






La segunda visita realizada al templo Patronal del Melilla, o de la Purísima Concepción, tras la finalización de las obras de consolidación y excavaciones pertinentes, nos ha llenado de inquietud. Ahora mismo ni es un templo de culto (carece de imágenes), ni tampoco un museo (carece de contenido). La última vez que estuvimos en el templo fundacional fue en mayo de 2022, y vimos cosas que hoy están ocultas, e intuimos otras que no dejaban ver.
En el año 2016 el templo patronal melillense quedó dañado por el Gran Terremoto del 25 de enero. Desde ese momento el templo quedó cerrado y se iniciaron las gestiones para su consolidación. La imagen de la Virgen de la Victoria salió del templo y desde entonces no ha regresado, ni tampoco se la espera. El resto de imágenes migraron hacia el templo Arciprestal a lo largo de esta casi década, y actualmente abarrotan la iglesia del Sagrado Corazón. Arrumbada ya las leyendas de las basílicas menores que nunca existieron, sería hora de renombrar el templo, la denominación de La Purísima es una obsesión capuchina, y otorgarle el de Iglesia, o templo de la Virgen de la Victoria.
Los materiales con los que fue edificado el templo, son altamente deleznables, en desintegración constante. Las zonas abiertas y expuestas al público, salvo el arco ojival, no datado, carecen de gran relevancia, salvo la de la propia historia del edificio. Las criptas de las capillas no son visitables, y tampoco albergan ya restos humanos de interés históricos. Parece ser que fueron vaciadas en la década de 1960, y de ahí surgió la «leyenda urbana» de los camiones con huesos con destino al cementerio municipal, de nombre homónimo al del templo, igual que el cerro en donde se encuentra el fuerte de Sidi Uariach. Poco más de un año después de finalizarse las últimas obras definitivas, ya ha ladrillos rotos, y pequeños pero constantes montoncitos de arena de la caliza degradada.
La interpretación de lo descubierto es bastante paupérrima y muy poco atrevida. No hay ningún resto identificado del pretérito templo de San Miguel, que da nombre a la calle de acceso a la iglesia, y que debió ser el primero de Melilla, junto con la capilla de Santiago. En lo que fuera las antiguos despachos de la sacristía, han quedado al descubierto unos restos de muros y suelos, de imposible datación. Tampoco se ha hallado ningún objeto o moneda que ayude a situar la cronología anterior. No hay folletos explicativos, ni actividad cultural o museística. El visitante deambula por la nave vacía, sin apoyo documental alguno. El silo descubierto en medio de la iglesia, frente al altar, tampoco es descrito de ninguna manera, ni siquiera como silo. ¿Qué hay allí, dónde está los restos humanos que sí se identificaron? Todo preguntas en el vacío, como la propia nave, que recoge el eco de los murmullos de los visitantes.
Lo que hemos podido documentar con nuestros propios ojos y documentos, lo hemos publicado en este blog , desde hace 13 años. Lo que hemos escrito por textos y trabajos de otros, ha quedado citado, para que así cada cual permanezca con su verdad, o con su ocultamiento. Las criptas existentes están vacías desde hace décadas. La que dicen que contiene restos de «los antiguos melillenses», no está probado por fotografía o texto alguno. El Vicario Roberto Rojo sí los vio y nos lo confirmó. Nada más afirmamos.
No sabemos ni podemos afirmar nada acerca del futuro. Ni siquiera sabemos a quién pertenece la titularidad del inmueble. El uso del edificio sí es de la Iglesia, pero su mantenimiento es también municipal. Se necesita un plan rector, con una zona museística, y restaurar la parte de culto. Conocemos la importancia de ese recinto y de esas piedras para la historia de la ciudad, esa que todavía no se ha contado, pese a algunos y muy notables esfuerzos. No hay sacerdotes, pero ¿Quién dice que hagan falta?. Un patronato dirigido por la Iglesia puede mantener el buen estado de las imágenes, las que regresen, y dotar al lugar de un archivo, sala de lectura y de investigación. Mantener la vinculación de los fieles, y de los que no lo son, con respecto al recinto, pero evitando los estrambotes y usos nefastos del pasado. El que vuelva o no el culto religioso es otra historia. Lo que sea debe hacerse ya, porque en un año o dos, habrá que volver a empezar las rehabilitaciones y mantenimientos. Un Consejo mixto parroquial y municipal, con personas entendidas, que preserve la notoriedad de este símbolo. Nada de lo que se ha hecho hasta hoy ha funcionado, incluyendo a la fundación denominada Melilla Monumental.










