El Día de La Conquista de Melilla (II)


   

 

 

        Enrique Delgado (El Faro de Melilla,19/09/2009)  

           Melilla, un día cualquiera del verano de 1497

    – Yo, Abu Hassan ben Urtedi Am’lil, último alcaide de Malila reuní a los consejeros y notables de la ciudad para comunicarles la noticia de que otro grupo de “rrumis” venidos de Castilla habían recorrido la villa y hecho muchas preguntas. Entre ellos había sido reconocido el Capitán Francisco Ramírez de Madrid “el artillero”, consejero de Los Reyes Cristianos, secretario del Rey Fernando, conquistador de Cambil, Alhabar, Málaga y Salobreña.

       Los “rrumis” siempre creían pasar desapercibidos vistiendo las chilabas y hablando ese pulcro árabe de la Corte de Al-Ándalus, pero aquí, en Malila, en donde siempre se ha hablado la lengua amazik, la lengua de los mazikes, resultaban perfectamente reconocibles. Además, siempre resultaba curiosa la presencia de los mudos junto al que hablaba árabe y actuaba de intérprete, e intentábamos adivinar cuantos mudos aparecerían en la siguiente visita.

Sin embargo, la presencia del “artillero” entre el grupo de ojeadores hizo que cundiese el desánimo entre la población… Todos conocían cómo había conseguido la rendición de Mahomad Lentin, alcaide de los castillos gemelos de Cambil y Alhabar, llevando hasta la misma base de las murallas su artillería.

    La población se ha reunido en La Alafía comentando las noticias, extendiendo los rumores y esperando una declaración. La traición del año 900 de la hégira llenó de desesperación e impaciencia a todos, desde ese momento la gente empezó a abandonar la ciudad. Nadie preparaba las defensas del puerto o reforzaba las murallas, edificadas por Abderrahman III. Todos pensaban en irse y en poner a salvo sus pertenencias.Hasta las alfombras, los muebles, los libros sagrados y el minbar de la mezquita estaban siendo trasladados a la más segura de Lal-la Zarzut, en el monte de las higueras, que parecía más fácil de defender y desde el que tendríamos siempre a la vista a los castellanos y sus gentes.El Rey de Fes no nos prometió nada. Dijo que no podía guardar de modo permanente la costa y que aun así, los cristianos podían desembarcar en cualquier lugar y tomar al asalto la ciudad. Prometió dejar un destacamento de 30 hombres. Nada de esto pareció suficiente a los pobladores de Malila, que comenzó a abandonar la ciudad, derrumbando y prendiendo fuego a sus casas antes que dejar nada en manos de los cristianos. Durante muchas semanas las hogueras y los humos eran constantes. Nosotros decidimos arruinar los adarves de los muros y todos los parapetos de defensa. Todos nos refugiamos en los aduares y montes cercanos. Volvíamos a la ciudad por el día y la abandonamos antes de la oración del Asr (3ª de las oraciones musulmanas).
Gibraltar, 10 de septiembre de 1496. Diario de Ramírez de Madrid

– Desde hace días tenemos todo preparado. Al final ese caprichoso de Colón se ha salido con la suya. Hemos conseguido las 10 carabelas y otras muchas naves, pero a costa de que Los Reyes no financien la expedición ni se hagan cargo de la ciudad que vamos a conquistar. Por lo menos hemos conseguido retrasar su 3er viaje a Las Indias. Partimos con la flota desde Yebel al Tariq (Gibrlatar) y no desde Sanlucar.

        – Allí, delante de Los Reyes tuvo el valor de decir que harían falta más barcos para la conquista de Melilla que para proseguir “el descubrimiento de Las Indias”. ¡Y lo llama descubrimiento, ese embaucador genovés, cuando todos conocen dónde le vendieron los mapas! ¿O es que acaso no pudo engañar con esos mismos mapas al Rey Juan de Portugal? Pero la Reina Isabel no fue capaz de desairarle y sólo le hizo aceptar un retraso.

