La vida entre cascotes y grietas
No se puede dejar de escribir y de hablar de algo que todavía no ha acabado, grupo de seísmos de Melilla, y cuyo final dista todavía de poder anunciarse. Melilla sigue viviendo nuevos terremotos con sus réplicas diferenciadas, y todavía hay quien insiste en decir que solo hubo uno, el día 25 de enero y que todos los demás, hasta 1600, son su consecuencia. De aceptarse esta tesis, dejaría sin explicación posible, el terremoto del día 21 de enero, con su magnitud de 5,1. Todo es liberación de energía en los bordes y placas tectónicas, por lo que el que cuatro días después se produzca una mayor, entra difícilmente en cualquier previsión, como tampoco encaja el que justo un mes después, se produzca un movimiento igual, al que inició la serie. Si sumamos la energía contenida en esos 1600 movimientos, de los cuales más de medio centenar supera la magnitud 3, la cantidad de energía liberada resulta astronómica.
El estado de la ciudad y la gestión de las ayudas
La Ciudad de Melilla, a través de su Consejería de Fomento, ofrece un único expediente de solicitud de inspección, que ya informan que tardará en producirse, si se solicita de manera ordinaria sin aviso previo a emergencias. Además informan que las ayudas se conceden de modo preferente a edificios sin seguro, por lo que serán derivados al Consorcio de Compensación de Seguros. La Delegación del Gobierno solo ofrece ayudas a los propietarios que residan en los edificios, o ayuda para enseres de primera necesidad. En realidad, no hay ninguna ayuda inmediata, salvo los hoteles de segunda fila y pensiones, para familias desalojadas. El parque de viviendas en alquiler está cerrado para esta situación de emergencia, de la que no se sabe su final.
Sin embargo, como si hubiera habido un único terremoto y la situación crisis sísmica ya estuviese zanjada, las Autoridades ya han informado de que el viernes 26 de febrero finaliza el plazo para la solicitud de ayudas, cuando es imposible que se hayan inspeccionado todos los edificios dañados, agrietados o afectados por el grupo de seísmos de Alborán. Así pues, nada se sabe de cómo se van a gestionar los 12 millones de euros solicitados, ni si esa evaluación de daños será suficiente, habida cuenta del estado en el que se encuentra la ciudad. Como si fuese un dato de gestión, se ofrece la cifra de 1300 expedientes de ayudas solicitadas, sin saber siquiera si ese número, resulta un indicador de la realidad de la ciudad.
El terremoto de Lorca
La ciudad de Lorca, casi destruida por un terremoto en mayo de 2011, creó enseguida una comisión de seguimiento, y se formó una plataforma de afectados, que periódicamente se reúne con los partidos políticos, y realiza un seguimiento de la gestión de esas ayudas. Pasados cinco años, de los 78 millones de euros concedidos al municipio murciano, que tramitó 18.000 expedientes, solo se han recibido y resulto el 80% de las ayudas solicitadas. Este hecho indica que no se entra en un camino fácil, sino sinuoso y prolongado. Casi mil personas todavía no han podido volver a sus hogares, y casi un centenar ni siquiera han visto iniciada la reconstrucción de sus casas, y todavía se adeudan 15 millones de euros en ayudas al alquiler. Si con transparencia y a la vista de todos la solución es complicada, en la opacidad pretendida en Melilla, puede resultar todavía un camino más tortuoso. Un mes después, y en plena reproducción de los movimientos sísmicos, no hay plan alguno para el realojo de las familias afectadas, procedentes en su mayor parte del distrito Centro y del barrio del Tesorillo.
Una forma diferente de construir y de mantener la ciudad
Casi la mayoría de los desprendimientos se han producido en elementos ornamentales, en cornisas, en balcones y en otros elementos no estructurales, pero sobre todo en inmuebles muy viejos, que no se sabe cómo, tenían en vigor sus cédulas de habitabilidad, y en un deficiente estado de conservación. La parte ornamental de la fachada del edificio de la calle Prim, que tuvo que ser demolida, era un puro escombro desde hace muchos años. Los mastodónticos y feos adornos de la plaza de toros, echados abajo en su mayor parte, se encontraban en un pésimo estado desde más tiempo del que puede recordarse. Los muros y azoteas que se construyen en la ciudad, incluso en edificios nuevos, con pocos o nulos anclajes, son candidatos adecuados para el derrumbe por sí mismo. Las pantallas de ladrillos, para hipotéticos locales comerciales, de los bajos de edificios nuevos, pueden tirarse años así, sin que nadie los inspeccione, hasta que alguna fuerza de la naturaleza los echa al suelo.
En Melilla debe construirse de otra manera, y mantenerse de una manera eficaz y constante. El chapú o el apaño, deben ser desterrados de nuestro vocabulario arquitectónico. Muros nuevos, como el del Club Marítimo, ampliado hace no mucho, presenta un estado muy amenazante. Ahora mismo, da miedo caminar por muchas zonas de la ciudad. Hasta la fecha, el viento ha producido más destrozos en la urbe, que cualquiera de los asedios a los que ha sido sometida en el pasado.
Nota: http://www.eldiario.es/murcia/politica/terremotos-Lorca-reivindicaciones-Asamblea-Regional_0_407359263.html