiembre, y la tradición dicta que deben hacerse en honor a la Virgen de La Victoria, Patrona de la ciudad. Desde las gobiernos de Ignacio Velázquez empezó a oscilarse con el inicio y final de la feria, y luego, a partir de 2007, cuando se trasladó el recinto ferial a la explanada inmisericorde de San Lorenzo, quiso denominarse como «feria del mar». Acabaron así con lo poco que quedaba del legado del creador de la feria, el político regionalista Pepe Imbroda. En Melilla no hay tradición o costumbre que no se haya roto o variado en función de los intereses reinantes.

                  De aquella feria, mucho más integradora que la presente, no queda nada, salvo los nombres de dos casetas (Bética y Capirote). En la feria del parque «la Comunidad Musulmana», tenía siempre una caseta, porque en aquellos años la comunidad musulmana era una entidad cultural, y ahora solo existen las asociaciones religiosas. En aquel entonces la asociación de la Comunidad Musulmana la presidía Jimmi Ahmed Moh. La otra asociación, Terra Omnium (Tierra de Todos), estaba presidida por Aomar Duddú. Los partidos políticos también tenían casetas, otras asociaciones culturales, e incluso las asociaciones vecinales. Cuando el modelo de feria empezó a dictarse desde el Poder, todo lo que era costumbre empezó a desaparecer. La caseta socialista, la bodeguiya, desapareció tragada por el modelo porno. Nada de esto queda, ni siquiera el espíritu.

                  Crear un modelo de Feria cuesta esfuerzo, implantarlo y consolidarlo también, pero sobre todo, requiere participación. En la ciudad sin hábitos democráticos, nada que no sea lo impuesto y subvencionado puede sobrevivir. Hay que ensayar año tras año, retirar lo que se vea erróneo y consolidar lo que parezca apropiado. La feria de la ciudad debe representar a todos, y esta no lo hace. Quizá también porque algunos no quieran participar en ella, pero sobre todo porque no se fomenta. Es una feria sin modelo.

                Para hacer una comparación es necesario buscar un equivalente. Melilla no es Málaga ni Sevilla, pero sí muy parecida a Almería. La Feria de Almería se ha expandido, han buscado un solar grande y amplio para su instalación y alejado del centro de la ciudad.  La explanada de San Lorenzo es demasiado pequeña y no puede atender todas las solicitudes de instalación. En cuanto a las atracciones sucede otro tanto. Hay demasiado poco espacio. Cuando se deja todo el suelo disponible a la especulación, suelen ocurrir estas cosas. En San Lorenzo, la feria de Melilla tampoco tiene futuro. En los últimos días, las condiciones sanitarias del recinto ferial dejan mucho que desear.

            En Almería han hecho muchos ensayos con la «feria de día» hasta que parecen haber dado con la clave. Durante toda la semana de feria cierran y peatonalizan el paseo principal, y llevan acabo concursos gastronómicos, exhibiciones folclóricas. Así la gente disfruta del centro de la ciudad, de sus locales de restauración y de sus comercios, sin las molestias del tráfico rodado. En Melilla se ha olvidado hasta la receta del «rape a la Rusadir», por lo que sería imposible hacer un concurso de gastronomía melillense. No se va más allá del «tradicional concurso de paellas».

           Han existido dos oportunidades para que todo fuera distinto, la primera en 1986 con Aomar Duddú y la segunda en 1999 con Mustafa Aberchán, pero lo volcaron todo.

Volverán portadas victoriosas


 

          Los años de miseria en la portada de la Feria de Melilla parece que tocan a su fin. Una misteriosa obra en la explanada de San Lorenzo, lugar de ubicación del recinto de las ferias patronales parece albergar un secreto no divulgado hasta ahora.

              Estamos tan acostumbrados al «estado de obras» que parece que el hecho de que se abran una enormes zanjas en la Explanada multifuncional de San Lorenzo es algo lógico y que no despierta el mayor interés. Sin embargo, hay una herramienta humana o de la inteligencia que es la curiosidad. Por ello, cuando en Melilla se ve una obra en la calle o en un edificio, enseguida se pregunta. ¿Aquí qué se va a hacer?. La curiosidad se une al estado de sospecha. Hay algo que lleva al ciudadano a no fiarse de nada que se esté haciendo en las calles de su ciudad. Los vigilantes voluntarios de obras constituyen un verdadero ejército voluntario y sin ánimo de lucro. Nadie puede esperarse a que los medios de comunicación informe qué va a pasar. La anticipación también es necesaria para la supervivencia.

              En la entrada sur de la explanada de San Lorenzo, la que limita con el río de Oro, se están abriendo cuatro grandes zanjas, de más de 2 metros de profundidad, en las que se encofrarán los enormes pilotes que constituirán  la cimentación que soportarán la estructura de la nueva portada de la Feria, que podría alcanzar los 26 metros de altura, según la información recabada. Con esta obra, se pretende recuperar el esplendor en las portadas de la época dorada del Parque Hernández.

