





Notas de un Jueves Santo
Ordenar o gobernar las pasiones suena a antítesis, porque lo pasional no es racional. Sin embargo, se debe hacer. Uno de los mundos más pasionales posibles es el relacionado con la Semana Santa, que siempre tiende hacia el exceso pasional.
Uno, una, quien sea, siempre quiere ver a su imagen titular en todos lados, y en toda suerte de condiciones, y a ser posible, por encima de cualquier otra. Por eso, porque la esencia de este mundo, el de la Pasión, es así, surgieron los reglamentos. Sevilla, Málaga o Toledo, tienen las procesiones más largas y complicadas, y con unas normas de funcionamiento más extensas que el Código Civil. En las procesiones de Valladolid o Zamora, conformadas en tradiciones de siglos, es imposible un colocar palillo distinto a lo programado, o saltarse un orden establecido. Gobernar la Pasión exige tomar decisiones, incluso ordenar, y hasta ceder.
La Semana Santa melillense es diferente. Probablemente es la única que fue liquidada por la propia Iglesia, en 1974. Luego todo su ajuar, mobiliario e incluso imágenes, fueron vendidas en almoneda. Su recuperación se inició casi desde cero. En toda esta segunda etapa, las hermandades y cofradías no han logrado articular un entorno independiente, a salvo de las injerencias políticas ni de las exigencias de la propia Iglesia, como sí hicieron en Málaga. Hemos visto convulsiones tremendas en los últimos 30 años. La iglesia de San Agustín del Real no ha conseguido recuperarse nunca de su auto expolio.
La subvención total libra de las incertidumbres de un futuro próximo siempre incierto. Asegura un presente estable, pero obliga a ciertas «servidumbres». No hay capacidad de decisión en un entorno así. Se colman las vanidades de unos pocos, y se congelan las esperanzas, ideas, y aportaciones de muchos. La Semana Santa subsiste, pero está demasiado controlada. Nunca han estado las cofradías tan ahítas de subvenciones, y nunca tan en silencio, como las procesiones del Viernes Santo.
Hasta el año 2019, estar en la avenida era muy incómodo, con unas tribunas que llegaron a hundirse, y dimos testimonio en El Alminar, y unos cuantos taburetes, insuficientes para resistir durante horas el paso de nuestros pocos pasos procesionales, y a veces muy retardados, casi hasta la desesperación del público, porque sin su asistencia nada tiene sentido. Fue la consejera de Cultura, Elena Fernández Treviño la que en 2022, después de la Pandemia, instaló unas gradas dignas y suficientes, y repartió centenas de sillas plegables por todo el recorrido oficial. Desde entonces está asegurada la presencia de al menos dos millares de personas. ¿Por qué no se hizo antes, por qué no lo pidieron las cofradías?
Las procesiones, los pasos y tronos individuales, no pueden eternizarse en el recorrido oficial. Hay una hora de paso inalterable, y un tiempo máximo de desfile procesional. Es un instante «hermoso» la liberación» del preso, pero no puede eternizarse. La cofradía de La Flagelación esperó una hora entera en la calle O´Donnell, con sus dos pasos procesionales (Flagelado y Mayor Dolor), en medio de los bares, a que la avenida quedase despejada de la interminable liberación del reo. Otra cuestión por discernir es ese encuentro bis, entre dos imágenes de la misma cofradía. La virgen del Rocío no es una imagen de Jueves Santo. En Málaga procesiona el martes, y además ya tiene su día de gloria el domingo de Resurrección. Al lado del Cautivo, en todo caso, debería haber estado la virgen del Mayor Dolor, que ya hemos dicho en dónde esperaban. El Nazareno de la iglesia de La Purísima Concepción, debería estar procesionando el jueves y no el Miércoles Santo, mudando su puesto con el Rocío. Necesitamos pues otra «virgen» o la misma pero con otra vestimenta, para una representación diferente a la del Domingo R, y en miércoles o martes.
En Melilla, los trayectos y recorridos no pueden durar lo mismo que en Málaga o Sevilla, con 1200 nazarenos y relevos constantes. Juanto a los pasos de procesión camina y acompaña fuerza pública, por un dilatado espacio de tiempo, superior incluso al de una guardia uniformada. Estas cosas se deben tener en cuenta también. Estas son las cuestiones que deben decidirse, porque está en peligro todo. Otra de esas cuestioenes es la del recorrido oficial, el mismo para todos. Si existe una calle peatonalizada para el ocio y la hostelería, los tronos no pueden atravesar las mesas. Hay otros recorridos. Siempre hay que decidir. Al menos que el esfuerzo de la participación como portante de paso, o el propio desfile, tenga la recompensa de la vistosidad.
Cualquiera que asista a las procesiones, y sepa mínimamente lo que pasa, comprobará que algo no funciona, que no encaja. El esfuerzo que se realiza es enorme, pero solo asegura el presente instantáneo, el de ese instante que vemos y disfrutamos. Los titulares informativos son tan bonitos y literarios, como irreales y engañosos. A la gente le gustó mucho el paso de la Virgen de las Lágrimas, y siempre sorprende por su intensidad la Banda de La Flagelación.