Clareo y epílogo del parque Lobera


El parque Lobera fue creado en algún momento anterior a 1930, sobre lo que era una loma pelada y árida, en la que existían multitud de barracones, que servían de alojamiento a decenas de familias del denominado «Ataque Seco«. Fueron necesarios tres años de trabajos y planificaciones para delimitar su terreno y realojar a los allí asentados. Dos edificaciones de la época franquista redujeron su tamaño. Las más agresiva de todas fue la construcción del Auditorium Carvajal, en la década de 1960, junto con el edificio de Correos y Telégrafos.

A partir de ahí conservó su perímetro y arbolado, sobre todo porque fue olvidado. Las reformas realizadas en toda la ciudad siempre lo dejaron al margen, y esa fue su mejor baza para preservar su frondosidad. El ambiente decadente le otorgó una aspecto bucólico que lo hacía distinto a cualquier otro lugar. Solo precisaba de mantenimiento y de unos cuidados mínimos. Era el parque más umbrío y fresco de toda la ciudad.

El «milenarismo» se fijó en él en el año 2011, para hacer un funesto proyecto de reforma, con «una fuente de 1000 colores», prometida por el entonces consejero de Medio Ambiente. La falta de presupuesto salvó al parque por unos años más, pero ya estaba sentenciado. En 2013 grabamos uno de los primeros vídeos del Alminar, que hoy ya tiene la categoría de clásico.

Sin embargo, y aunque parezca una redundancia, lo inevitable no puede ser evitado, por más que se advierta sobre ello. Nos mantuvimos vigilantes sobre la conservación del parque, sin escribir demasiado sobre él, para no llamar la atención. Pero lo inevitable acaeció en 2019, cuando el gobierno anterior pergeñó una oleada de 39 obras y proyectos, para dar un vuelco a la imagen de Melilla, entre los que se incluía este parque, con la intención de crear una onda de choque electoral.

Un parque casi centenar de años, crea un propio ecosistema y se mantiene en la adversidad, en un delicado equilibrio. Las máquinas retroexcavadoras, las palas y martillos hidráulicos entraron en el parque, removiendo el suelo a más de dos metros de profundidad, y alterándolo todo de modo inmisericorde. Había que dejar sitio para cientos de toneladas de hormigón, piedra artificial y solería nueva. Se abrieron zanjas para cableado y se instalaron tuberías de diámetros enormes. El camino a la destrucción estaba servido.

Fue un plato ideado por un gobierno y recocinado por otro, con un presupuesto millonario, como no podía ser menos. Por tanto, la responsabilidad es compartida. Han desparecido entre 15 y 30 árboles. El clareo asoma por cualquier lugar y todavía está todo a medio terminar. Existen amplias zonas que todavía están por hacer y eso que las obras se iniciaron en 2019. Las historias hay que terminarlas, y como hemos escrito sobre este parque en El Alminar, no podíamos dejar esa historia sin cerrar. el resultado es desolador y está a la vista de todos/as. También se eliminaron y taparon vestigios históricos, sin contemplación alguna.

Son ya 11 años de observación y de testimonio. En este blog siempre hemos tenido como norma el mostrar con imágenes aquello que intentamos describir, para que aquel que lea, saque sus propias conclusiones.

Nota: https://elalminardemelilla.com/2013/05/09/parque-de-candido-lobera-melilla/; https://elalminardemelilla.com/2019/10/22/remodelacion-en-el-parque-lobera/

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Remodelación en el parque Lobera


 

                                La apoteosis mixtificadora de la piedra

         El cerro de la Horca, o del Cubo,  o lo que conocemos como parque Lobera era una loma pelada por necesidades defensivas. Antes era un área rural de población y abastecimiento de la ciudad en sus etapas romana y musulmana. Probablemente fue también una zona de enterramiento, y de ello hablan las leyendas sobre la construcción del parque allá por la década de 1930.

         Era y fue un entorno delicado, porque siempre que se ha metido allí una pala han aparecido restos romanos, musulmanes y esqueletos. Cuando se han hecho excavaciones «ex profeso» se han localizado silos de época musulmana y bereber, restos romanos, y una pequeña sección de un muro de caliza amarilla, que podría bien tratarse de una pequeña muralla o de una cerca rural del siglo X en adelante, como demostraron las excavaciones de 1999, y de las que también hemos dado noticia.