             Las obras van a buen ritmo, se supone que para que esté disponible para la feria del presente año 2017, aunque no hay ninguna comunicación al respecto. Nadie quiere avanzar nada para que constituya una sorpresa, o bien para que en el caso de que no esté disponible, no constituya una decepción.

2013. Odisea en la Feria de Melilla



La Feria sin rumbo

Cada uno cuenta la feria según le va en ella, y esto absolutamente cierto e irrebatible. Hace una semana que ha concluido la «encajonada» Feria de Melilla, condenada a desaparecer de ese lugar en un plazo máximo de 5 años. La Feria está constreñida en la explanada de San Lorenzo, sin posibilidad de crecer y con un limitadísimo uso del espacio disponible. Hay muchas solicitudes para la instalación de casetas que no son atendidas, bien como acto de represalia política o porque simplemente no hay espacio disponible. Las atracciones son muy limitadas, y muchas de ellas se encuentran ubicadas en un solar, que como máximo en tres años ya estará edificado. Este año se ha visto más gente que en años anteriores, dado el aumento de población de la ciudad, y en determinados momentos se veía demasiado apelotonamiento en los paseos centrales, y muy poco sitio en donde meterse. Las aglomeraciones provocan altercados y mucha incomodidad.
Había que sacar la Feria de la ciudad del Parque Hernández y se hizo, en el año 2006, pero esta ubicación es provisional. Apenas aguantan el tránsito de la gente y no hay servicios adecuados para la comodidad de todos. A partir de la mitad de la semana de Feria los charcos y los malos olores se adueñan del recinto. Nadie ha explicado la ausencia del «Cafetín El Rubio», que ha faltado al recinto ferial después de muchas décadas. Han sobrado puestos del «mercadillo», y siguen siendo una incomodidad los puestos de hamburguesas en los que no se sirve «cerveza».

El carácter desaparecido de La Feria
El cartel oficial de Feria ya no recoge denominación alguna. Ya no somos Feria del Mar, ni Patronales, ni tradicional, ni familiar. La mezcla de estrippers, boys ( la cultura del porno), acompañadas de fiestas alcohólicas y de botellón, no cuadran con el ambiente familiar. La «feria de día» ha llegado a mezclarse con la de la noche y el estruendo de alguna caseta llegaba a aturdir e impedir el desarrollo normal de las contiguas. Son muchas más las cosas que faltan en esta Feria, que las que ofrece, y eso comparando solamente con otras de ciudades similares. Los jóvenes necesitan su sitio y su lugar, pero también un ejemplo y un modelo. Si lo que se ofrece es alcohol y porno, el camino puede ser el más fácil pero no el más recomendable.

¿Feria segura o insegura?
La ferias, en muchos lugares empiezan a significar la entrega de las ciudades, durante una semana, a los desmanes y la suciedad. En Pamplona, pese a los silencios de los medios de comunicación, los acosos sexuales a mujeres han colocado la ciudad a la altura de la Edad de Piedra. Es el retorno al Pitecántropo. Al final todo se desordena (la entropía siempre aumenta), y hay que imponer medidas drásticas para volver a colocar todo en su sitio, como la tomatina de Buñol. No somos los únicos que nos estamos hundiendo. Los modelos de referencia se pierden. Las fiestas son algo de todos, y deberían colaborar todos los grupos políticos y entidades ciudadanos en su diseño. Ha habido demasiada gente deambulante y merodeando por las inmediaciones de la Feria y demasiadas peleas e incidentes provocados por el exceso de alcohol y hormonas polisaturadas.

Nota: Es digno de ser mencionado el empeño y ganas que le pone, desde hace de dos años, el bailarín de la atracción infantil del Tren Mágico. Hay cosas que no pasan desapercibidas.

La Feria del crepúsculo


           Resulta curioso ver como una palabra, crepúsculo, representa hoy a la juventud, cuando su significado es presisamente el opuesto y ese es el motivo por el que la he escogido, para hablar de la Feria de los jóvenes. Hace no más de diez años, alguien decidió que había que cambiarlo todo y dejar a los jóvenes sin espacio en la Feria y eso que era quienes llenaban las denominadas «casetas de marcha» a partir de la media noche, hora de los vampiros, de la juventud.

           En la terminología de la época se decía que se pretendía hacer una Feria: » Muy bonita, familiar y andaluza y que lo jóvenes ya tenían sitios suficientes para  su música de discoteca». El resultado de aquello fue una Feria espantósamente vacía durante años a partir de la media noche. Luego, ya colmatado el espacio del Parque Hernández, se inventó lo de la Feria del Mar y el resultado fue otro estrepitoso fracaso, hasta que por la puerta de atrás, se volvió a abrir el espacio a la juventud, pero sin reconocer nunca el error, y así apareció la caseta de la Asociación de la Prensa, que no es otra cosa que una caseta de marcha.

