El final de los árboles


             Hubo un tiempo lejano, hace dos años, en el que los cinamomos en flor de la avenida de las Infantas de España en el Barrio del Real, ofrecían en otoño una de las pocas imágenes hermosas de la naturaleza, en el interior de la ciudad. Al tratarse de uno de los pocos árboles de hojas caducifolias del arbolado urbano melillense, mostraban el contraste típico del otoño. La última vez que se vio esa imagen fue en otoño de 2014, porque unos meses después llegó la gran poda y los árboles no recuperaron nunca su anterior frondosidad. Han pasado dos años y los troncos, sometidos a esas constante agresión se han secado. Algunos ya han sido talados y las muescas  comienzan a verse en las hileras de árboles. Otros están sujetos con cinturones de hierro para evitar su desplome.

         La poda constante y bianual como plazo máximo, provoca diversos males irreversibles en el árbol, como el raquitismo en los troncos, caso de las acacias;  o la muerte del árbol, como en los casos que presentamos.  El tronco y las ramas se retuercen dando lugar a formas extrañas, torturadas y fantasmales. La calidad del arbolado está ya muy deteriorada. Se ven árboles muertos por todos lados, y los que sobreviven presentan un aspecto muy poco. No hay más que decir, tan solo mostrar el resultado de este tipo de podas. En solo dos años han arrasado el esplendor de los cinamomos del barrio del Real.

              Parece que escribimos siempre de lo mismo y que escribimos el mismo artículo. La realidad es que no. Si no hubiésemos hecho el trabajo previo de fotografiar todo, desde y durante cinco largos años, ahora no podríamos comparar y mostrar los hechos, para que quien mire y lea, vea las cosas por sí mismo, que es de lo que se trata. No pretendemos tener razón. Hay un deterioro muy grande del arbolado de la ciudad en este último lustro de pesadilla para el medio ambiente urbano. Todo esto ocurre en la ciudad que un día tuvo 1700 ficus, algo de lo que escribiremos en un plazo no muy largo de tiempo.

             Nota:https://elalminardemelilla.com/2016/02/13/los-cinamomos-del-real/

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Cosas que no suceden


           Si no hay observador, no hay hecho observado. Para que algo exista debe darse cuenta de ello. A veces, las cosas suceden tan rápido, que no da tiempo a escribirlas, o incluso suceden tantas veces, que ya no se distingue unas de otras, o incluso parece la misma, o no haber sucedido nunca.

              Para hacer una rotonda en la plaza del 1º de mayo, en donde está el demonio Crono, se arrancaron árboles hace mucho tiempo*, y dimos cuenta de ello. Luego los árboles fueron trasplantados y murieron **, y también lo escribimos. Parece que siempre escribimos sobre lo mismo, pero no, porque se trata de acciones diferentes, muy separadas en el tiempo.

            Hace no demasiados días volvieron a reponer los árboles del lugar en donde fueron colocados,  tras ser arrancados de su antigua posición en la calle Duquesa de La Victoria. Aquellos árboles trasplantados murieron, y la acera estuvo meses sin los ficus. Ahora han vuelto a colocar allí dos ejemplares, procedentes de algún lugar indeterminado. Tras varios días asentados en el lugar maldito, parece que seguirán la misma suerte que los anteriores.

            Un edificio histórico de un siglo de antigüedad (con un bello voladizo de artesonado de madera), que han conocido generaciones enteras, desaparece en una semana y ya nadie se vuele a acordar de él. Hay árboles que no se reponen nunca de esas podas y talas salvajes; y edificios de los que nunca más se vuelve a saber.

            Notas:*https://elalminardemelilla.com/2014/02/03/los-arboles-sobrantes/; **https://elalminardemelilla.com/2014/05/25/la-vision-de-los-arboles-muertos/

La visión de los árboles muertos


 

        La construcción de dos rotondas, fue la excusa para arrancar árboles de cuajo, serrarlos hasta el límite y proseguir con  la devastación arbórea de la ciudad. Modificar el paisaje urbano hasta el paroxismo, en una continua bacanal de cemento y obras. Han pasado varios meses desde el brutal proceso de arrancamiento de árboles y el resultado no puede ser más desolador, ni tampoco más evidente.  Los árboles están muertos.  En donde antes hubo ramas fuertes y vigorosas, ahora solo quedan matojos, y eso en el mejor de los casos. Los árboles que fueron devastados, ahora están completamente secos.

        Escribimos varias entradas sobre aquel proceso, lo fotografiamos de modo abundante para que no cupiese dudas y por eso ahora, podemos comparar. Intentar trasplantar un árbol que lleva arraigado 5 décadas es un proceso complicado, porque por mucho cuidado que se tenga (no tuvieron ninguno), las condiciones de luz, sombra y la nueva posición ya no serán las mismas. Aunque no lo crean en la Consejería de Medio Ambiente, los árboles son seres vivos. Si parte de arrancarlos de su lugar original, se les tala las ramas hasta el tronco, entonces se le está sometiendo a una agresión feroz, cuyo resultado solo puede ser uno, el que se ve en las fotografías.

           Mención aparte merece  el pino de pisos que se encontraba en el medio de la plaza del 1º de mayo y que también fue arrancado de su lugar, por obra y gracia de la nueva rotonda. Pasados tres meses, el pino a perdido más de la mitad de su frondosidad y ya es casi un esqueleto arbóreo.

          Nota: (1)https://elalminardemelilla.com/2014/02/06/el-arbol-de-enmendio/ . (2)https://elalminardemelilla.com/2014/02/03/los-arboles-sobrantes/