El aparcamiento de Talleres Montes


El antiguo barrio del Industrial y el Paseo Marítimo, conforman un área de un escaso kilómetro cuadrado. Cualquier solar allí vale su peso en oro. Hoy es el segundo barrio más habitado de la ciudad y con el mayor índice de densidad de población. La planificación urbana se ha decantado por la rentabilidad crematística. Las reformas de las calles solo han contribuido a crear un área de tráfico muy denso, pese a que sus principales calles son ejes urbanos de comunicación. El trasporte urbano no entra dentro de él. No hay espacio. Las últimas casas de planta baja han caído, para edificar en su lugar grandes edificios de viviendas, de 4 plantas y gran concentración de viviendas. Las reformas de las calles no han preservado espacio público de esparcimiento, y han liquidado todo el aparcamiento público posible, mientras que no todas las viviendas nuevas disponen de garajes propios, o no son suficientes.

No tendríamos objeción alguna si se tratase de una explotación privada de aparcamiento, sean quienes los dueños, si es que alguien lo conoce. Pero al tratarse o pretenderse como «aparcamiento público», sí tenemos todas las dudas y objeciones posibles. Los coches son artefactos cargados de combustible y la entrada y salida del aparcamiento subterráneo se realizan por el mismo lado, una junto a otra y sin separación posible. Además, el sótano no es cerrado, está concebido como aparcamiento abierto, por lo que precisaría de vigilancia. Este nuevo uso precisará de algún acuerdo de Pleno Municipal y de algún tipo de licencia.

Los Talleres Montes, que se quisieron derribar enteros, era un edificio de una sola planta. Ahora tiene tres, la planta baja es comercial, y los dos superiores son aparcamientos del propio establecimiento, que curiosamente tienen entrada y salida independientes, y en laterales opuestos. ¿Es seguro el pretendido nuevo aparcamiento? Para empezar, precisará de una reforma en el acceso, que correrá a cargo de la Ciudad Autónoma de Melilla, no sabemos si como entidad colaboradora o promotora. Lo que sí aseguramos ya, es que todo el aparcamiento público de superficie existente en ese tramo de la calle comandante García Morato, desaparecerá. Es más, las 100 plazas de aparcamiento ofertadas coinciden casi una por una, con las que se han hecho desaparecer en la superficie, algunas con obras contrarias a la seguridad vial, como la instalación de un carril de bicicletas en la calle Marqués de los Vélez. No puede ocultarse un carril bici detrás de la línea de aparcamientos.

La solución propuesta es del manual de la obra susceptible de sospecha. Primero se crea la necesidad (falta de aparcamientos) y luego aparece la solución. Con las nuevas edificaciones autorizadas y las de los próximos y escasos solares que ya quedan por edificar, ni siquiera estas 100 plazas propuestas, serán solución alguna. Son conocidos como «el aparcamiento negro», por los años que llevan sin uso alguno, ni siquiera privado. Las vías de entrada o salida son espaciosas, a diferencia de Isla de Talleres, pero las embocaduras son muy angostas. Esta es la zona, de ciudad de peatones, que más pasos de cebra ha suprimido.

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La llegada del amianto


                         El origen de la uralita en Melilla

   La transformación de los antiguos talleres Montes en el barrio del Industrial, nos permite datar la llegada del amianto a nuestra ciudad. Los talleres Montes se edificaron en 1927 y han conservado su cubierta original hasta ahora, que es de chapa galvanizada y ondulada. El mismo material puede encontrarse todavía en los antiguos garajes Bernabéu. La uralita llega a España a través de la empresa Roviralta, que se integrará en el lobby o cártel  de la uralita en 1929*. La patente del fibrocemento se inscribe en 1900 a nombre del austriaco Berthold Hatschek. En 1920 la familia suiza Schmidheiny compra la  empresa que adquirió la patente y comienza la expansión del fibrocemento o uralita.

        El teatro Perelló, concebido inicialmente como garajes, se edificó en 1928, probablemente con el mismo tipo de cubierta que los talleres Montes y el garaje Bernabéu. Sin embargo, ahora luce una amplia superficie de uralita, o de amianto. Esto indica que con posterioridad a 1943, fecha en la que la familia March se hizo con la firma Roviralta, y con el monopolio de la uralita,; el Teatro y cine Perelló renovó su cubiertas con el material letal, la uralita.

           El amianto, la uralita, o sus mil y una formas sólo es peligroso en tres fases. La primera y más letal es la de su producción y transformación en productos de consumo (cubiertas, canalizaciones, bidones de agua o revestimientos y aislantes de paredes). La segunda fase en la que resulta peligroso es en la de su manipulación, bien para instalarlo o para retirarlo. Al perforarlo para anclarlo a una cubierta o techo de aparcamiento, se producen sus letales e invisibles partículas, altamente cancerígenas. La tercera de las fases en la que pueden activarse sus características venenosas, es la de su finalización de vida útil, en la que se degrada, fractura, o se forma una película en su superficie, que en contacto con los agentes erosivos, pueden esparcirse sus fibrilas y entrar en contacto con el medio ambiente y el ser humano. El amianto ya está prohibido en 55 países, en los que su comercialización ya es nula.

            En Melilla el problema es muy serio y más extenso de lo que imaginábamos, cuando empezamos a escribir sobre el amianto o uralita. Toda la ciudad está en contacto con él. La infección en los antiguos cuarteles de Melilla es del 100% y en otras muchas obras públicas. Todo el amianto debería estar retirado desde el año 200o, fecha en la que sobrepasó su periodo de utilización y seguridad.

