Los santos inocentes civiles de Gaza


Rafhael Lemkin (1900-1959) fue un abogado judeo-polaco que creó, en 1948, el concepto jurídico de genocidio, palabra que no existía en ningún idioma, hasta que él la creó y divulgó. El momento en que se separa de la masacre, la matanza indiscriminada, el crimen de guerra, o el crimen contra la humanidad, es en la intención. Ninguna de estas categorías, incluída la de genocidio, depende de la cifra de muertos causada. Pero esas diferencias hay que fundamentarlas en un sentencia. Genocidio fue lo sucedido en Ruanda con un millón de muertos, y genocidio fue lo de Srebrenica, en donde la comunidad musulmana de Bosnia fue exterminada, con un cifra aproximada de 8000 personas asesinadas.

Hay que decir que ni siquiera Alemania o Japón, en la II Guerra Mundial, fueron declarados «Estados genocidas», pese a que sus dirigentes y responsables militares, si fueron condenados por «crímenes contra la Humanidad y crímenes de guerra», y finalmente ahorcados. La acusación de «criminal de guerra» recae sobre personas, nunca sobre el Estado, y muchos menos su población. La instrucción abierta en La Haya, sede del Tribunal Penal Internacional, afecta en principio a Benjamín Netanyahu y a su ex ministro de Defensa, Yoav Gallant, sobre los que pesan ya órdenes internacionales de arresto. Quizá se extienda a más integrantes del gobierno de Israel, e incluso a miembros significados de sus Fuerzas Armadas, pero eso ya no cambiará las cosas. Esto lo define bien el preámbulo fundacional de la Corte Penal Internacional: «Los delitos son imputables a personas físicas, pero nunca a entidades con personalidad jurídica propia»; o sea un Estado, o un ministerio. La notificación de encausamiento y arresto sobre Netanyahu y Gallant dice: Presuntamente responsable de los crímenes de inanición como método de guerra y de dirigir intencionalmente un ataque contra la población civil; y los crímenes de lesa humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos desde al menos el 8 de octubre de 2023 hasta al menos el 20 de mayo de 2024. En el abanico de posibles delitos está el de genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad.

Nunca Jamás

La responsabilidad de Hamas, el movimiento totalitario islamista, es muy elevada. Lo que llevó a cabo el 7 de octubre de 2023, excede la consideración de atentado. Penetraron en el territorio de un Estado, asaltaron un kibutz y asesinaron indiscriminadamente a todos los pobladores que encontraron a su paso. Como escribe el filósofo francés Bernard-Henry Levy, hay un error de concepto en la calificación de esa acción, su nombre real es «pogromo», o sea, la matanza de población judía, solo por el hecho de ser judia. En ese asalto bárbaro, se mataron más civiles israelíes, que en toda la historia de los conflictos entre Palestina e Israel desde 1949. Fue un salto cuantitativo e inimaginable, al que el gobierno de Netanyahu respondió con una guerra devastadora y total. Un análisis detallado de la belicosidad y violencia de los gobiernos de Netanyahu se encuentra en: El Martirio de Gaza, del ensayista Norman G. Finkelstein.

Parar el asalto a Gaza

La población no debe sufrir nunca la violencia de los Estados. Un ejército pertenece a un Estado y preservar la vida de la población civil es una exigencia La realidad es que la Franja está completamente destruida y que el elevadísimo número de víctimas civiles no apunta en la dirección de su protección. En realidad, la Franja es un territorio inerme desde el punto de vista táctico, y aun así, le ha costado un millar de muertos al Ejército de Israel. Esto prueba el grado de militarización de Hamas.

