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Monseñor Catalá bendiciendo la urna
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Monseñor Catalá en la homilía
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monseñores Catalá Ibañez y Ramón Buxarrais
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Nombramiento del diácono Antonio Guerrero
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Obispo de Málaga y sacerdotes concelebrantes
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Urna del Cristo de Limpias
El Obispo de Málaga restablece y bendice un culto centenario
En la tarde del día 3 de noviembre de 2015, la iglesia de San Agustín del Barrio melillense del Real estaba llena como en sus mejores tiempos. Un obispo de la Diócesis de Malaga-Melilla oficiaba por primera vez allí una misa, y no en la iglesia Arciprestal o en la patronal de La Purísima Concepción, como sería habitual.
La presencia de monseñor Jesús Catalá Ibáñez, obispo de Málaga, tenía un doble motivo, el primero era ordenar como diácono a un seglar, Antonio Guerrero, máximo cargo al que puede aspirar un laico. El segundo motivo era el de bendecir la urna del Cristo de Limpias en la parroquia de San Agustín, y restablecer así un culto iniciado en la ciudad de Melilla hace un siglo, y 25 años después de que fuera abatido por el sacerdote Jesús Hurtado, entonces perteneciente a la congregación de los Padres Paúles.
La alegría era triple entre los feligreses de la parroquia del Real, primero el nombramiento de un vecino del barrio, segundo el regreso del busto del Cristo de Limpias al barrio y el tercero, la presencia del Obispo de Málaga en el templo de San Agustín.
La ceremonia religiosa
La ceremonia religiosa empezó con la bendición de la urna del busto del Cristo de Limpias, donada y restaurada por feligreses del barrio, y estuvo dirigida por monseñor Catalá Ibañez, para seguidamente, atravesar el templo en procesión, seguido por el obispo emérito de Málaga monseñor Ramón Buxarrais, el Vicario Episcopal Roberto Rojo, y el párroco de San Agustín Rafael Lopez, y otros sacerdotes del clero melillense y asistentes de monseñor Catalá Ibáñez. Fue una ceremonia religiosa de primer orden, consistente en una misa concelebrada, en la que se dio lectura al nombramiento episcopal de Antonio Guerrero como diácono y lector del evangelio.
La homilía de monseñor Jesús Catalá Ibañez
Monseñor Catalá Ibáñez, obispo de Málaga- Melilla, estuvo cerca y fue cercano, algo que no es fácil de conseguir. Resaltó en su homilía dos cosas, la obediencia a la palabra de Cristo y el servicio a la misma. Para Monseñor Catalá: La obediencia es la virtud de escuchar la palabra de Cristo y luego obedecerla, pues se trata de la palabra de Dios, de la cual Cristo es su última manifestación. Escucharla atentamente es el alimento del cristiano, para interiorizarla y luego obedecerla. El banquete eucarístico que ofrece Cristo es algo al que todos están invitados. La palabra de Cristo transforma y se manifiesta por medio de la propia palabra y por la Eucaristía. La lectura de la palabra de Cristo te convierte en proclamador, y también en su servidor. El servicio al Altar y a la mesa del banquete eucarístico. ¡Quién come de este pan y bebe de este cáliz, se salvará!; concluyó monseñor Catalá Ibáñez.
Un hecho histórico
En la historia de la Iglesia de Cristo en Melilla, la fecha del 3 de noviembre de 2015 quedará ya marcada para siempre. Un obispo, D. Jesús Catalá Ibañez, restableció el culto al Cristo de Limpias en el barrio del Real, en presencia del obispo emérito D. Ramón Buxarrais, y siendo párroco de San Agustín, el sacerdote diocesano Rafael López.