De Pussy Riot a los titiriteros de Madrid
En el año 2012, las democracias occidentales se estremecían y alzaban coléricas contra la Rusia de Vladimir Putin, porque se había encarcelado y condenado a las integrantes del grupo de roqueras rusas Pussy Riot, porque dentro de la catedral de Cristo Salvador de Moscú, habían entonado un canción irónica en contra del Presidente de Rusia. A modo de oración proclamaban: «Madre de Dios, líbranos de Putin». En la canción denunciaban la connivencia de la Iglesia Ortodoxa de Rusia, al menos de la alta jerarquía, con los excesos autoritarios del presidente Putin. Se proclamó a los cuatro vientos de Occidente que en una democracia no se puede encarcelar a artistas. Esto es verdad y también vale para España.
En aquella ocasión se esgrimieron los delitos más duros contra ellas, como es el de ofensas a la Iglesia Ortodoxa Rusa. El hecho de votar no otorga la categoría de democracia a un régimen autoritario, o a un Estado en el que gobierna las oligarquías, y en el que las empresas y sectores económicos estatales de la Unión Soviética pasaron, en uno de los procesos más turbios posibles, a manos privadas, y de personajes de nula condición democrática. Lo que sí es un indicador de alarma del empobrecimiento de la calidad democrática, es la detención y encarcelamiento de artistas. Lo ocurrido en Madrid, con la Ley en la mano, es un exceso de rigor judicial, que luego no se ve emplear contra los maltratadores de mujeres, contra los pederastas o contra los saqueadores del Estado. Para estos tres últimos grupos están todas las garantías procesales posibles.
El manual de la crispación política y social
La derecha española, cuando no gobierna o está a punto de perder el Poder, agita la sociedad hasta extremos de confrontación, a través de sus medios de propaganda, utilizando todos los medios de presión de los sectores económicos y políticos dominantes. Cualquier cosa con tal de no alejarse del poder, esconder el debate de la corrupción de su partido principal, el PP, o hacer caer al Gobierno cuando no son ellos los que lo ocupan.
Títeres desde Abajo y su obra «La bruja y don Cristobal», pasarán a la historia del absurdo español, en el concepto del dramaturgo Fernando Arrabal, o del esperpento, según Valle Inclán. Se ha creado un estado de opinión y de tensión, entre quienes no han visto la obra y sin embargo todo el mundo opina sobre ella. En una de sus últimos libros, Santiago Carrillo, analizó la estrategia de la crispación por parte de la derecha española, a lo largo de todo el siglo XX. En la etapa actual, menciona los nombres de Aznar, Rajoy, Esperanza Aguirre. Tienen otros muchos personajes muy agresivos, instalados en los medios de comunicación de masas, forjadores de opinión, que siembran la crispación social con su gasolina mediática. Es imposible opinar o intentar averiguar la verdad de lo sucedido, la características reales de la obra de títeres, sin ser objeto de frases agresivas y cavernarias.
La crispación es una estrategia de la derecha política española, tendente siempre a un mismo fin, conservar el poder o alcanzarlo de cualquier modo.