La visión de árboles con ceñidores metálicos es desoladora. La poda severa a la que se ven sometidos los cinamomos del barrio del Real, en las calles del general Villalba y de Las Infantas de España, hace que su tronco se seque, con el consiguiente riesgo de caída o fractura del tronco. Cada dos años la devastación de la empresa Talher pasa por allí y cercena las ramas principales, con el consiguiente daño para el árbol. Los troncos resecos están llenos de muñones que antes fueron ramas.
Cada vez con menos fuerza, el árbol intenta regenerarse y crecen nuevas ramas, pero a costa del tronco, convertido casi en leña. La situación es tal, que ya hay media docena de árboles con ceñidores. Otra media docena de ellos ya ha sido talados en la calle Villalba. Los árboles perdidos no se recuperan. Se necesitan dos décadas para que un cinamomo, o una acacia alcance este grosor y este volumen de sombra. Llega el calor y la poda prosigue de manera implacable. No hay respiro ni frescor alguno en las calles. todo empieza a ser intransitable. En los poemas de Machado era el rayo lo que secaba el tronco de un olmo. En Melilla es la empresa encargada de cuidar y mantener la vegetación, la que suple la acción del rayo.
Al cinamomo se le denomina como el árbol del paraíso. En Melilla es la visión del infierno.