Héroes, dioses y tumbas


 

En 1915 se puso sobre la mesa la posibilidad de crear un nuevo cementerio sobre la llanura de Mezquita, dada la gran distancia existente entre los barrios exteriores y el cementerio de la Purísima, que empezaba a quedarse pequeño, es más, ya se le consideraba colmatado. Un año después, en 1916, se compra una amplia propiedad a los cabileños de Mazuza, para edificar el «gran cementerio de Melilla». Nada de esto se realizaría.

El 8 de junio de 1915, quedaron concluidas las obras del nuevo mausoleo de los caídos en las campañas de Africa, construido con suscripciones nacionales populares. El vicario episcopal Miguel Acosta, asistido por el coadjutor Martín Pinazo, y el capellán castrense Francisco Ontiveros, bajo la presidencia del general Villalba, bendijo los osarios, las bóvedas y la capilla del nuevo Mausoleo. La construcción del Mausoleo destinado a albergar los restos de los héroes de las Campañas de África, se inició el sábado 7 de enero de 1911, con la presencia del Rey de España Alfonso XIII, del presidente del Consejo de Ministros José Canalejas, la Reina Victoria Eugenia y otras autoriades del Estado y de la ciudad de Melilla. En aquellos momentos y en aquellos años, nadie podía saber que todo iba a dar un vuelco extraordinario, no solo en Melilla y en Marruecos, sino en España entera, cambiando nuestra historia para siempre. El Rey Alfonso XIII visitó con todo su séquito, el Barranco del Lobo, lugar que fue la primera señal de lo que iba a venir, y cuyas consecuencias también fueron muy trágicas, sobre todo en Barcelona.

Al año siguiente de esta efeméride, José Canalejas fue asesinado en Madrid en un atentado terrorista anarquista, el 12 de noviembre de 1912.  En los fondos documentales de Patrimonio Nacional hemos encontrado una extraordinaria fotografía de Alfonso XIII y Canalejas en Melilla en 1911.

Centro de Historia y Cultura Militar

Dependiente del Ministerio de Defensa, este Centro se dedica a la recopilación de datos, hojas de servicios, nombres, fechas, lugares, de todos los militares muertos en Las Campañas de Marruecos, entre 1893 y 1927. La primera de todas es la denominada como Guerra de Margallo, cuyo panteón fue erigido en 1896. Sin embargo, en 1909 debieron añadirse todos los muertos en el desastre del Barranco del Lobo. Hoy en día alberga, además de la tumba del general Margallo (Laureado de San Fernando), otros 45 nichos identificados, 7 de ellos Laureados, y el del propio General Pintos. La denominada como «restos anónimos Barranco del Lobo», contiene los restos de algo más de 400 fallecidos. Estas cifras, con ser ya muy abultadas, se multiplicarían por 20, en lo que adquiriría un nombre propio imborrable, Annual. Esta hecatombe de un ejército español, probablemente la mayor de la historia, cambiaría la inicial concepción del Mausoleo de las Campañas, que pasaría a convertirse en uno de los osarios colectivos más grandes de la nación.

Melilla tiene enterrados en su cementerio a 47 militares con la máxima distinción militar, la Gran Cruz Laureada de San Fernando, y un único bilaureado, el general José Sanjurjo, desde 2017. La novedad que alberga el trabajo de los militares que se encargan de las Campañas de África en el Centro de Historia Militar, es el acceso a los datos mediante códigos QR. De momento está operativo el de los 47 laureados enterrados en el cementerio de la Purísima, con el que se puede acceder a sus datos biográficos, hoja de servicios, partida de defunción, y fotografía personal.

Todos los nombres de los muertos

¿Se llegará a conocer el nombre de todos los muertos y su número total? Es difícil de saber, pero cada año se aproximan más a la cifra total. El caso es que en lo posible no se olvide ningún nombre y ninguna historia. La cifra total conocida hasta ahora es de 14.908 nombres, de los cuales 7998 son fallecidos documentados y 6909 desaparecidos. La base de datos está en actualización constante, y se envían a los que se suscriban a ella mediante un correo electrónico identificado. Eso sí, la mayor parte de ese total son y permanece sin identificar. En el Mausoleo inaugurado por el monarca Alfonso XIII, en su osario central, bajo la cúpula, se encuentran los restos mortales de los 2997 militares sacrificados en la masacre de Monte Arruit.

   La base de datos, financiada por el Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre, está gestionada por los militares Francisco y Pedro Moreno Lara, y el Centro de Estudios Sesmero. Los datos pueden ordenarse de diferentes modos (campañas, provincias, edades) y cuenta también con una relación de las unidades militares que actuaron en Marruecos.

Nota:https://drive.google.com/file/d/1iMEhC9ICi2AybiaOvZdIhwxdEgsFzUO3/view?usp=drive_link

Todos los muertos


   Importan, o deben importar,  todos los muertos. No se debe olvidar a nadie. La ciudad de Melilla,  a lo largo del siglo XX, desencadenó tres acontecimientos devastadores para el conjunto del país, siempre en el mes de julio.  Sin embargo,  solo dos de ellos tienen impacto, eco, y reflejo en el cementerio de la ciudad.

  En julio de 1909, el Ejército de España,  con el general Guillermo Pintos al frente,  se intentaba en la hendidura que divide el monte Gurugú. Iniciaron el camino desde la llanura de Beni Enzar. Desde las alturas,  viendo toda la maniobra,  les esperaba Ouchen, el lobo, señor o caid del barranco que lleva su nombre. Barranco del lobo- Ouchen. Lo siguiente fue la conmoción nacional,  la crisis política y la negativa de «los quintos» a una nueva recluta forzosa,  en Barcelona. Se estaba iniciando la Semana Trágica, un nombre propio en nuestra historia.

  Poco más de una década después,  en 1921, estallará la mayor crisis social y política sufrida por la España contemporánea,  la hecatombe de Annual. 10.000 soldados perdidos,  el Ejército Oriental al completo,  en el espacio de una semana.  No solo no sobrevivieron los solados,  tampoco el país resistió una tragedia de ese calibre. Biografías políticas y militares se acabaron en aquel aciago mes, otro julio más.  Miles de madres perdieron a sus hijos en una situación e incursión absurda, que desbordó los planes autorizados.

    El sobrio panteón de Margallo y el siempre espectacular y sobrecogedor de Los Caídos de África,  que recoge y da sepultura inmortal a «los masacrados de Monte Arruit», esperan siempre en silencio a los visitantes.  Ambos monumentos «imponen» mucho al visitante.  En los muros, decenas de placas albergan historias y nombres de los allí enterrados,  y que también explican lo sucedido. 

   Hemos visitado ambos lugares en soledad y completo silencio, cuando ya se habían apagado los ecos de los homenajes oficiales.  Los muertos yacen ya en paz absoluta.

   Pero, siempre lo hay, hay un tercer acontecimiento que tiene como protagonista a Melilla,  y del que no existe un solo lugar conmemorativo,  pese a que los efectos y consecuencias alcanzan al presente,  a ese mismo presente en el que escribimos estas líneas.  No referimos a la rebelión militar de Julio de 1936. Hay que recorrer el cementerio,  acompañado de guías,  para encontrar las tumbas de algunos de sus protagonistas y a la vez víctimas.  Pero en realidad no hay nada, ni la más mínima mención.  Todo está desperdigado e inconexos. Por eso decimos que importan «todos los muertos», su recuerdo y vigencia. Es la principal deuda de este cementerio.

   Para «todos ellos», nuestro sincero y eterno recuerdo y nuestras oraciones. Que en Paz y Recuerdo Descansen.