El mercado de la Melilla fundacional


La larga noche de los 400 años

Regresar, aunque sea durante tres días, y en medio de una recreación festiva, al entorno de los 4 Recintos de Melilla, y a los largos 4 siglos de permanencia y resistencia sobre el peñón calcáreo, debe ser un ejercicio ciudadano, para conectar con un pasado del que venimos todos. Tomamos la idea de Emiliano Zapata, y también de Cándido Lobera, que aludió a los 4 siglos de penalidades sufridas en la roca de Melilla la Vieja, para aludir el derecho de los melillenses a «un territorio de expansión», que se lograron tras el acuerdo de 1860, entre España y el sultán de Marruecos. Fijar los límites, extenderse hacia ellos, superar los recelos, y las indemnizaciones, llevó algunas décadas. Al final se logró la ocupación del territorio marcado por el Tratado de Wad Ras, y la proclamación de la Independencia de Marruecos en 1956, no mencionó a Ceuta ni a Melilla, ni tampoco a los Peñones. Cada cual podrá denominar a las cosas como quiera, pero los hechos históricos, refrendados por tratados, son estos.

El Mercado Renacentista y los 4 Recintos

Son ya 20 años desde el inicio de los mercados medievales en Melilla, aunque solo lo fueron los primeros 10 años, hasta 2016, pues a partir de esa fecha se convirtieron en renacentistas. A lo largo de todo este tiempo se ha visto de todo, esplendor, desidia, transformaciones, caída y tambien renacimiento, y este año es más renacentista que nunca, en ese sentido. Cierto es que Melilla no fue nunca una ciudad medieval, y que el Renacimiento en España se inicia con reinado de los Reyes Católicos, pero sobre todo con la conquista de Granada en 1492. Tuvo que llegar la pandemia del Covid, y sobre todo en año 2023, en el que cesó por completo su actividad, al negarse la Fundación Melilla Monumental, bajo los anteriores gestores, a llevarlo a cabo. A pesar de esos contratiempos, de malas gestiones, de un año de engaños, la idea del «mercado renacentista de las culturas», ha persistido, en los últimos días de junio de cada año. Es su fecha adecuada, porque todavía no han empezados las rotaciones vacacionales, y todos los habitantes de la ciudad está todavía aquí. Es algo que debe consolidarse y siempre en estas fechas.

Para que todos puedan hacerse una idea de lo que fue aquella Melilla, la ciudad fundacional, los recintos deberían estar marcados con colores. Los primigénios fueron el primero y el segundo, mientras que el tercero y cuarto fueron el objeto de una progresión muy dificultosa. La aduana de Melilla y la antigua Puerta del Campo, estaban sobre lo que hoy son el Casino Militar y el edificio del Banco de España. Eso debería estar marcado de alguna manera. El que acuda al mercado debe también conocer el terreno que pisa. El torreón de La Alafía y su pasadizo, conforman el final del perímetro original, a partir de ahí también era tierra hostil, aunque no siempre.

Lo que sí ha dado siempre este Mercado Renacentista, ya sea en sus inicios, en los años buenos, en los de desídia, en los de desorientación, en los de cambio de sentido, salvo en los de colpaso; son buena y coloridas imágenes. Y de todo eso hemos dado testimonio.

Encontrarás dragones (Hic sunt dracones)


n         A lo largo de todo el pinar de Valsaín, a solo unos pocos kilómetros del Real Sitio de San Idelfonso ó La Granja. Los meandros del río Eresma en su viaje hacia Segovia, forman una serie de pozas en donde es posible el baño, reencontrarse con la naturaleza y el silencio. En una de esas pozas, con la única compañía de las libélulas, aparecieron los dragones, en este caso el lagarto  ocelado. Hemos podido observar durante tres días a esta pequeña familia de hermosos lagartos ocelados en la ribera del Eresna. Prefieren este tipo de habitar, bosque despejado y la compañía de un río. Se mantuvieron siempre entre cautelosos y curiosos, y nos observamos con la misma atención. Es una especie amenazada, de hecho, nunca había los había visto, pese a las tres largas décadas de visitas a este lugar.

          Hic sunt dracones (aquí hay dragones), es una vieja leyenda que se escribía en los mapas, en territorios ignotos y sin explorar. Encontrarás Dragones es el título de la película que sobre la vida de San Josemaría Escrivá, se estrenó hace unos años, para compensar en algún modo, la imagen negativa que pesaba sobre su fundación, el Opus Dei, en el libro y luego película de El Código Da Vinci.

             El fanático sacerdote Silas, se ha visto correspondido en la actualidad con el sacerdote español  Ángel Vallejo Balda, que conspiraba y filtraba documentos para socavar la labor del Papa Francisco. En el Vaticano se está librando una intensa y profunda lucha entre La Prelatura, y la orden negra, o La Compañía de Jesús, a la que pertenece el propio Papa.

              A lo largo de una vida, de una actividad social, política o de comunicación, hay ocasión de encontrarse con dragones. En El Alminar, a lo largo de estos cinco años, han aparecido dragones.  Por eso recurrimos a las máximas y preceptos de San Josemaría, alguna de gran valor, contenidas en su obra Camino, como ésta, la 688: «Otra vez, que han dicho, que han escrito..en favor, en contra…con buena y con menos buena voluntad…: Reticencias y calumnias, panegíricos y exaltaciones, ..sandeces y aciertos. ¡ Tonto, tontísimo!: ¿Qué te importa cuando vas derecho a tu fin, cabeza y corazón borrachos de Dios, el clamor del viento o el cantar de la chicharra, o el mugido, o el gruñido, o el relincho?.         Pues eso hacemos, pese a que intenten salpicarlos con pendencias, de las que no formamos parte. Hemos escogido este oficio, o cruz literaria y vamos derechos hacia el fin que nos hemos propuesto. No nos falta de nada en este camino, ni colaboradores, ni amigos/as, ni tampoco dragones.