Después de casi dos años de guerra, los terroristas islamistas de Hamas ya no tienen capacidad ofensiva ni defensiva ninguna. El Gobierno de Francia, ha condenado el asalto a la ciudad de Gaza y ha indicado que «no tiene lógica militar alguna». Parar la guerra en este preciso instante, no tendría ya consecuencia alguna para el Estado de Israel, ni siquiera riesgo de ser derrotado, tanto ahora, como en el próximo siglo. El Irán de los ayatolás esta inutilizado. La guerrila islamista radical de Hezbolá, fue convertida en nada al pimer embate. Los Hutíes del Yemen están viviendo sus últimos «momentos de gloria».

Así pues, ya no hay nada. Ningún enemigo de Israel, y que haya pretendido destruirlo, está ya en pie. La guerra puede cesar hoy mismo. No es concebible una solo víctima más. Netanyahu podría ya solo buscar la foto de la victoria, liberando a los rehenes que pudieran quedar vivos, y que Hamas debería haber liberado hace mucho tiempo y sin contrapartidas. Queda Catar, que resulta imprescindible para detener esta guerra y a Hamas. Serían pues el mal necesario, pero sólo en términos políticos, y en este preciso momento. El expresidente José María Aznar, mentalmente conectado al atentado islamista del 11 de marzo en Madrid, ya no debe temer nada. A un precio monstruoso, el gobierno de Netanyahu está a punto de dar el golpe final al terrorismo de Hamas.

Los santos inocentes de Gaza

Gaza, Khan Yunis, y otras ciudades gazatíes, son hoy montañas de escombros. Como hace un año lo fueron Mariúpol, y hace dos décadas Grozni, la capital de Chechenia. Todas esas destrucciones totales son crímenes de guerra, porque impiden y destruyen los medios de vida de la poblacion. En todas estas ciudades, las colas de sus habitantes para evacuarlas antes del asalto final, sobrepasaban lo imaginable, incluso lo soportable. Aquello muertos, porque importan todos, no tendrán nunca una cifra aproximada de víctimas. Quizá tampoco los presentes.

Sobre Ucrania hay una causa abierta por «presuntos crímenes de guerra» cometidos a partir de la invasión de 2022. Vladimir Putin y otros 5 integrantes de su gobierno de de la Federación Rusa, tienen órdenes penales de detención. Ocurre que ni Estados Unidos, ni Rusia, ni China, ni la propia Ucrania, ni Catar, ni Israel, han reconocido al Tribunal Penal Internacional de La Haya, establecido en 1998. Los traslados forzosos de población constituyen crímenes de Lesa Humanidad. Someter a la población a hambruna es crimen de guerra. Salvo que la situación se vaya de las manos y se genere una mortandad porcentualmente alta de la población, como sucedió en Ucrania en 1930, a manos de los bolcheviques. La colectivización forzada de los campesinos ucranianos llevó a la desaparición a 4 millones de personas, en lo que se llamó Holodomor, y constituyó un genocidio. Así pues, este es el horizonte en el que se mueve Netanyahu y los altos cargos de su gobierno, pero no Israel, ni su población. Eso sí, caso de ser condenados, el siguiente gobierno de Israel debería pagar compensaciones económicas, por el daño causado. Todo eso es demasiado lento y la guerra debe pararse de modo urgente.

El Tratado de Roma para la prevención del Genocidio fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas, en la resolución 260, y entró en vigor en 1951. Al genocidio se puede llegar, intencionadamente o no, pero asignarlo de antemano, es arriesgado para un país, y su acción exterior. Ahora lo que importa es salvar a la población de la Franja de Gaza, y no hay un plan. Hay muchas ONGs actuando sobre el terreno, y la propia Naciones Unidas, pero están sometidas a los mismos vaivenes que la población gazatí, y expuestas a los mismos bombardeos. Se debe pedir «una zona de exclusión», con entrada regular de la ayuda, con protección de soldados de la ONU, y de las propias fuerzas militares israelíes.

