¿Con quién estamos?


Estamos decididamente con la Organización de Naciones Unidas (ONU), que pese a las críticas de todos los sectores en conflicto, conserva su autoridad moral sobre el mundo entero. La ONU vigila, analiza y estudia todo y su principal problema es que los Estados no hacen caso de sus dictámenes cuando son contrarios, y solo se buscan y citan los favorables. El Tribunal Penal Internacional existe y dictamina de modo ecuánime y fundamentado, pero padece el mismo problema que las resoluciones de Naciones Unidas. Solo se divulga los favorable y se silencia lo negativo, lo que no beneficia según a qué intereses. Los Estados tampoco favorecen las investigaciones de los inspectores de Naciones Unidas (Guerras de Iraq en 1991 y 2001), y cuando emiten sus informes son silenciados o aireados convenientemente, bajo las influencias de los antagonismos mundiales. El veto de Naciones Unidas es más político que otra cosa, porque las resoluciones no son vinculantes. Eso sí, nadie quiere una condena de la ONU en su historial, porque tiene fuerza moral y política.

La historia de Israel y Palestina

La gente, los grupos políticos, los Estados, creen solo sus propias historias, fundamentadas en ideologías políticas, y no suelen respetar la realidad de los hechos históricos. En 1947 el Reino Unido renunció a la administración colonial del territorio palestino, y una año después, la Asamblea de Naciones Unidas emite la resolución 181(II) por el que divide el territorio en dos Estados independientes a los que no otorga nombre alguno. Los incumplimientos de las Resoluciones de la ONU empiezan en ese mismo momento. A día de hoy existen 24 países que no reconocen al Estado de Israel, entre los que figuran los más implicados en el presente conflicto, como Irán, Líbano, Siria y el emirato de Catar. España solo reconoció al Estado de Israel en 1986, durante los gobiernos de Felipe González, lo que le granjeó no pocos problemas con muchos países árabes. Argelia no reconoce al Estado de Israel. La Liga Árabe, la comunidad de países musulmanes, no reconoció nada nunca, e incluso llegó a declarar la guerra a Israel en 1967. En 1988 fue proclamado en Argel el Estado de Palestina, al que no reconocen los principales países que dominan la esfera política y económica mundial.

La situación territorial actual está muy alejada de la resolución 181 de Naciones Unidas de 27 de noviembre de 1948. Los territorios de Cisjordania y Gaza están muy lejos de poder conformar un Estado físico. No han ayudado mucho las decisiones de muchos gobiernos israelíes de ir anexionándose territorios o de seguir extendiendo la política de asentamientos sobre terrenos que debería administrar la Autoridad Nacional de Palestina (ANP). Tampoco ha ayudado el empeño de la Liga Arabe (que también tiene su propio doble rasero para medir los sucesos mundiales) de no reconocer a Israel, o de mantener el objetivo de destruirlo y hacerlo desaparecer del mapa. Tampoco se pronuncian sobre la exclusión de mujeres en Afganistán, o el asesinato de adolescentes iraníes que rehusan el hiyab.

7 de octubre de 2023, el nuevo día de la infamia

El ataque de Hamas a Israel del pasado 7 de octubre, supone añadir al calendario mundial un nuevo día de la infamía, cuyo paradigma fue el ataque de Japón a Pearl Harbor, el 7 de noviembre de 1941, en el aniversario tambíen de la batalla naval de Lepanto. Atacar a Israel con una acción terrorista masiva, similar a la del 11 de septiembre de 2001, causando 1400 muertos y más de 5000 heridos, no podía pretender otra cosa que una respuesta total por parte israelí, y una implicación de otros países en el conflicto, buscando una internacionalización. Lo que no buscaba, y no ha buscado nunca el movimiento islamista y terrorista de Hamas, es la defensa o el apoyo al pueblo palestino, que es y resultar ser su rehén. La situación social y humana en Gaza es invivible, ya sea en paz (que no la hay nunca) o en una situación de guerra extrema como la actual.

