¡Corre, que viene la policía!


 

         El Rastro: la pescadería de Ordenalfabetix y Yelosumarine

     Sucede todos los días, pero no por eso deja de producir perplejidad. Todos los días, a partir de las diez de la mañana comienza la venta ilegal e insalubre de pescado,  en las calles del barrio del Rastro en Melilla. Todas las mañana a partir de las once, la Policía Local comienza sus rondas por la zona.

     Cuando se ve llegar el furgón policial, invariablemente, los vendedores de pescado recogen su mercancía e inician un simulacro de carrera. Los policías locales se bajan del furgón, deambulan por la zona y al no «pescar» a ningún pescadero ambulante, vuelven a irse.  Pasado el «peligro», los vendedores atípicos vuelven a colocar su mercancía en el suelo y la noria vuelve a girar. Así hasta tres o cuatro veces al día.

      La verdad es que no parece haber remedio contra este tipo de comercio, que ensucia la zona y la convierte en un lugar apestoso, casi tanto como la pescadería de Ordenalfabetix, el pescadero del pueblo de Obelix y Asterix.  Sobre todo, no parece haber remedio porque si se ofrece mercancía es porque hay clientes. Cualquiera ha visto como coches de cualquier gama, se paran al lado de los puestos callejeros de pescado, miran la mercancía  del día e introducen la compra por la ventana.

        ¿De dónde sale este pescado?. Esta es la fuente de la que mana el problema. No puede saberse si se trata de pescado del día. Algunas fuentes no han comentado que es pescado del día anterior, que sale de las cámaras de refrigeración y que ya no puede ser vendido como pescado del día, que sí pasa control veterinario. Hasta la fecha, no parecen haber funcionado ninguno de los intentos de acabar con este tipo de venta, en ninguno de los mercados de la ciudad. Ni en los intentos de en serio, ni en éste momento, que más parece el juego de «la gallinita ciega».

El Rastro is different


Una sucursal de pan, y la oferta  económica del año

   El Rastro de Melilla es algo diferente a lo que podría indicar su nombre, es diferente a lo que uno evoca con esa palabra.  El Rastro de Melilla es lo más parecido a un zoco, de hecho,  sigue la tradición de los mercados de la zona, con la diferencia de que en vez de un día a la semana, ofrece sus productos y diferencias a diario. en el Rastro de Melilla se puede encontrar cualquier estampa inimaginable en otras partes del mundo, o similar a muchas otras partes de ese mismo mundo. Ropa, productos perecederos, tiendas de cualquier cosa de 2ª mano, productos rescatados prácticamente del desguace o incluso algo que nosotros desechamos, puede volver a encontrarse, cualquier día en El Rastro.

    Sin embargo, en esta ocasión es una sucursal de pan la que ha causado la sensación comercial de la ciudad. Ofrece 10 bollos de pan, por solo 1€. De la oferta se habla en cualquier parte de Melilla. Muchos la conocen y se desplazan desde otros barrios a por ella. Había oído hablar acerca de esta oferta, pero fue hablando con una familia cuyo presupuesto es de 3€ al día para comida,  cuando me ofrecieron la imagen más nítida de esta sorprendente y exitosa oferta.

    Han pasado los tiempos de la ganancia desaforada, del querer amortizar cualquier negocio en el primer año de funcionamiento, de ofrecer los productos por encima de su valor real. Una oferta que sirve para aumentar las ventas y además hace una función social. Es la revolución del pan, en El Rastro.

La marisma del Rastro


                                    En busca del pescado

              Melilla nunca deja de ofrecer imagenes sorprendentes. En una mañana de trabajo como otro cualquiera,  bajo un  plomizo levante, el Rastro aparecía lleno de garcillas que deambulaban confiadas entre coches y transeuntes. la solución al enigma se produjo de modo instantáneo, pues las garcillas (que son abundantes), merodean en los alrededores de los vendedores de pescado, que eso sí, se veían en una cantidad menor que hace un mes. Los vecinos del Rastro llevan meses denunciando la alta presencia de gaviotas en sus inmediaciones y quizá la explicación se encuentre aquí.  La venta de pescado en las calles provoca un fuerte olor que pudiera hacer  de poderoso atractivo para las aves, que creen encontrarse en una particular marisma, en «el dorado», o en el buffet libre de un hotel de sol y playa.

     La escasez de pescado en la bahía de Melilla, la falta de caudal en el Río de Oro, en donde la lagunilla de Mari Guari lleva seca prácticamente todo el año debido a la sequía, hace que estas aves, asentadas en nuestro entorno  desde hace unos años, busquen nuevos lugares en donde estar frescas y en donde alimentarse. El Rastro está lleno de pescado fresco y no lo decimos como crítica, sino como explicación a la presencia de aves en sus calles, que ni siquiera se molestan en alzar el vuelo. Están y viven confiadas, esquivan los coches y a los peatones, en busca de un boqueroncito o de un jurel.

             Aunque disminuida, parece imposible erradicar la venta de pescado en la calle, entre otras cosas por la existencia de una fuerte demanda. La única solución pasaría por limpiar la zona con productos desinfectantes que eliminen el olor a pescado y evitar así  un efecto,  que parece provocar  la concentración de gaviotas y garcillas en busca de alimento. De momento las garcillas tienen pescado fresco y charquitos formados por  los baldeos, para beber y refrescarse.