Sobrevivir en tiempos fóbicos

La rusofobia, presente en toda Europa, llevó a la imposición de sanciones económicas a Rusia, y a la exclusión de todos sus equipos deportivos. Al menos esta última parte es un error, como se demostró en las Olimpiadas de Moscú en 1980, y en Los Ángeles en 1984. Las sanciones económicas son algo muy complicado y el principal daño recae sobre la población. No son útiles y enquistan a los regímenes dictatoriales. Además, llevan aparejado que el país o países sancionadores, dejan de ser interlocutores, con el país o potencia hostil. Nada ha detenido a Rusia y ya son tres años de guerra. Pero hay más fobias en juego y todas igualmente peligrosas. Hay que alejarse de ellas y de la polarización, porque de ese terreno no se vuelve.

Catar es un país imprescindible para detener la guerra antes de que acabe septiembre, pues son los principales sostenedores y financiadores de la Franja y de Hamás. Israel, Netanyahu, no debió atacarlos nunca. Hamas debe liberar a los rehenes, caso de pueda hacerlo todavía. solicitar la rendición, y evitar un sufrimiento del pueblo palestino. Europa debe buscar su propio papel y voz, pidiendo que se juzgue a los responsables de la actual catástrofe, que marcará al mundo. Debe hacerlo ya, porque lo que hay que salvar es a la población. Y aunque no se hayan mostrado, algunos países árabes, tienen mucho que decir y hacer, para detener, antes del 30 de septiembre, esta barbarie, masacre, matanza, o como se la quiera denominar, independientemente del calificativo penal que alcance.

La franja de Gaza


El Estado de Israel fue proclamado de modo legítimo el 14 de mayo de 1948, tras autorizarlo la Organización de Naciones Unidas, en un plan diseñado ex profeso. Sin embargo, el plan albergaba la semilla del error, pues al consentir la partición del territorio, se inducía a la creación de zonas étnicas puras. El traslado forzoso de la población palestina, asentada en la zona desde varios siglos atrás, comenzó de inmediato. Es cierto que el ala dura del sionismo, apoyada por Inglaterra como antigua potencia colonial, comenzó a desbordar los límites establecidos por la ONU, ocupando ilegalmente territorios que no le pertenecían.

Este proceso, hay que tener mucho cuidado con los términos a emplear, recuerda mucho al que siguieran los Estados Unidos en su formación y expansión, con la población india autóctona, a la que fue masacrando primero, y luego recluyendo en reservas. En realidad, Cisjordania y la franja de Gaza son dos reservas. Es lo que creó la ONU, porque no sabía aplicar otro modelo. Este funesto modelo de división étnica, se acabaría repitiendo en la Guerra de Yugoslavia (1991-2001). Aquí hay que recordar siempre, que la alianza de Europa, bombardeó una capital europea, Belgrado, entre marzo y junio de 1999, matando a casi 500 soldados del ejército yugoslavo, y entre 2000 y 5000 civiles. Los rectores de la OTAN, y los presidentes de los países que participaron en esos bombardeos, cometieron un claro «crimen de guerra». La OTAN pretendía forzar y consiguieron, a que Serbia renunciase a un territorio serbio, como era Kosovo. Luego consintieron y autorizaron la aberración de dividir Bosnia-Herzegovina, en zonas étnicamente diferenciadas. A algunos de esos líderes todavía los vemos hablar en televisión, otros ya murieron.

Estando documentada la «limpieza étnica» en Palestina, por el profesor israelí Ian Pappé, no son comparables a las atrocidades vistas y consentidas en Yugoslavia, o las llevadas a cabo por los Estados Unidos en su territorio, o por los ingleses con los aborígenes australianos. Israel surge por la enorme vergüenza de las naciones europeas ante la magnitud del Holocausto, en el que las 3/4 partes de la población judía europea fue exterminada, 6 millones de personas, y ante la presión de 2 millones de judíos europeos sobrevivientes, viviendo en campamentos por toda Europa, sin hogar y con todas sus propiedades expropiadas.