La ONU no tiene una doble vara de medir, ocurre que Palestina no es un Estado reconocido ni puede conformarse, en la situación geográfica actual. Las condenas de este organismo internacional hacia las acciones de represalia israelíes son claras, así como las condenas a los métodos y prácticas políticas de Hamas, así como de sus acciones terroristas. En el libro «Y llegó la barbarie» de José Ángel Ruíz Jiménez, sobre la guerra en Los Balcanes, se cuenta que un periodista le preguntó a un general inglés que quién era el responsable de esto, a lo que respondió: «señáleme el día y la hora y le diré quién era el culpable en ese momento».

En el caso presente y dado lo extenso y larga que es ya la guerra entre Israel y Hamas, diremos lo mismo. Que los responsables de todo lo que está sucediendo es, sin lugar a dudas, el movimiento terrorista de Hamas; tanto de las 1400 víctimas israelíes, más los 5000 heridos y los secuestrados, como de las víctimas palestinas que se acercan ya a dos millares y una cifra de heridos superior a 6000, según la propia ONU, más los que pueden producirse en el caso de una invasión de la franja de Gaza por parte de Israel, que ya no será total, sino que se limitará a la zona norte, aunque sin especificarse la profundidad. Lo que más preocupa a Naciones Unidas es el desplazamiento de población hacia el sur, la destrucción total de infraestructuras necesarias para la vida de la población, y el riesgo de que se produzcan miles de víctimas añadidas , por la carencia de alimentos, agua, electricidad, material sanitario y la aparición de epidemias. La cifra actual de víctimas (62% son mujeres y niños), supera ya la de 20 años anteriores (2003-2020), tanto en cómputo total como parcial, israelíes o palestinos. Es la fase más violenta en todo lo que va de siglo.

La verdad de las mentiras

Este es el extraordinario título de un ensayo del nobel Mario Vargas Llosa del año 2002. De modo resumido decía que la novela, la narración es esencialmente un cuento, una mentira, pero que en realidad esconde una verdad dentro. Tenemos un serio problema con la mentira y también tenemos un serio problema con la verdad. Pese a todo, si se lee bien y se comparan noticias, se detectan fácilmente la verdad que intentan esconder y también, si se está atentos a las reacciones de unos y otros cuando se destapa algún hecho que no se puede tapar.

La alta politización del conflicto presente hace que las personas, asociaciones, partidos políticos y países, se manifiesten por bandos, o se sensibilicen y manifiesten por según qué muertos. En la guerra de Ucrania se han matado ya más civiles, bombardeado más hospitales, escuelas, edificios residenciales y destruido más infraestructuras, que en todo el conflicto entre Israel y Palestina desde 1948. Sin embargo nadie califica lo que está sucediendo como genocidio. ¿Qué importa más, el número de muertos o quién los mate? ¿ Cómo se puede pedir, una ministra del gobierno de España, la ruptura de relaciones con Israel y no pedir la misma acción con Rusia? Eso es el posicionamiento selectivo e ideológico.

¿ Con quién estamos?

Estamos con la ONU, con sus resoluciones sacadas en contextos muy complicados. Estamos con el pueblo palestino y con el israelí. Estamos con la verdad y con la democracia. Estamos con las resoluciones de la ONU y con el cumplimiento de todos los acuerdos de paz entre la ANP y los gobiernos de Israel (Camp David y Estocolmo). Estamos con la existencia de dos Estados. Estamos con Ucrania.

En la base de todo subyace tanto un antisemitismo de fondo, como cierto supremacismo sionista, en declaraciones de algunos dirigentes israelíes. Pero este conflicto es lo que ha querido Hamas.

La gran mentira de Iraq


 

       

          ¿Es el mundo más seguro sin Saddam Hussein?

