Los cinamomos del Real


 

Los trabajos y las condenas del infierno

      En la mitología griega y antigua, los peores trabajos del infierno consistían en repetir una y mil veces una misma acción: como intentar llenar de agua un pozo sin fondo, subir por una escalera interminable, acarrear piedras para construir un muro interminable, o escribir sobre la podas de Melilla, una vez tras otra, año tras año, casi con las mismas imágenes y palabras.

        Estos son los cinamomos del tramo final de la avenida de las Infantas de España (Elena y Cristina), en el barrio del Real. Todos los otoños, estos árboles ofrecen una colorida estampa, en una ciudad en al que casi todo su arbolado es de hoja perenne. En Melilla, si se quiere ver el otoño, hay que buscarlo, pues hay muy poco árboles de hoja caduca.

      Luego, en el infernal ritmo, tras la pérdida de las hojas, llega la devastación de la poda, implacable, eterna, constante, como una maldición. No se reduce masa de la copa, es que se sierran las ramas, todas, tanto las principales, como las secundarias, y así, en apenas un trimestre, se pasa de una imagen bella a una dantesca.

     Este tipo de poda implacable seca los troncos de los árboles, los convierte en sombras de sí mismos, en una apariencia de naturaleza. En Melilla no hay ya nada verde. Se poda en cualquier tiempo y momento, sin respetar nada, ni floración del árbol, ni época de anidación de pájaros. Luego se caen los árboles y no encuentran explicación. La mala calidad arbórea de la ciudad es muy notoria.

      Como en uno de los trabajos del Tártaro, cuyo dueño (Cronos), tiene dedicada una estatua en Melilla, nos obligan a escribir sobre las mismas cosas, en infernal condena, así que pasen dos años, o mil.

         Nota:https://elalminardemelilla.com/2014/03/29/el-gorrion-en-el-arbol-devastado/

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Un comentario en “Los cinamomos del Real

  1. Una lucha eterna, esta contra la bestia que cambia de nombre y siempre reaparece. No obstante, de vez en cuando algunos días, tenemos motivos para alegrarnos y celebrar una victoria, como hoy. Al menos para reír un poco, como Machado.

    «¡Qué gracia! En la Hesperia triste,
    promontorio occidental,
    en este cansino rabo
    de Europa, por desollar,
    y en una ciudad antigua,
    chiquita como un dedal,
    ¡el hombrecillo que fuma
    y piensa, y ríe al pensar:
    cayeron las altas torres;
    en un basurero están
    la corona de Guillermo,
    la testa de Nicolás!»

    Por el momento han caído dos buenas torres, y no me refiero a las del ayuntamiento de Melilla.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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