No hay ninguna razón bíblica para la creación de Israel, solo vergüenza y culpa, que pagaron otros inocentes, los palestinos, que fueron desposeídos de sus tierras y medios de vida. Se eliminaron aldeas, ciudades, fueron talados más de 700.000 olivos y naranjos, y se reasentó a la población desalojada en lugares muy distintos de los que eran originarias. Al error conceptual de la partición del territorio, siguió otro que no ayudó en nada a una evolución pacífica de las cosas, y es la inmediata declaración de guerra por parte de la Liga Árabe, a la proclamación del Estado de Israel en 1948.

Matanzas y crímenes de guerra en Gaza

Una matanza o un crimen de guerra lo es, tanto si se mata a 100 personas como a 3.500. Cada categoría tiene su magnitud. No hay posibilidad de hacer un «bombardeo selectivo», cuando se lanzan bombas en medio de ciudades, como hace el Ejército de Israel. Las víctimas civiles aparecen siempre, y además, al estar encerradas en un territorio (Gaza) no hay posibilidad de escapar. Están en una situación de indefensión completa.

Hamas es un grupo fundamentalista y terrorista, que lanza su cohetería de modo indiscriminado sobre las ciudades israelíes. Más del 90% de esos cohetes son destruidos por el «escudo defensivo» de Israel. Hamas esconde y utiliza la infraestructura civil de Gaza para sus actividades terroristas, como el lanzamiento de cohetes.

Sin embargo, nada de eso es excusa para las acciones de represalia por parte del Gobierno israelí. El límite moral está en la muerte de niños. Lo mismo nos da que sean por causa de los bombardeos selectivos, como dice la Autoridad Nacional Palestina (ANP), o por los propios cohetes de Hamas, como afirma el Gobierno de Israel. Esa es la diferencia que debe existir entre un Estado democrático e integrante de la ONU, y un movimiento terrorista reconocido como tal, como es Hamas. Hemos consultado todas las fuentes, y algunos hechos son innegables, aunque el gobierno israelí explique que al menos 350 de esos 2300 cohetes lanzados cayeron sobre la propia franja.

La desproporción de las fuerzas en litigio, de los medios empleados por ambas partes, y la imposibilidad de huir por parte de una población encerrada en una franja de terreno, hace imposible calificar a esta situación como conflicto bélico. Palestina no es Hamas, ni esta organización es un ejército. La población de Gaza no debe sufrir la destrucción de infraestructuras vitales, por parte del gobierno de Netanyahu, una vez tras otra.

La Comunidad Europea y la propia ONU, deben tomar cartas en esta situación inhumana, y forzar a la negociación con el Estado de Israel, que debe respetar todos los acuerdos y resoluciones de los organismos internacionales, devolver los territorios ocupados, y comprometerse a para la política de asentamientos en territorios palestinos. El sufrimiento de la población de Gaza debe tener fin y la población tener alguna esperanza. Toda la ayuda internacional se pierda con cada nueva destrucción. Esto es lo que identifica a un Estado democrático, que está obligado a cumplir con todas las normas y tratados internacionales, tanto los generales, como aquellos que le afectan de modo específico.

Las cifras de UNRWA no admiten discusión: 76 edificios y mas de 700 viviendas destruidas. Daños en la red eléctrica, de agua y de saneamiento. 139 muertos, de los cuales 39 son niños y mas de 1000 heridos entre la población palestina. En el lado israelí hay 9 fallecidos, de los cuales 2 son niños. Los cincos niños de la fotografía perecieron sepultados en un bombardeo. Hamas e Israel se responsabilizan mutuamente de la acción.

