Angelo Becciu, nuevo delegado Papal en la Soberana Orden de Malta
El Estado del Vaticano se organiza como una monarquía absoluta, cuyo Jefe de Estado es el Sumo Pontífice o Santo Padre para los creyentes, acólitos, seguidores y el resto del mundo. Esto quiere decir que la verdad evangélica no está reñida con el ejercicio del Poder.
Freire Matthew Festing , Gran Maestre de la Soberana Orden de Malta, heredera de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, dimitía el pasado 28 de enero tras un breve enfrentamiento o desacuerdo con el romano pontífice Francisco I.
Sin embargo, esto es solo especulación porque en realidad se sabe muy poco de lo sucedido. El sutil lenguaje de la alta diplomacia de La iglesia tampoco permite averiguar mucho. La orden de Malta agradece a su destituido Gran Maestre “su generosa respuesta a la petición de dimisión formulada por el Papa Francisco y el Cardenal secretario de Estado Pietro Parolin.
En la carta de la Orden de Malta, el lugarteniente Ludwig Hoffmann sí alude a un periodo clave de “seis semanas”, en el que debieron desatarse fortísimos vendavales que le forzaron a dar marcha atrás en su decisión de destituir al también freire de la Orden Albrecht Boeselager, y “retirar las injustas acusaciones que se hicieron contra él”.
La clave parece esta en esta escueta frase: “Nunca dejaremos de ser leales al Santo Padre”. O sea, que sí ha habido “desobediencias de hecho o de pensamiento”, y el Papa Francisco, en uso de sus poderes terrenales, ha impuesto la obediencia y exigido la lealtad, pidiendo la renuncia al que en algún momento dudó y destituyó a un hombre leal al Papa, freire Albrecht, que ha sido repuesto en su cargo.
La exhortación apostólica Amoris Laetitia, de la que escribimos la semana pasada, debe ser aplicada “ad litteram”, al pie de la letra, sin grado de discusión, duda o desavenencia posible. Si el Santo padre, que por definición no puede estar errado, ni ser hereje, como pretenden los grupos de conservadores ultracatólicos; decide que bajo el discernimiento del párroco, o del obispo, o de quien corresponda, los divorciados, y los casados de nuevo, pueden recibir el sacramento de la comunión, no queda más opción que administrárselo. El papa Francisco no quiere dejar a nadie fuera del amparo de La Iglesia. Eso sí, tampoco “Amoris Laetitia” es el festín del pecado, ni “Misericordia et Misera” supone la gran perdonanza, como pretenden hacer ver sus críticos.
Solo hay una gradualidad en la aplicación de La Ley, que no varía en absoluto. La Iglesia sigue exigiendo obediencia a su magisterio, se sea quien se sea dentro de ella. Freire Albrecht Boeselager, repuesto en su cargo por la acción directa del Papa, apunta a la cabeza del Cardenal Burke, el firmante de “la Dubia” o duda sobre la exhortación papal, como el causante de la caída del Gran Maestre: “Creo que no podemos prever lo que le sucederá al Cardenal Burke en el futuro y no haremos comentarios sobre ese tema. Sigue siendo una decisión que corresponde al Santo Padre”.
Raymond Leo Burke es un cardenal estadounidense nacido en 1948, muy afamado por sus altos cargos en la Curia y conocido por sus posiciones ultraconservadoras. Resulta significativo ver como desde América del Norte y del Sur e incluso de Italia, están surgiendo los movimientos más contrarios al papado de Francisco, del que se llega a decir que está confundido por ”il fumo di Satana”, el humo de Satanás. Las llamas de la destitución se llevarán antes a Leo Burke.
Hoy por hoy los teólogos católicos alemanes son los más sólidos, y cuyo desarrollo teológico sintoniza más con la interpretación de la doctrina del papado. Juan Pablo II se apoyó en el eminente teólogo alemán Joseph Ratzinger, luego Benedicto XVI, y su sucesor Francisco I se apoya ahora en el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es él quien ha respondido a la “Dubia” de Burke: “El magisterio del Papa es interpretado sólo por él mismo o a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El Papa interpreta a los obispos, no son los obispos los que deben interpretar al Papa, esto constituiría un derrocamiento de la estructura de la Iglesia Católica. A todos ellos que hablan demasiado, les recomiendo estudiar primero la doctrina [de los concilios] sobre el papado y sobre el episcopado”.
Pregare per me (rezad por mí), dice Franciso I cada vez que tiene ocasión.