           El viento de levante ha parado, si tenemos suerte con una semana de poniente estaremos a la vista de la costa y desembarcadero de Melilla. Los últimos informes que tenemos de allí son buenos. Parece que han desalojado la ciudad y sólo un pequeño destacamento la guarnece. Han cometido un gran error. Si renuncian a impedir nuestro desembarco, entonces habrán perdido Melilla para siempre. De todas formas poco podrán hacer. Con una sola descarga de nuestra artillería, cualquier intención de defensa quedará desaparecida. El sarraceno que defiende aquella costa, ya no es el que nos encontramos en la frontera de Al-Ándalus.

El día de La Conquista de Melilla ( I )


 

 

 

           Diario de Francisco Ramírez de Madrid.  Relato novelado de la conquista de Melilla.

         Enrique Delgado ( El Faro de Melilla, 18/09/2009)

          –Me llamo Francisco Ramírez de Madrid, Secretario Real, también conocido como «el artillero». Estoy al frente de la armada que va a conquistar Melilla. Son 10 carabelas y siete naves, una con un tren de artillería. Las hemos cargado con 5.000 infantes, un grupo de caballería y maestros para edificar. Llevamos harina, vino, tocinos y aceite. Artillería, lanzas, ballestas, espingardas, otras armas y toda clase de munición. Cal, madera y toda clase de artesanos.

             ¡Espero que haya alguien defendiendo la ciudad, si no, sería muy aburrido!

         – Hace unos pocos meses reconocimos la ciudad, todavía había gente en ella y mucha en los alrededores. ¡Es bonita la mezquita de Melilla!.  Nos confundieron con mercaderes, íbamos disfrazados. Pedro, el contable de Medina Sidonia, apunta cualquier dato que pueda ser provechoso. Mi compañero, el capitán Martín Galindo está preocupado, dice que todo está rodeado de “moros alárabes y que antes será carnicería de nuestra gente que población de cristianos”.

    -Intento tranquilizarle, le recuerdo que hemos participado en las conquistas de Almería, Málaga y Granada, y que Ramiro López nos prestará su invento de “falso amurallamiento”, idea que leyó en las coplas de Jorge Manrique.

    -Se nos acercan pobladores de Malila y nos preguntan: ¿Que cuándo van a venir los castellanos? Nos hacemos los distraídos y preguntamos que dónde han oído semejante dislate. Nos dicen  que hace no mucho vino un capitán castellano (debían estarse refiriendo al chiflado de Hernando de Zafra), que prometió dinero y tierras en la antigua Al-Andalus a aquellos que decidieran entregar Malila al Rey Católico._

    ¡Maldito sea ese viejo chiflado de Zafra!. Es así cómo se enteraron los malilíes (melillenses), de que íbamos a venir a cumplir lo pactado en Tordesillas en 1494. Todo esto complicará las cosas. Martín Galindo ya dice que enviará un informe negativo al Rey Católico. A Pedro le da igual, él y su hermano Bartolomé solo desean  gloria y cuanto mayor sea la empresa, más abultada será la factura que pasará al Rey. ¡Nos va a cobrar hasta los clavos!

– Tras pasar toda la tarde reconociendo la zona de Malila, decidimos quitarnos el polvo y la suciedad en uno de los muchos baños de esta ciudad. Es una de las cosas que tiene, más bien pocas. En el hamman (baño) un antiguo residente de Garnata (Granada), que llegó a Cazaza con Boabdil, nos relata cómo acabó el intento de compra de la ciudad por parte del viejo zorro de Zafra.

