Regreso a Forest Park


                                               Reparar a todo trapo

     El Parque Forestal de Melilla resultó una obra muy onerosa, y de un caro y difícil mantenimiento. Además, es naturaleza artificial, por lo que la vegetación arraiga con dificultad. Hay poca sombra, la zona de cesped presenta muchas calvas, la línea de álamos ya esta completamente seca y hay incluso palos, que en su momento fueron árboles. En conjunto y solo en la recreación de la naturaleza, se gastaron unos 10 millones de euros, a lo largo de sus tres fases de construcción. Lo peor de todo fue la partición  de un único espacio verde y dividirlo en su mitad por una carretera.

       En un tiempo existió la vida en sus estanques y ríos artificiales, como tortugas, carpas y ranas. Hoy quedan solo las aves, y cada vez se oyen menos. La lucha contra el espacio seco es difícil. Se necesita gran aporte de agua en una ciudad en la que ya empieza a ser un bien escaso.

          La sombra es escasa en el parque, y solo la zona norte, la del palmeral, es algo más verde y fresca. El resto es un secarral sin posibilidad de refugio, salvo los alcornoques originarios de la zona de columpios.

            La garza real  que observamos hace un año sigue habitando en su solitario reino, y los gorriones no son ya tan abundantes. En una foto cedida por los colaboradores del Alminar, se muestra que el suelo no es natural, sino un pedregal compuesto incluso por escombros. El suelo se deforma constantemente y los caminos deben ser reparados. El mantenimiento de los ríos artificiales es un trabajo que ya se ha dado por perdido. En el estanque de la parte alta, la tuberías de la fuente parecen un antiguo submarino hundido.

         Ahora, ante la proximidad electoral, se reparan a todo trapo los farolillos que delimitaban los caminos (al menos la mitad están decapitados) y se intentan rellenar las calvas del césped junto al gran estanque central. Un ritmo frenético de reparación para un parque  que debió ser la gran zona verde de la ciudad, en su extremo suroeste. También está ya semi-arruinado el entramado de madera del puente bajo. En el apartado final quedaría el exceso denominativo del Parque, atomizado en espacios y nombres, al igual que en los contratos para su construcción.

           El parque, por su situación, podría ser uno de los lugares más bellos, frondosos y frescos de toda la ciudad. Incluso pese a su deficiente gestión, luce bien, a pesar de todo. Sin embargo no es lo que debería ser.

 

Nota:https://elalminardemelilla.com/2018/05/20/el-estanque-de-los-sargazos/

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