Notas:* Amianto, Paco Puche, ediciones Catarata.

(1) https://elalminardemelilla.com/2016/06/23/el-fin-pactado-de-talleres-montes/

(2)http://www.eleconomista.es/laboral/noticias/7248956/12/15/Uralita-debera-indemnizar——-a-las-esposas—-de-tres-empleados.html

 

 

 

El fin pactado de Talleres Montes


       En el año 2010 escribí en la prensa el primer artículo que se publicó en prensa, en defensa de la conservación de los Talleres Montes del Barrio del Industrial. En el último mes de año 2013 volví a insistir en la necesidad de adoptar una postura definitiva, ya fuese conservación o derribo. Por sí mismo carece de valor arquitectónico o artístico. Hubiese merecido la pena si la Ciudad Autónoma hubiese ejercido su derecho de compra, y lo hubiese transformado en una zona de esparcimiento al servicio de un barrio, completamente saturado de viviendas. El mismo colegio Reyes Católicos está necesitado de una ampliación, o incluso de unas nuevas instalaciones. El solar que ocupaban y ocupan los antiguos talleres es lo suficientemente grande como para esa opción o cualquier otra.

        No se hizo nada, estamos frente a un gobierno ocupado únicamente en seguir existiendo. El futuro a medio y largo plano no parece interesarle a casi nadie. Los talleres, aislados y descontextualizados no sirven como referencia para nada. Son un estorbo y unas ruinas feas e incómodas. Los negocios que aun subsisten en su interior, deberían estar cerrados hace mucho, si en Melilla se aplicasen con rigor las normativas de seguridad laboral e higiene. El edificio de Talleres Montes no es un lugar salubre. No pude haber gente entrando y saliendo de esas ruinas.

               Han pasado 6 años desde aquel primer artículo y nada se ha hecho. Se ha perdido un posible gran solar público. Hay que tener en cuenta que todavía, las instituciones públicas conservan el derecho sobre el carácter del suelo y sobre la calificación del uso de los edificios. Casi en las mismas puertas del estallido de la burbuja inmobiliaria, se pagó una cifra aproximada de 5 millones de euros por ese solar. En esa zona el interés público debió prevalecer.

                 Ahora se dice, tras un largo litigio de más de 5 años, que las partes interesadas han llegado a un acuerdo. El edificio obtendrá la evidente calificación de ruina que ya tiene, entonces no, y podrá ser demolido y liberado el solar. La futura edificación deberá conservar el espíritu, o mantener al menos la fachada principal, o algún tipo de recuerdo de lo que existió allí. En su momento lo defendimos, pero desde la perspectiva del uso público de mismo. Ahora ya, en manos privadas, no tiene ningún sentido su conservación. En la ciudad que no mantiene nada, estos viejos talleres, ya no merecen defensa alguna. Con una fotografía en la puerta bastará. Delenda est Carthago.

           Nota:https://elalminardemelilla.com/2013/12/12/los-talleres-montes/

Los Talleres Montes


El derribo de un edificio de Enrique Nieto, con placa firmada en la fachada y la construcción de un aparcamiento subterráneo en la plaza de  La Goleta, vuelve a poner sobre la mesa la cuestión de los Talleres Montes, objeto de un litigio judicial para la procedencia o no, de la declaración de ruina. Han pasado ya tres años desde que se iniciara el expediente de ruina y dos desde el cercado de la mayor parte del edificio, sin que se haya tomado una decisión definitiva al respecto.  En el año 201o escribí un artículo defendiendo la necesidad de conservar la fachada y hoy, tres años después, someto el asunto al debate público. ¿Debe conservarse la fachada o solo ciertos aspectos ornamentales en la futura construcción?. ¿Debe autorizarse una nueva edificación o se debería aprovechar el solar para uso público?. En su momento escribí que el Ayuntamiento no estuvo diligente cuando el solar o el edifico salió a la venta pública. Debería haber intervenido y hacer uso de sus prerrogativas sobre el terreno. El antiguo barrio del Industrial tiene saturación de viviendas y escaso uso del suelo en utilidades públicas. Era y es un solar ideal para un nuevo colegio, parque o aparcamientos públicos.

Lo que resulta a todas luces incomprensible es que se siga permitiendo una actividad comercial parcial en una parte del edificio, mientras que el resto está cercado y cerrado. Allí había unos garajes, que han cerrado por las malas condiciones de la cubierta.  Sin embargo, todavía continúan su actividad comercial un negocio de restauración, una tienda de repuestos y un comercio de alimentación, sin salida de emergencia conocida, algo obligado según la Ley.

¿Si ocurriese algún accidente o derrumbe allí dentro, de quién sería la responsabilidad?. No es una cuestión que no deba ser tenida en cuenta. La fachada es de bloques de asperón (el material más endeble existente), ya muestra síntomas de agotamiento del material. La fachada se sostiene por el entramado de columnas  de ladrillo a lo largo de toda la fachada con apariencia sólida. La cubierta es de uralita,  sostenida por un entramado de vigas de hierro, que podrían encontrarse en un estado crítico. Los tabiques de los antiguos talleres, son de escasa calidad y no aportan solidez al edificio.

El inmueble presenta un aspecto lamentable y de poca salubridad. Han pasado tres años y no se ha buscado solución alguna, ni a la conservación de la fachada, ni al futuro del edificio, ni respecto al de la actividad comercial residual que allí continua. Cualquier día podría surgir un problema serio. Ahora ya solo queda decidir qué hacer con este inmueble. Ya da igual que sea una obra de Enrique Nieto.