La expedición Magallanes-Elcano


 

                                La vuelta al mundo, una historia con narrador

         El portugués Fernao de Magalhaes fue el Capitán General de la expedición para dar la primera vuelta al mundo, nombrado para tal fin por su Majestad Católica el emperador Carlos V. En conjunto fue una expedición dantesca, que tuvo graves problemas de indisciplina. Todos los pormenores del viaje se firmaron en la Capitulaciones de Valladolid, firmadas ante el propio rey el 28 de marzo de 1518. Las tripulaciones de los distintos barcos sumaban un número comprendido entre 235 y 265 marineros, predominantemente españoles. La rencillas entre las diferentes nacionalidades fueron constantes, y las vicisitudes fueron tantas y de tal calibre, que convirtieron el regreso de la única embarcación superviviente, la nao Victoria, en una epopeya legendaria.

           El otro gran nombre que sobresale en esa expedición fue el de Juan Sebastián Elcano, del que apenas existen referencias biográficas. Desapareció para siempre de la historia, en un posterior viaje a Las Molucas, años después de la 1ª circunnavegación que le inmortalizó. No existe tumba de Elcano, ni siquiera se sabe en dónde murió. Para muchos, las consecuencias científicas, geográficas e incluso de pensamiento, de esta primera circunnavegación, fueron muy superiores al propio Descubrimiento de América, aunque un hecho es consecuencia del otro.

                     Antonio Pigafetta, el cronista del la vuelta al mundo

           La historiografía española padece el mal de enaltecer los méritos de uno o unos, en detrimento de otro o de otros que de modo indudable, contribuyeron al logro del mérito  que nos ocupa. Fernando de Magallanes fue un gran marino, víctima de una traición de un marinero de la propia expedición, encontrando la muerte en la isla de Cebú, en los últimos días de abril de 1521. Tras los diferentes motines y ejecuciones, Juan Sebastián Elcano era ya el único marino experimentado, capaz de hacerse cargo del final de la expedición, que no era otro que el regreso a Sevilla.

       Trinidad, Victoria, Concepción, San Antonio y Santiago eran los nombres de las 5 naves expedicionarias. La flota partió de Sevilla el 10 de agosto de 1519, y no salió a mar abierto hasta el día 20 de septiembre en Sanlúcar de Barrameda. En la Patagonia, en marzo de 1520 se registró el primer motín. La nave Santiago se hundió en el mes de agosto. La San Antonio viró 180º y puso rumbo a España en clara deserción. Todos los tripulantes fueron arrestados al llegar a Sevilla. A finales del mes de octubre de 1520, completaron el paso por el estrecho, que hoy honra con toda justicia a Magallanes, y al que debe su nombre.

                   Tras la muerte de Magallanes, tuvieron que deshacerse de La Concepción, devorada por la carcoma, y ya todo el peligro lo constituían los portugueses, que apresaron a los tripulantes de La Trinidad. En diciembre de 1521, La nao victoria al mando de Elcano, emprendió el difícil viaje de regreso por el otro lado del mundo. Con solo 18 hombre llegaron a Sanlúcar el 22 de septiembre y dos días después a Sevilla.

                        Entre los supervivientes estaba el italiano Antonio Pigafetta, cronista de la expedición, quién hizo entrega al emperador Carlos V del diario oficial de la expedición. No se ha conservado ninguna edición original del diario de viaje, desaparecidas se supone, en saqueos, incendios o en robos. Lo habitual en estos lares.

                             Hace unos años estuvo en el puerto de Melilla una réplica de la Nao Victoria, que visitamos, y cuyas fotografías hoy acompañamos de este texto, y de los tres grandes nombres de esa expedición, de cuyo inicio se han cumplido 5 siglos.

Nota: La primera vuelta al mundo. Antonio Pigafetta, Alianza editorial

 

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