       Esta fue el gran aforismo, pero en la versión afirmativa,  lanzado al mundo en 2001 tras el derrocamiento final del régimen baazista del tirano Saddam Hussein. Saddam Hussein solo fue un tirano más, uno de los muchos utilizados por el llamado mundo Occidental, igual de hipócrita que la Liga Árabe, para mantener sus intereses económicos a salvo.

        Lo que si se ha resentido en el mundo es el laicismo, la sociedad laica, los Estados laicos. El Estado Iraquí de Saddam Hussein era formalmente laico, al igual que Afganistán, Siria, Egipto, Libia. En todos esos Estados ya descompuestos, impera ahora el fundamentalismo islamista, o el islamismo moderado como en Turquía. Solo se ha salvado Túnez de esa ola regresiva. ¿A quién le interesa todo esto?. Es una pregunta difícil de contestar. Hasta en la antigua y laica Yugoslavia han surgido los microestados de carácter religiosos, como la actual Bosnia. El confesionalismo ha regresado como revestimiento de los Estados. Las democracias retroceden frente a los partidos ultranacionalistas y la derecha más dura.

         Saddam Hussein y su régimen fueron calificados como «el gran amigo de Occidente». No hay dirigente europeo que no viajase hasta Iraq para fotografiarse junto al «gran amigo en Oriente». Sin embargo si se intentan buscar esas fotografías, serán difíciles de encontrar, pues todo está siendo borrado, como en la gran metáfota orwelliana. La lucha contra la mentira empieza a ser muy dificultosa. Si se buscan imágenes de Saddam, solo aparecen aquellas en las que tiene aspecto de loco, o las previas a su infamante ejecución en la horca, cuyo vídeo todavía puede verse.

         La primera Guerra del Golfo se produjo en 1991, la segunda en 2001. Saddam Hussein fue ahorcado un 30 de diciembre de 2006. La excusa para las primera guerra fue la invasión de Kuwait, por motivo del petroleo, y la segunda por la supuesta existencia de unas armas de destrucción masiva que jamás existieron. Para engañar al mundo entero contaron con la ayuda de la mentirosa ONU, y con sus inspectores. En 2002, un libro titulado: Guerra contra Irak, ya completamente olvidado, resultado de una entrevista de William Rivers con Scott Ritter, ex inspector de armamento de la Organización de Naciones Unidas, mostraba claramente que todo fue un gran fraude y una gran mentira. Saddam Hussin, que era un tirano, no tenía nada que lanzar al mundo, y ni siquiera con qué lanzarlo, salvo con un tirachinas, que tampoco encontraron.

      Como han dicho siempre los israelíes, el problema no es lanzar un misil, sino cómo  lanzarlo, porque  una vez lanzado, es como dejarse olvidado el documento de identidad en un atraco. Una vez que se ha lanzado el misil, con supuesta carga de destrucción masiva, se está acabado. Por ese motivo, Corea del Norte amaga siempre pero nunca dará, porque una vez que lance un primer misil balístico, será el último. El tirano Kim Jong-un,  solo ganará sus guerras en los videojuegos.

      Tras la 1ª Guerra del Golfo, y a cambio de la ayuda mundial para liberar a Kuwait del tirano malvado Saddam, la promesa era democratizar el emirato. No conocemos ningún plan de la ONU, para el seguimiento de esta promesa, ni la evaluación de resultados.

        Tras la II Guerra Mundial, George Kennan, alto cargo del Departamento de Estado de EEUU, afirmó lo siguiente: «Estados Unidos tiene el 50% de la riqueza mundial, pero solo el 6,3% de su población. Ante esta situación no hay duda de que vamos a ser objeto de la envidia y del resentimiento. Nuestra verdadera tarea es perfilar un modelo de relaciones que nos permita mantener esa posición de disparidad sin perjuicio para nuestra seguridad nacional. Para ello tendremos que dejar de lado todo sentimentalismo. No tenemos que engañarnos a nosotros mismos: no podemos permitirnos el lujo de ser altruistas ni los benefactores del mundo»*.

  Nota: Guerra contra Irak, ediciones B