Fuentes: United Nations Relief and Works Agency, cuenta oficial del Estado de Israel, Palestina Hoy

Tiempo de voluntarios


 

            Es tiempo de voluntarios. Ya no hay ninguna tragedia o acontecimiento que suceda en el mundo, y que no tenga su inmediato reflejo en las fronteras de nuestro país, o de cualquier otro. Queremos mantener nuestro modo de vida, pero no queremos que nada nos afecte, y eso no es posible. La crisis Siria llegó a nuestra ciudad en 2013 y tuvo inmediato reflejo en El Alminar. La llegada de inmigrantes africanos a las fronteras de Ceuta y Melilla se produjo a partir de 1994, tras el genocidio de Ruanda en ese mismo año. En 2001, con la 2ª Guerra del Golfo, pudimos ver iraquíes por primera vez en la ciudad. Nada ha sucedido en el Mundo, sin que tuviese su impacto en nuestra ciudad.

                Esa lenta llegada de refugiados, de emigrantes, a España, a Europa es en realidad una pequeña muestra de lo que sucede en los países limítrofes de las zonas de conflicto. Los refugiados sirios, los sudaneses, los yemeníes, los de cualquier otro lugar, se cuentan por millones en los países fronterizos. Esto hay que decirlo cuantas veces sea necesario, aunque nadie nos crea, ante la llegada de fenómenos políticos como VOX, que se nutren del miedo a la inmigración, que ellos mismo hacen crecer entre la población.

            Hay un discurso muy rancio y muy falso contra las organizaciones de voluntarios, agrupadas en el acrónimo de ONG (organizaciones no gubernamentales), que las coloca en la primera línea de comentarios de masa popular, y que a veces incentivan algunos partidos políticos.

          Los Estados no llegan a todos lados ni siquiera en sus propios países, así que mucho menos pueden hacerlo en zonas de conflicto armada, o de desavenencias fronterizas. Todo ese terreno abandonado es el campo de trabajo y actuación de las organizaciones de voluntarios u ONG. Son muchas y todas necesarias. Algunas son muy conocidas y otras menos, pero todas cubren en conjunto, los desastres de las políticas internacionales y del voraz sistema capitalista liberal, imperante en el planeta.

        Nuestra preferida es UNHCR-ACNUR, que es la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, organización de la que Estados Unidos se ha retirado como Estado contribuyente. Prácticamente todas las Autonomías españolas colaboran con proyectos de ACNUR, salvo Melilla. Debería que obligatorio que todas las capitales de provincia, autonomías y gobiernos destinasen una cantidad mínima para proyectos de desarrollo en países en desarrollo o en crisis bélicas.  Hay una idea muy extendida y aceptada que consiste en intervenir en los países emisores de emigrantes, pero nadie está dispuesto a destinar esa parte de dinero necesaria, con lo cual volvemos al inicio. Se puede hacer de modo individual, institucional o colectivo.

          Hay tantas  organizaciones de voluntarios, que no caben excusas para negar un poco de ayuda o de recursos a las mismas. Hay dos modos de colaboración, una la activa, que sería la que implica la participación personal; y otra la pasiva, que es aquella en la que destinamos parte de nuestro dinero a aliviar la situación de los refugiados o damnificados en cualquier lugar. Las más visibles son organizaciones laicas (Oxfam-Intermon, Amnistía Internacional, Médicos del Mundo, Cruz Roja) pero también las hay de carácter religioso, como Manos Unidas, Misiones Salesianas y una que recientemente ha aparecido en Melilla, de carácter islámico, pero que cubre todo tipo de situaciones, y que es parecida en sus objetivos a ACNUR. Se trata de Islamic Relief. 

           Para el conflicto de Palestina existe una organización específica de Naciones Unidas, que se denomina UNRWA, que intenta paliar la dramática situación de la franja de Gaza, una de las más terribles del mundo, por su larga duración.

               También existen organizaciones ecologistas como Greenpeace o WWF ( Worl Wildlife Fund), conocida en España como ADENA (asociación para la defensa de la naturaleza) y que fue fundada entre otros, por el doctor Félix Rodríguez de la Fuente.

                Nota:http://unrwace.blogspot.com/