         Incomprensiblemente, la consejería de Cultura del anterior gobierno cedió las obras en los recintos históricos de la ciudad a las consejerías de Medio Ambiente y Fomento, que es como poner la restauración de unos frescos románicos en manos de una empresa de señalización vial. La pala, la excavadora y el martillo hidráulico no son instrumentos sensibles y respetuosos con el pasado del suelo y de los muros históricos de la ciudad.

       La piedra mixtificadora, en un plan preconcebido y ejecutado con precisión, se ha extendido desde la punta del baluarte de La Concepción, hasta el extremo del 4º Recinto de Melillla, sin que nada ni nadie lo haya detenido, ni ninguna entidad de defensa del patrimonio o experto en el mismo haya alzado la más mínima voz. Ahora se mira hacia las murallas y se ve el mismo tipo de falsa piedra, que no informa absolutamente de nada. Ya da igual mirar un muro de Melilla la Vieja, que otro de la plaza de Las Culturas. Además, es un tipo de obra que no dura más de 10 años. Desde que existe El Alminar ya hemos visto restaurar dos veces el torreón de San José. Tenemos un apartado específico en el blog denominado: Falsificación monumental.

       «Yo soy la voz de uno que clama en el desierto, allanad el camino, rectificad sus sendas», decía el Bautista y esa ha sido también nuestra intención. Las malas obras parecen seguir tragándoselo todo.  No volveremos a conocer el parque Lobera tal y cual lo hemos disfrutado. A cualquier ciudad, se vuelve pasados unos años y siempre hay un lugar o varios que permanecen reconocibles, casi tal cual como fueron concebidos y creados. Esto es lo que vincula a las personas a su ciudad.

           Una montaña de cemento, piedra, hormigón armado, y tuberías de grueso calibre se despliegan de modo inmisericorde por todas las sendas del parque, que debía haber sido mantenido en su diseño original, pero conservado y atendido. Muros de piedra deleznable se alzan y recorren todo el perímetro. Algunas máquinas son tan grandes que han tenido que derrumbar parte del muro de la entrada, que aun así se derribará al completo, dado su mal estado.

       Las excavadoras meten sus palas hasta lo más profundo, sin detenerse ante nada, sin ni siquiera un mapa previo de lo que había antes. Restos triturados aparecen por todos lados. Algo se encuentra, pero es mínimo. No hay noticias de nada. El hormigón lo cubre todo. No podemos asegurar que el resto de muralla la cerca rural musulmana siga en pie. Las condiciones para el acceso a cualquier parte del Área 51 de Melilla son muy estrictas, a veces incluso hasta nos detienen. Hemos visto resto de «otras murallas» en otras partes, de las que tampoco se ha dado noticia.

        Hemos visto cosas en el parque Lobera, pero a la luz de la destrucción es difícil interpretar o avanzar una conjetura, pero esta reforma, amenazada desde 2011 es ya irreversible.

   Nota: (1)https://elalminardemelilla.com/2012/06/12/cuando-aparecio-la-melilla-musulmana/; (2)https://elalminardemelilla.com/2011/11/02/parque-lobera-espacio-medieval-islamico/

Parque Lobera, Área 51 y Gobernador


 

                 La remodelación del parque Lobera está pasando desapercibida. Es una de las 39 obras con las que el gobierno del pasado dejó atado al nuevo, al del presente. El suelo de este parque es muy sensible, desde el punto de vista histórico y arqueológico. Hay documentada la existencia de dos silos bereberes y de un tramo de cerca o muralla de la Melilla musulmana. Esta zona el área rural de la ciudad. También fue zona de enterramientos, que fueron removidos de modo inmisericorde para la construcción del auditórium Carvajal en la década de 1960. También se ha hallado cerámica y restos romanos.

                  Se está trabajando con maquinaria pesada y también se van a instalar tuberías de saneamiento de gran calibre, para las que se tendrán que abrir grandes zanjas. Hemos insistido y volvemos a escribir que es necesario que la Consejería de Cultura controle todas las competencias a su cargo, y que elimine entidades superpuestas, que han hecho mucho daño a la cultura de la ciudad, pues tenían ideas preconcebidas sobre lo que debía hacerse, y sobre lo que no debía encontrarse.

