



Para que todo quede claro desde el principio, diremos que este yacimiento fue abandonado en 2012, y dejado a su suerte, así como el edificio entero. Se albergaron muchas esperanzas de encontrar algo significativo aquí, pero sin que nadie diese explicación alguna se abandonó hasta el edificio, que en la actualidad es pura y dura ruina. Ya no hay tiempo ni para lamentarse. Toda la calle de San Miguel está deshabitada, bueno, toda no. En el edificio del Gobernador de la Plaza de Melilla hay vida, pero de desclasados. Todas las tardes, al caer el sol, los habitantes nocturnos saltan la verja, con considerable riesgo para su integridad física. La ropa puesta a secar, e incluso la basura, prueban lo que decimos.
Todas las semanas algún vecino conocido nos alerta para que subamos a comprobar el estado de la ciudad vieja con nuestros propios ojos. Los vecinos residentes en las calles y casas colindantes a la desolada Área 51, vigilan para que nadie se asiente en el primer barrio de Melilla, el de Medina Sidonia.
La selva, la maleza, la basura y todo tipo de sedimentos cubren toda la superficie del mítico yacimiento melillense, y también el único, desde una punta hasta la otra. Incluso la nueva zanja también se ha llenado de maleza. Lejos de encontrar la Rusadir fenicia, lo que parece que apareció fue un depósito de ánforas y de loza rota, junto a cimentaciones medievales, y resto de muros de época romana, o ese decían. De lo que tampoco hemos vuelto a saber nada es de los miles de fragmentos cerámicos y otros utensilios hallados a lo largo de los años de excavaciones. No están expuestos, catalogados, digitalizados o clasificados en lugar alguno.
Después de 11 años de vigilancia, observación y visitas, ninguna con permiso, porque nadie nos facilitó nunca nada. Todo ha sido gracias a la colaboración ciudadana, que nos ha abierto puertas, ventanas y tejados. Así pues y pasada una década, concluimos aquí las expediciones al Área 51, que tantos momentos de gloria nos ha dado.
Solo damos fe del desastre y del fin. Recuperar el edificio del Gobernador costará un potosí, y desbrozar toda es maleza, firmemente enraizada en el suelo, liquidará muros, y cualquier otra cosa que pudiera quedar. En los alrededores sólo hay ruinas y abandono. Pero todo esto ya lo harán otros.
Nota:https://elalminardemelilla.com/2022/03/13/en-la-casa-del-gobernador/