En El Rastro de Emvismesa


            

                      El fracaso de El Rastro

    La Empresa Municipal de la Vivienda de Melilla fue creada en 1991 por el entonces concejal Enrique Remartínez, que gobernaba en coalición con el PP de Ignacio Velázquez, que no obtuvo la mayoría absoluta en aquellas elecciones, lo que le obligó a pactar con los dos concejales del PNEM (Partido Nacionalista Español de Melilla). La idea de Enrique Remartínez (q.e.p.d.), anterior  Decano del Colegio de Médicos de Melilla, era la de construir viviendas de bajo coste y poder ofrecerlas a personas con bajos recursos. Ideó las famosas viviendas prefabricadas de la calle Castellón de La Plana y una promoción de la calle Sión, en el barrio hebreo. La Sede de la Consejería de Servicios Sociales, en Carlos de Arellano,  es también obra suya, e igualmente de paneles prefabricados, que reducían mucho el coste y el tiempo de construcción.

          Algo no resultó de todo aquello y tras la marcha del concejal nacionalista de la política activa, Emvismesa  siguió, pero para fomentar la creación de empresas, y la elaboración de estudios sobre el futuro económico de nuestra ciudad. Actualmente, aparte de seguir cumpliendo con las funciones para las que fue creada, es un varadero de cargos de libre designación de «alta gama». A lo largo de estos últimos diez años, Emvismesa construyó otras dos promociones de viviendas protegidas, la de la urbanización «Lo Güeno» y la del antiguo grupo de Primo de Rivera (*).                        

         Construcción de viviendas en El Rastro

    No se sabe si por el mal de altura, o por la creencia de que todo el monte es orégano, la empresa publica melillense se lanzó a la compra indiscriminada de solares (**)  en la zona de El Rastro, comportándose: «como una promotora privada», como muy bien dijera la ex concejala socialista Celia Sarompas. La diputada de la anterior legislatura autonómica,  diseccionó perfectamente el fracaso al que se encaminaba Emvismesa con aquella acción.

          Se estaban comprando solares pequeños, a precios muy elevados y el precio resultante de la vivienda era muy caro, en relación a la capa social a la que iban dirigidas. En realidad, eran caras para casi cualquier bolsillo, habida cuenta de que por su situación, gran parte de la población no iba a comprar nunca una casa en El Rastro. Como siempre, no hicieron caso a nadie, se rieron de la muy digna diputada Celia Sarompas y de quien hubiera hecho falta. Hoy, un año después de terminadas, no han vendido una sola casa. No le interesan a nadie. Por su situación, porque son pequeñas y finalmente por el precio, que nadie está dispuesto a pagar.

     Ahí está todo, perfectamente construido, totalmente vacíos los cuatro bloques, y como última ocurrencia, dicen que estudian alquilarlas con opción final a compra. La idea de rehabilitar la zona de El Rastro y del Barrio Hebreo no es mala, integrarla en el centro de la ciudad, como pretendió en su día CpM, tampoco era desdeñable. Ocurre que para hacer eso, antes hay que diseñar todo el barrio, demoler prácticamente todo y luego hacer surgir una nueva zona urbana, y esto nunca lo hicieron. Ahora tenemos cuatro bloques de casas nuevas, dentro de un ámbito absolutamente deteriorado.

En el Rastro de Melilla


                     

              ¿ Suficientemente abandonado ?

  Algún día de hace mucho tiempo, se oyó decir que El Rastro de Melilla quería integrarse en «La red de Juderías de España» y hasta nos hermanamos con Toledo, como si la judería de la capital manchega o incluso la de Córdoba, tuvieran algo que ver con los que en Melilla, conocemos como El Rastro. Hubo viajes de hermanamiento, campañas publicitarias, y como siempre, pasado el tiempo ya nada se volvió a saber. Durante muchos años hemos vivido el cuento de la lechera, imaginándonos que nos concedían galardones sin fín como:  «Ciudad Patrimonio de La Humanidad».

      Por El Rastro de Melilla, no se puede transitar más allá de la mezquita central, y no por que sea una zona insegura o sucia, sino simplemente porque no hay nada que ver. El antiguo «barrio hebreo» no tiene más que el nombre de las calles, es una zona muy deprimida y mísera. La fuente del Bombillo está en un estado lamentable y muy descuidada, y poco más allá, en la calle Montes Tirado, en donde está el mercadillo de El Rastro, solo hay una zona cochambrosa y puestos de objetos usados, pero tirados en el suelo. Nada que ofrecer a un supuesto e hipotético turista.

    Lo más insólito puede encontrarse en El Rastro, como este coche, que ya hace tiempo que ha superado el estado de «abandonado». Está en situación de desguace constante. Si alguien necesita una pieza, vaciar el aceite del motor, o incluso una llanta, no tiene más que servirse directamente. Lo que resulta increible es que siga en la calle y no en cualquiera de los depósitos de vehículos abandonados. Esta claro que a 500 mts. del centro de la ciudad, la gestión ya ni siquiera existe.

          En esta zona están las viviendas que EMVISMESA (Empresa Municipal de la Vivienda de Melilla),  no consigue vender, pero de ello hablaremos en la siguiente entrada.