                La realidad es que se desmorona todo, cuyo ejemplo máximo es la calle de San Miguel, la primera calle de Melilla, y el yacimiento del Gobernador, abandonado desde hace un decenio, porque no aparecía aquello que se había fijado que debía aparecer. A lo largo de estos 8 años, hemos sorteado todas las prohibiciones impuestas por la nomenclatura. Ya hemos detectado especulación en la zona. La derruida Casa de los 4 Patios ya ha cambiado de dueño en estos 8 años. La primera vez fue adquirida por alguien perteneciente a la empresa encargada de la 1ª remodelación de la Ciudad Vieja.

                El problema de la Casa del Gobernador, como el de la Casa Lafont (convertida en una ruina) y todas las de la calle San Miguel, es la obligatoriedad de hacer prospecciones arqueológicas. Lo mismo ocurre con la antigua Caja de Reclutas, la antigua farmacia militar, y todas las que conforman esta calle. Nadie parece interesarse por nada, y urge una reforma de la Comisión de Patrimonio de Melilla, que es la que ha autorizado todas estas actuaciones, que consideramos como poco respetuosas con la historia verdadera de la ciudad.

               Denominamos a toda esta zona como Área 51, porque la orden era y sigue siendo que nadie acceda a ningún lugar, y que no se fotografíe nada. No existe información pública de ningún tipo, y tampoco se facilita. Es más afirmamos que hay obligación de anotar los movimientos de cualquiera que intente hacer fotos en el Área 51, y de que se «abronca e intimida» a los ciudadanos que colaboran con El Alminar, y ofrecen sus terrazas para que obtengamos fotografías aéreas de lo que sucede en toda la zona. Hemos roto una y otra vez todas su prohibiciones y zonas de exclusión. La verdad es que nunca nos han importado.

             En este nuevo reportaje del Área 51 se muestra claramente el estado selvático de la Casa del Gobernador, de la que solo se remodela la fachada. La ruina de la antigua farmacia militar, la fachada a punto de caerse de la Casa de los 4 patios, o los agujeros sospechosos de los techos de las casas colindantes. Parecen ruinas provocadas, para forzar su venta y posterior especulación. Sin embargo, y lo volvemos a escribir (los artículos sobre estos temas pasan del centenar); en la Casa de los 4 Patios no se  puede remover ni un metro del suelo. Es probablemente el suelo menos alterado desde la conquista castellana en 1497. Hay pasadizos, acceso a aljibes, restos de material de edificación de distintas épocas, y quien sabe que mas.

           Hay que realizar planes conectados con el Ministerio de Cultura o con Universidades como las de Málaga y Granada, para realizar campañas científicas de excavaciones, con arqueólogos especialistas en distintas épocas. La situación de toda esta manzana  de San Miguel no es tolerable.

 

 

Los niños danzantes del Parque Lobera


              En julio de 1927, la Junta Municipal de Melilla inició la delimitación del terrenos de la antigua meseta de Ataque Seco, para la creación de un parque forestal. En aquel momento era una loma pelada de terreno duro y raso. Las necesidades de la defensa de Melilla exigían que no hubiese vegetación alguno en su entorno, ningún lugar en el que poder ocultarse. Los 44.000 m² de terreno habían sido cedidos por una Real Orden del Ministerio de la Guerra en noviembre de 1926 para ese fin.

             En 1928 existían en la loma 299 barracas que daban paupérrimo alojamiento a más de 1200 personas, y que precisaban ser demolidas para poder dar forma y existencia al nuevo parque, al abrigo del viento de levante, que tantos estragos había causado a la ciudad. Al iniciarse el desmonte y obras de acondicionamiento aparecieron vestigios de «un cementerio romano», igual que el de las faldas del cerro de San Lorenzo.