                          Verde de botellón juvenil

      Los jóvenes necesitan espacio, no se les puede echar de todos lados y perseguir en todas las circunstancias. El botellón surge de la necesidad, la de socializar y de la económica. No se pueden  pagar 2€ por una caña de cerveza y 5€ por un cubata. Hay que compartir, eso sí, sin molestar en las zonas residenciales de la «clase media-alta». Han encontrado un lugar en donde llevar a cabo el botellón y además es un lugar no habitado, como el antiguo cargadero del mineral y enfrente de las Torres del V Centenario. Algunos llevan una llamativas camisetas de color verde botellón.

        Por las mañana está todo lleno de basura y restos de la fiesta crepuscular, pero Pamplona es una cloaca a las 6 de la mañana y está perfectamente limpia a las 8h 00, hora de los encierros. La suciedad y las molestias en Los Sanfermines, no lleva a nadie a pedir que se suspendan las fiestas más emblemáticas de España entera.

         Este año, la caseta del PSOE ha tenido una feliz idea y es la de dividir su caseta en dos mitades, una para la Feria tradicional y otra para la feria del crepúsculo o de la juventud. ¿Adivinan que lado estaba abarrotado a las 10h 00 de la noche?, mientras la totalidad de las casetas estaba por debajo de la ocupación mínima?.

                Dejo una buena idea para el futuro y un buen lema: «Feria del Crepúsculo».

 

Fiestas de Melilla


                  Los problemas de La Feria de Melilla

         Las Fiestas de Melilla no tienen contenido, no tienen carácter, son una celebración sin rumbo, entre otras cosas porque ni la oposición política, ni el resto de la ciudad, participa en el diseño de las mismas. Hace tres años se decidió que «las fiestas» se dedicarían al Mar y hoy ya nadie se acuerda de esa absurda denominación. La Feria de Melilla es lo que deciden en ese momento los encargados de llevarla a cabo. Se han perdido todas las casetas tradicionales de la Feria, salvo La Bodeguiya de los socialistas, la caseta del PP y la Peña Bética, ya no quedan ninguna de las denominaciones históricas de las establecidas en el parque Hernández. La Caseta Militar ya no es ni un pálido reflejo de lo que fue en su día. Lo que da solidez a una Feria es la continuidad y la raigambre y eso es lo que se ha deshecho, desde que la denominada «Comisión de Festejos» se hiciera cargo de la gestión de La Feria de Melilla.

         Hay muchas sombras sobre la asignación de casetas ( no se entiende ni justifica la exclusión del Populares en Libertad ) de la Feria. Lo importante no es conocer a quiénes se le ha dado, algunas de dudosa justificación y nula ocupación, sino a quiénes se le ha negado el espacio en el Recinto Ferial. Ya no hay ninguna asociación de vecinos, ya no hay casetas de la comunidad musulmana. No hay ninguna muestra de la diversidad cultural y social de  Melilla. Ya no hay nada y tampoco se busca la diferencia. Se quiere y pretende un tono monocorde.

           Ha sido un error absoluto el empezar este año la Feria el día 27 de agosto, con gran parte de la población sin finalizar sus vacaciones estivales y sin haber regresado a la ciudad. Se ha liquidado la participación ciudadana (concurso de carteles), y no hay actividades de ningun tipo, salvo las que realizan las propias casetas, que suelen ser escasas. Adelantar la fecha de celebración y utilizar cinco días de agosto para el desarrollo de La Feria, impide su encadenamiento con la de Almería y no concede huecos para el traslado de las atracciones.

         Otro problema es el de la falta de espacio de la propia Feria. Se trasladó de un sitio acotado, el parque Hernández, a otro que tampoco admite ningún tipo de crecimiento, como es la explanada de San Lorenzo y que verá mermada su superficie útil, con el cambio de uso sobre el espacio en el que ahora se asientan parte de las atracciones. La falta de espacio hace que la selección de casetas sea demasiado arbitraria y que muchas de las atracciones feriales no puedan viajar a Melilla por no tener lugar en el que ubicarse.

       ¿Fiestas Patronales?

             Es una cuestión complicada, pero está claro que se mantiene el patronazgo de las mismas aunque no aparezca la denominación en la cartelería oficial. Fue una exageración el pedir hace tres años «un acto de desagravio» a la Virgen de La Victoria por el presunto olvido de la celebración de la efeméride, que creo que está conmemorada suficientemente. Ocurre que la asistencia a los oficios religiosos por parte de la población cristiana es cada vez menor o casi testimonial. No soy partidario del predomino de lo religioso sobre la vida social de una ciudad y creo que fue un error declarar «Alcaldesa perpetua» a La Virgen en la década de 1990. Aunque sólo lo sea de modo honorífico, no fue una decisión correcta.

                  Melilla necesita un modelo de Feria en el que tengan cabida, estén representados y participen todos los ciudadanos. Necesita un espacio ferial amplio, el actual lleva un proceso de degradación muy rápido y no aguantará mas de 5 años. Quien quiera un modelo que se fije en Almería, que con un 2º traslado en el espacio de 10 años, parece haber sentado las bases para la supervivencia de este tipo de festejos patronales.