


El edificio nuevo de la Policía Local
Escribimos esto porque lo que no se relata no se conoce y lo que no se sabe no existe. Es preferible que te lean un pequeño grupo de personas y ya quede para el futuro, que dejar que algo así quede 3 en el olvido
Cada gobierno se señala, a su pesar, por una obra que en su momento consideró emblemática. Esto ocurrió con la fuente de la desembocadura del Río de Oro, que fijó el límite de un gobierno vanidoso, pero esto nos retrae a 2019.
Ahora, en 2023, tenemos un gobierno que ya no existe, ni en funciones, porque ya ha cambiado la Asamblea que lo sustentaba. Están en estado de agonía prolongada, por el recurso habitual de impugnación electoral, de uno de los partidos que lo formaban, y que siempre lo interpone cuando los resultados le son adversos. Este hecho jurídico mantiene en «vida artificial» a un gobierno, más incinerado que la hoguera de San Juan de 2023.
El nuevo edificio de la Policía Local de Melilla constituirá el paradigma del gobierno que desaparecerá el próximo día 7 de julio, esto es, hacer una obra que luego no fueron capaces de inaugurar ni poner en servicio. ¿Qué ocurrió? Nadie lo sabe, porque hemos padecido uno de los gobiernos más herméticos y con menos capacidad de comunicación de los últimos decenios.
Ha pasado un año desde que se instaló allí una placa que dice que «este edificio fue inaugurado tal día por tal y por cual». No es cierto. Como mucho aquel día se acabaron las obras, pero tampoco es seguro. Lo mismo no hay ni cédula de habitabilidad. No fue inaugurado ni nada. Sigue sin uso, y sin explicación alguna sobre lo sucedido, que no han sido capaces de explicar. Ahora serán otros quiénes lo acaben, inaugure, y pongan en servicio.
Por eso esto es el colmo de la ineficacia en una gestión. Dejárselo hecho a otros.