              En junio de 1930 El Telegrama del Rif ya da cuenta de la existencia del parque Gómez Jordana, amplio y frondoso, en donde anteriormente estuvieron situadas las barracas y «la posada moruna», e inaugurado en meses anteriores. Por tanto , la datación del parque es de 1930. Casi la mitad de ese parque desapareció con la edificación del Auditorium Carvajal, así como otros vestigios históricos y probablemente el cementerio de la ciudad. en fotografías de la década de 1950 aparece mucho más frondoso que en la actualidad

                    Destrucción de una de las esculturas de Rafael Picazo

              Da cierto reparo escribir sobre este parque, porque llamar la atención sobre él equivale a estimular las ansias reformadoras del Gobierno Local. En la pasada legislatura prometieron una transformación integral, con la instalación de una nueva fuente de «mil colores», que afortunadamente no se realizó. La reforma de la plaza central, con la fuente y un chiringuito se realizó bajo el mandato del regidor Velázquez, primer Presidente de Melilla. En aquella época, las esculturas de niños ya tuvieron que ser rehabilitadas.

              En El Alminar solo aspiramos que lo mantengan y conserven en su fisonomía actual, en el que se afanan a diario el equipo de jardineros del Parque. Lo más llamativo de este parque siempre ha sido la cascada, y las esculturas de los niños elaboradas por el artista Rafael Picazo. Siempre he pensado que la inspiración proviene de la fuente de los niños danzantes de Stalingrado, a la que se asemejan mucho.

             El viernes pasado, una de las estatuas aparecía rota y volcada sobre el suelo. Cualquier rincón de la ciudad ya está bajo la actividad de los vándalos y los malandros. Las dificultades para la conservación de cualquier lugar de la ciudad ya son muchas. Es más lo que se destruye o deteriora que lo que se hace o inaugura. Esto es un signo claro de que estamos en un proceso de entropía.

   Nota:https://elalminardemelilla.com/2013/05/09/parque-de-candido-lobera-melilla/

 

Rincones del parque Lobera


 

        El parque Lobera fue creado en la década de 1960 sobre una loma pelada carente de toda vegetación. Batallas y escaramuzas constantes se sucedieron sobre el cerro de la Horca. Con los años y simplemente no haciendo reforma alguna, el parque Lobera ha ido cogiendo una aire bucólico y decadente que lo hace atractivo. En los primeros años de la década de 1990 se intentó convertirlo en un parque de moda, se rehabilitó la fuente e incluso se llegó a instalar un local de hostelería. Por fortuna todo cayó en el olvido y se olvidaron de su existencia. Hace apenas tres años se prometió una reforma y su transformación en «un parque de mil colores y formas». El inicio de la crisis volvió a salvar el parque.

       Las amenazas sobre su configuración todavía no han cesado. Las excavaciones que se llevan a cabo en el Cerro del Cubo hizo pensar en una extraña idea de continuidad ambiental entre el parque y la loma. Los rincones del parque Lobera son únicos. La abundante sobre se hace notar con la llegada del calor. Los jardineros y cuidadores del parque cumplen a la perfección con su labor. Lo cuidan con esmero. Entre sus laderas destaca un inmenso ficus cuyas raíces se extienden por una gran superficie. Entre ellas buscaba alimento un mirlo. Es uno de los pocos lugares de la ciudad en los que todavía se oye el canto y la actividad de las aves. El silencio en los alrededores ayuda a proporcionar esa sensación de calma.

      Escribir o dar noticia de un desperfecto  en este parque da cierto reparo. Nunca se sabe si va a ser reparado sin más, o si lo siguiente va a ser el inicio de una reforma demoledora. Los bancos de este parque, los del tipo que mostramos, son de los más incómodos de la ciudad. En realidad más que banco parece solo asiento, pues carece de respaldo. Sin embargo, ya escribimos en una entrada pasada que la condición de banco se alcanza con la existencia del asiento. El respaldo es algo que se puede tener o no. No hay manera de sentarse únicamente sobre un respaldo.

       Estos incomodísimos bancos, son solo una pieza de cemento. El que se ve en la foto lleva fracturado más de un mes. Nadie recoge los escombros. Los colindantes están bastante agrietados. El cemento ha superado ya toda su vida útil. Estos rincones son del parque Lobera son muy peculiares. Deberían ser conservados con algo más de atención. Eso sí, sobre este parque, cuanto menos se escriba, mejor.

