Centro Tecnológico paralizado


      La aparición de restos históricos compromete el Centro Tecnológico

      Las tres grandes obras que se estaban llevando a cabo en Melilla están paralizadas: Hospital nuevo, Edificio Educativo y Centro Tecnológico. Las dos primeras por problemas presupuestarios, la tercera porque nadie comprendió cómo se autorizaba una obra en un  suelo tan sensible desde el punto de vista histórico. Existe un supuesto filtro que es la Comisión de Patrimonio, que debería haber evitado un riesgo así. No se debería haber autorizado esa obra en ese lugar. Toda esa zona debería haber entrado en un Plan Arqueológico de Melilla y dedicarse solo a rehabilitación y excavaciones. Ahora hay un problema grande del que nadie habla y me sigue resultando asombroso, sobre todo, cuando han aparecido los restos de un fuerte español del siglo XVII. Excavar en ese suelo para hacer una carretera de acceso o para realizar cimentaciones o sótanos, solo hace aumentar la posibilidad de seguir hayando más cosas, más importantes, de otros periodos históricos y entones la paralización podría ser definitiva y el fiasco absoluto, porque habría que buscar un nuevo solar para el Centro Tecnológico y convertirían en humo los 120.000€ adicionales del solar expropiado, todavía no sabemos a quién. Van cerrando cada vez más el área, pero todavía hemos podido hacer fotos más cercanas y definidas de la aspillera del viejo fuerte de San Miguel, que como siempre, compartimos en El Alminar.

   Nota: Sigue sin resolverse el problema de la churrería.

El nuevo trabajador del PP


       Llega a Melilla el trabajador de la Reforma Laboral del PP

  Por la calle Álvaro de Bazán se suele pasar rápido, más en este tramo, para que no te pille el corte del semáforo. A primera vista parece un trabajador normal, que da paso o aconseja desviarse a la derecha, para evitar la carga y descarga de materiales del edificio en construcción.  Una visión más reposada, si se va desacelerando porque el semáforo ya está en rojo, permite comprobar que no es un trabajador, sino un muñeco a pilas o alimentado con energía solar. En la península, sobre todo en las autovías, es muy normal y habitual verlos, sin embargo, en Melilla ha aparecido hace apenas una semana, por este motivo, le llamo el trabajador de Mariano Rajoy, o el de la reforma laboral del PP.

         Las ventajas son evidentes. El coste laboral es cero, el número de horas de trabajo que puede desempeñar no tiene límites, y sus derechos laborales no existen. Es el sueño de cualquier empresario español, de la nueva Confederación de Empresarios. Podríamos aceoptar que era obligado reformar todo, el acabar con los derroeches, el racionalizar los recursos, el adaptarse a las nuevas circunstancias económicas mundiales.

    Lo que no puede admitirse o disculparse, es que se haya mentido tanto, que se haya engañado a gran parte del electorado, con el único fin de  ganar unas elecciones. Es inadmisible que el entonces candidato Mariano Rajoy dijera en el debate televisado de noviembre: «No se confuda señor Rubalcaba, no piense que todos somos como Vds. Yo no haré nada que no figure en mi programa»; y que seis meses depués diga lo siguiente: «Si tengo que hacer algo que dije que no iba a hacer, lo hago y ya está».

                    ¡Para qué decir nada más!