La Hilulá de Simón Bar Yojai en Melilla


La escatología en la tradición judía

La Hilulá o conmemoración es una ceremonia de la tradición hebrea, en la que se recuerdan a los personajes más célebres del judaísmo. Supondría un equivalente a la santificación en las iglesias cristianas, ya sea la de tradición romana, o la oriental. Lo que nosotros llamamos tradición judeo-cristiana, es antes que nada, tradición judía. El Padre Eterno, Yo Soy, es en términos teológico, común a ambas religiones. Por ello, las similitudes son más de las que parecen, e incluso de las que conocemos.

Shimon Bar Yojai fue un gran rabino de la época de la dominación romana de Galilea, que tuvo como hecho más significativo la destrucción del Segundo Templo en el año 70 dC. El Rabí Bar Yohay vivió entre los siglos I y II en la Palestina ocupada. Fue un firme defensor de la tradición oral y de la Cábala, y su figura se encuentra recogida en la tradición talmúdica. Otro gran rabino de la tradición judía, hay muchos, es un hispano, Moisés de León o Moshe ben Shem Tob de León, del siglo XIII.

En la tradición judía, existen las Hilulá, como días normativos para visitar los cementerios. La de Bar Yojai se celebra cada 18 de del mes de Iyar del calendario hebreo, que se corresponde, con el mes de mayo de la tradición romana. En la Hilulá, puede haber varias a lo largo del año según las comunidades, se pasa en el día en el cementerio. Se encienden velas, se comparten dulces y también se reza. Se recorren las tumbas, tanto si son las familiares, como el resto, como modo de honrar la memoria de los difuntos.

El cementerio histórico judío de Melilla

Se inauguró a la vez que el cristiano el 1 de enero de 1862. Ya no hay más enterramientos en él, porque todo el espacio está ocupado. La tumbas, todas individuales, tocan la tierra y se alzan a la vez sobre ella. Se recorren por pequeñas sendas, y literalmente se rozan. Hay pues que buscar el camino para recorrer toda la superficie o el máximo posible.

Sorprende ver las velas al pie de las tumbas, las estrellas de David sobre ellas, las estelas sobre las. lápidas, y las pequeñas cabañas de mármol, para colocar las velas y evitar que se apaguen, a semejanza de las que existen en el contiguo cementerio católico. Todo pertenece a la misma tradición original, incluidos también los descendientes de Ismael y Agar, o agarenos; aunque las diferencias parezcan ahora abismales, sobre todo por la evolución política de las sociedades y los Estados.

Caminar entre las tumbas, ver la de Esther, esposa de Jacob Salama, fallecida en agosto de 1889, resulta sorprendente. Pasear entre decenas de pequeñas tumbas, la de los niños, fallecidos a principios del siglo XX, sobrecoge y recuerda los motivos del origen de La Gota de Leche. En el centro del gran patio principal, destaca el conjunto de sepulturas de los grandes rabinos de Melilla, delimitado por una cadena. Reparar el nombre de Freha Sebban, una niña de 3 años fallecida en 1908, e. intuir la enorme tragedia que tuvo que suponer. Ahora todo es calma y paz. Eso es el tiempo eterno y el, sentido de la Hilulá.

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