Parque de Cándido Lobera. Melilla


           

            Es necesario relajarse. Uno de los modos más rápidos es concentrarse en el rumor del agua, en la corriente de un río, o de un riachuelo, en algún lugar en donde exista una cascada o un pequeño salto de agua. La corriente baja más rápida y el ruido del agua detiene los pensamientos. En Melilla solo tenemos un río seco. En la década de 1960 idearon y realizaron este parque, sobre una antigua loma desierta.

             En el Parque Lobera, durante la campaña electoral de 2011, prometieron hacer mil cosas. Fuentes de mil colores, peces y fauna colosal. Una nueva versión de los jardines de Babilonia. Afortunadamente se han quedado sin presupuesto para disparates y por solo 300.000€, han saneado el parque eliminando algunos obstáculos, unas manitas de pintura, y han acabado con el pestilente habitáculo de los patos. También ha eliminado el resto de las jaulas. El ambiente decadente del parque, que es el que lo hace distinto, se ha conservado tal cual estaba. Por esta vez, hemos respirado aliviados con que se hayan conformado con este pequeño «lavado de cara».

                     Los videos del Alminar duran un minuto aproximadamente. Así evitamos la sobrecarga del blog. Un minuto es suficiente para cualquier cosa. Para desconectar de cualquier situación, o incluso para cambiar una vida. Un minuto es suficiente para saborear la felicidad, para disfrutar de un  instante irrepetible. La capacidad transformadora de un minuto es inmensa.

Parque Lobera, espacio medieval islámico


 

              La amenaza se cierne sobre el parque Lobera

   Han quedado tan orgullosos de la «milenaria y millonaria» remodelación del parque Hernández, que ahora prometen nuevos gastos suntuarios en el parque L0bera, con fuentes y plantas de mil colores de fantasía. Nos prometen recrear el jardín del Edén, o la nueva versión de los jardines de Babilonia, con un paseo «histórico » que se iniciará en el fuerte de Victoria Grande y llegará hasta el mencionado parque. Será una senda mágica que conectará el pasado con el presente y nos transportará hacia el futuro. Pero esto es la propaganda y la ensoñación.

   Lo que está claro, fuera de los sueños infantiles, es que el parque Lobera era un espacio medieval islámico de tipo rural. Todas las prospecciones realizadas allí, han hecho aparecer silos para almacenamiento de grano (islámicos o bereberes), abundante  cerámica (casi toda de factura musulmana), e infinidad de restos. Históricamente también han aparecido restos romanos por las inmediaciones. Como se ve en esta foto que nos cede amablemente un colaborador de El Alminar, los restos están prácticamente en superficie, lo que quiere decir, que aquí, por ser un lugar de interés arqueológico de primer orden, no se puede remover el suelo sin excavar y prospectar antes, toda la superficie del Parque. La Ley de Patrimonio Histórico español protege este tipo de suelos, y si hace falta presentar una denuncia en los juzgados, ante el riesgo de pérdida de patrimonio arqueológico, se hará, que no les quepa duda alguna.

        El parque Lobera necesita arreglos y sobre todo mantenimiento, que es lo único que no hacen, pero respetando el entorno, la historia del suelo y sobre todo, la esencia y las características de este parque. El parque Lobera es un espacio muy agradable, en donde solo se oyen los sonidos de la naturaleza. Así que si pretende venir aquí a instalar fuentes de mil colores con banda sonora de Bonnie Tyler y ruido ambiental, que vayan pensando otra opción.

Nota: En la foto se aprecia la existencia de una cerca de caliza amarilla, del mismo color que la muralla de La Florentina, igual que otra que hay enterrada bajo la falsificación de La Plaza de Armas, igual que la que apareció en la batería de la Muralla Real (estos últimos fueron pasados por la piqueta). Esas similitudes hacen pensar que proceden del mismo periodo histórico, que son de la misma factura y traza, y nos situarían, casi con toda seguridad, en la Melilla medieval musulmana.       En el plano se ven claramente dónde estaban las construcciones existentes a la llegada de los españoles. Casi todo lo que queda está en la zona del parque Lobera.