



Como cada año, a todas y todos los que han llegado hasta aquí en nuestra compañía, a los que estuvieron, a los que están, a los que se cruzarán con El Alminar en algún momento, a todas las personas de buena voluntad; les deseamos Feliz Navidad 2021.
Estamos a punto de dejar atrás el segundo año de la pandemia que ha barrido el mundo. El cansancio es notable y son ya muchos los que no han podido culminar el año. A todos y todas los tendremos en nuestro recuerdo. Son 5.357.096 fallecidas en personas en todo el mundo, 88.708 en España y 117 en Melilla. En nuestra ciudad se han contagiado 12.000 personas desde el inicio de la pandemia. Las epidemias de peste solían asentarse entre dos y y tres años sobre un territorio, pero esto era en el pasado. Aun así, debemos espera que el año entrante sea el último en el que convivamos con la COVID-19, y se inicie el reflujo de la ola en todo el mundo. Las epidemias provocan cambios visibles en las estructuras económicas, sociales y por ende en las personas. Nada vuelve a ser como antes.
El espíritu de la Navidad acaba alcanzando a todos/as, y en ese ánimo que compartimos con todos, convive el pasado, el presente y el futuro. Al igual que ocurriera con Ebenezer Scrooge en la novela de Charles Dickens, escrita en 1843. Del pasado compartimos una imagen ya irrepetible, la del solitario Belén del Centro Asistencial, que montaba cada año monseñor Buxarrais con la ayuda de algunas mujeres voluntarias, en la capilla del centro, ya cerrada. Del presente y de nuestra poco destacable iluminación navideña, compartiremos dos cosas, una la imagen del árbol, que sí es un símbolo navideños, pese a la alharaca de la Navidad pretérita, y una fotografía de la ciudadanía melillense intentando recuperarse de la zozobra, el pasado domingo en la parte peatonalizada del centro de la ciudad (del que no se sabe qué modelo final aplicar).
En cuanto al futuro deseamos paz, convivencia y armonía para todos, pero bajo la protección del arbolado melillense. Esperamos que se detenga la especulación urbanística, y que no acabe devorando los acuartelamientos de Santiago y Alcántara. Una ciudad sostenible y amable, no se puede asentar solo sobre las aceras y el pavimento, sino sobre abundantes zonas verdes y de uso colectivo. También sobre la igualdad de oportunidades. El cambio no puede consistir solo en el asentamiento de nuevas oligarquías o castas, el gran concepto ya en desuso.
Aún así y pese a todas las dificultades, Feliz Navidad a los/as lectores/as del Alminar. A los/as comentaristas y a todos los que nos acompañan desde hace una década. Y sobre todo, nuestro mayor deseo es que sigan evitando el contagio.
Feliz Navidad !!🎄🎁