Troya dejó huella en la historia porque duró más de diez años y esa es la medida de todas las cosas. Esos diez años fueron necesarios para crear un recuerdo que atravesara un siglo, e hiciera surgir el mito y la leyenda. Tiempo suficiente para cribar los nombres y seleccionar a aquellos que duraran al menos mil años.
Hasta Homero llegó el eco de Troya lo suficientemente nítido, como para que tomase la decisión de escribirlos, antes de que todo se perdiese de modo definitivo, como tantos nombres y hecho de los que nunca sabremos nada. Quizá intuyó ese riesgo de desaparición, o el recuerdo de lo sucedido fuese ya difuso. Lo que el escribió fijó la historia para siempre, y los nombres que él nos dejó son los que recordamos. Quizá todo sucedió de un modo distinto, pero eso ya no podrá saberse nunca.
Díez años son el límite necesario para que algo perviva por sí mismo y alcance vida propia, una vez superado el lapso temporal, o inicie un lento camino hacia el olvido. El Alminar se encuentra y a la vez atraviesa ahora esa franja de tiempo, un tiempo muy largo que ya ha marcado su propia hendidura en la historia. No solo está aquí, hay también muchos artículos publicados por los periódicos de Melilla. Al menos 100 artículos está ya destinados a no perderse, algunos incluso antes de que el propio blog existiera, como el de «Bomber Command y la destrucción de las ciudades».
Troya y Homero
Cuando Homero fijo su historia allá por el siglo VIII antes de Cristo o de la Era Común (como le gusta denominarla a la masonería) ya había muchas datos que empezaban a ser cubiertos por la niebla. Troya es un mito o leyenda que forma parte de nuestro canon, pero que cada vez tiene menos significado. El mundo futuro, el de la inteligencia artificial, el de la mega conectividad, el de Silicon Valley, ya no tendrá enlaces con esos mitos y está fijando y creando parámetros nuevos. Solo que es nuevo mundo ya no puede detenerse, aunque existan mucho libros que aconsejen la desconexión inmediata de las redes, evitando así la tiranía del metadato y del algoritmo. Pero eso ya no puede evitarse. Por cada uno/a que se desconecte, se añadirán un millón.
Ese mundo futuro y tecnológico, quizá suponga el fin de las religiones como elemento de influencia en el mundo. No pueden existir sociedades que pretendan regirse por libros escritos hace mas de mil o dos mil años. Lo que vemos es solo el último estertor de un mundo que desaparece, aunque le quede tiempo para hacerlo. No habrá contacto con los mitos, tampoco con los dioses tradicionales.
Hay libros que se leen una vez, y otros que se leen muchas, constantemente. Regresar a páginas ya leídas, observar la anotaciones hechas hace años, puede servir para conectarnos con pensamientos pasados, o también para ver cuan alejados estamos de lo que hace esos mismo años nos causó una honda impresión. Esa es la dualidad de los mitos, que pueden ser a la vez positivos y negativos, consejos o advertencias, mandatos o sugerencias.
En 2014 apareció en el desfile medieval el caballo de Troya, que se detuvo frente al Ayuntamiento. No nos pasó desapercibida esa coincidencia. Ocurrieron muchas cosas esa año, que fue importante en la historia del Alminar. El desfile fue uno de los mejores que recordamos. Vimos al dragón, a las diablesas, a caballeros medievales, a encantadores de serpientes, pero sobre todo al caballo.
Homero nos quiso advertir de muchas cosas, y también escribirlas para que no las olvidáramos nunca. El caballo de Troya es y será siempre una amenaza y una advertencia. Se trata de no abrir la puerta a la avaricia, a la vanidad, al odio, a no aceptar el regalo de la adulación (que son dragones devoran todo). El caballo de Troya estará en cualquier sociedad, en cualquier grupo humano, o incluso dentro de nosotros mismos. Siempre habrá quien trabaje para su propia causa, aunque parezca que lo hace para la comunidad.
Por encima de todo, se yergue siempre el libre albedrío. Nada está determinado. Son nuestros propios actos los que nos conducen, colectiva o individualmente a un fin, salvo en aquello que solo depende del azar. Los cambios se producirán de todos modos, por lo que todo dependerá de nuestra capacidad de adaptación a ellos. Odiseo (Ulises) purgó los pecados cometidos en Troya con el largo periplo por el Mediterráneo, que conocemos como la Odisea. Solo al cabo de 10 años, libre ya de todas aquellas vanidades, envidias y múltiples codicias, pudo regresar a casa y disfrutar de un final de vida en paz.
Quien hoy se vanaglorie, debe imaginar o pensar en la desaparecida librería de Wally. Miles de libros que colmaron la vanidad de sus autores, se apilaban en torres acumuladoras de polvo y olvido. Y era uno de los lugares en los más tiempo hemos pasado.