Urinarios públicos en Melilla


 

                   Es una de las mejores cosas o servicios, que ofrece la ciudad de Melilla. Aunque sea un tema tabú, la necesidad de orinar es algo que alcanza a todo el mundo, y más cuando se va avanzando en las décadas cumplidas. A los hombres este tema les afecta de lleno, aunque no se hable de él. Es algo de lo que se huye como si mentase al demonio. Todas las ciudades quieren recibir turismo, pero luego no ofrecen «urinarios públicos» y eso que el turismo de personas mayores es uno de los más abundantes.

                      En Melilla la Vieja existían unos urinarios públicos, que luego fueron absorbidos por una asociación cultural, casi sin vida pública, y que se mantienen cerrados desde hace más de una década. Las calles y túneles del Pueblo suelen oler a orina, sobre todo la Puerta de la Marina, que rima. Es la zona más turística la que menos opciones tiene.

                              Los franceses, poco dados a los tabúes, han instalados unos urinarios para hombres junto a las riberas del Sena, lo que también ha escandalizado, por hacer demasiado público el asunto, al menos desde el lado masculino. Los llaman Uritrottoir o urinarios de acera.

                                Flavio Vespasiano: «Pecunia non olet»

            Ser emperador después de Nerón no era una tarea fácil. Las arcas del Estado romano estaban tan exhaustas, que era necesario llenarlas con impuestos, pues los derroches se habían hecho norma. El más célebre de todos ellos, o el que ha llegado a la posteridad, fue su impuesto sobre los urinarios públicos, pues la orina era recogida y después de depurada, servía para los artesanos y curtidores de cuero. Su hijo Tito le reprochó ese impuesto y le respondió «el dinero no huele» o pecunia non olet. Esto se hizo luego extensivo y casi equivalía a decir que no había dinero malo. No es así, y los romanos decían esto desde su profundo sentido del Estado. Hay dinero ilícito, dinero manchado de sangre, dinero obtenido de formas no admisibles, y una de las peores es la de los saqueadores del erario público. Vespasiano legó para la posteridad, además de un ejemplo de administración cuidadosa, el Coliseo de Roma. Cuando se administra bien, se pueden hacer obras públicas de gran valor.

                     Volviendo a los urinarios públicos melillenses, hay que decir que son en total cinco. Dos se encuentran en el parque Hernández y otro más en el parque Lobera, que es el más reciente y el que luce el aspecto más cuidado. Los del parque Hernández son de 1960 y se encuentran bastante deteriorados, aunque son los de más uso, por su buena situación. Los otros urinarios públicos son el de la plaza Martínez Campos de el Rastro, es el que peor aspecto presenta; y el de la plaza multifuncional de San Lorenzo. En Melilla se mantienen, cuando ya no existen en casi ninguna ciudad. Esta es una diferencia apreciable con respecto a otras ciudades, que hay que seguir manteniendo, pero en mejores condiciones. Tanto por los trabajadores de estos servicios públicos, como por los usuarios.

Nota: https://www.lavanguardia.com/internacional/20180815/451328035822/polemica-paris-urinarios-calles.html

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