   Todo fue descubierto Los alcaides traidores y sus familias habían dado referencia de cómo tomar la ciudad y dónde eran sus defensas más débiles. También refirieron cual era el mejor desembarcadero. Al parecer uno de los que iba con ellos se enteró de toda la maquinación y lo relató al Rey de Fes, que vino hasta Malila con una pequeña escolta y decidió expulsarlos de la ciudad, tras matar a alguno de los conjurados. Pero también se enteró de la firme decisión de los castellanos de conquistar la villa y de la poderosa flota que pensaban enviar a apoderarse de la ciudad.

           Desde ese momento sus habitantes vivieron en un temor constante y todos sospechaban de todos, pues seguían creyendo que había traidores entre sus filas. Todos daban ya la conquista como segura. Algunos abandonaron la ciudad y también decidieron derrumbar los adarves de la muralla para que no nos fuese útil y quemaron cualquier cosa que nos pudiera ser útil en caso de tener que asaltarla y conquistarla.

            Todos estos datos y esta inspección nos fue de gran provecho, pero pensamos que debíamos cambiar los planes y hacer la flota más grande. Ahora habrá que convencer al Rey Fernando y sobre todo, a la Reina Isabel,  de que le quite sus barcos al engreído de Colón. Le dejaré ese trabajo a mi esposa, Beatriz Galindo: “La latina”.

    PD: Este relato novelado de la conquista de Melilla, lo publiqué en el diario El Faro durante tres días consecutivos (18,19 y 20 de septiembre de 2009). Lo quise hacer coincidir con los al menos tres primeros días del «verdadero desembarco», que se produjo en estas costas en 1497. Escogí a Ramírez de Madrid por su impresionante hoja de servicios y la altura histórica del personaje.  Con respecto al original, he realizado unas escasas modificaciones de estilo y corregido algunas erratas.

     Foto: http://malagapedia.wikanda.es/wiki/Portada

El Nuevo Museo de Melilla


                  Decepción en el Nuevo Museo

        Muchas cosas va a haber que decir del Nuevo Museo de Melilla, que para empezar no se entiende el porqué no es Museo Provincial o Autonómico. Habrá que enterarse el porqué se le ha entregado la musealización a una empresa y no a la propia Consejería de Cultura. No se explica esa extraña división en tres partes, a saber: «Arqueológico, Sefardí y Amazigh», cuando todo es lo mismo y la cultura bereber está presente en Melilla desde los tiempos de Rusaddir. No se entienden muchísimas cosas, pero tiempo habrá de ir dando luz a todas.

                      Melilla islámica (siglos VIII al XV)

     Es la etapa histórica más larga de la historia de Melilla, repartida entre Omeyas, Almorávides, Almohades y Benimerines. Sin embargo, se la despacha con una sola estancia y todas la información histórica que se ofrece es la que se ve en la foto. Sin embargo, mi decepción fue grande cuando pude ver que en un Museo Municipal, se volvía a insistir en la «burda mentira» de que Melilla fue entregada por sus habitantes a los Reyes Católicos. Hay decenas de mentiras en esa sóla frase subrayada, la primera sería que Los Reyes Católicos desecharon la idea de conquistar la Ciudad de Melilla y lo hizo la Casa de Medina Sidonia.

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Y sin embargo, Melilla, fue conquistada

       Enrique Delgado

                  En 1998 publiqué una serie de 4 artículos  titulada “Una nueva visión de la conquista de Melilla” que se publicó los días 27 de septiembre, y el 4, 11 y 25 de octubre, en El Telegrama de Melilla, en los que cuestionaba en el fondo y en la forma, la actitud de los historiadores locales, que ante la evidencia histórica de la conquista de Melilla,  seguían cerrados en banda en la defensa del invento pseudo  histórico de “la res nullius” o tierra de nadie.

            El invento pretendía justificar que Melilla no había sido conquistada ni arrebatada a los musulmanes benimerines, bereberes, fesíes, guelayenses, tlemenceños  o a  cualquiera que la poseyese, porque yacía abandonada, completamente destruida y en estado desértico y en espera de ser conquistada por los españoles y esto último, que parece una digresión delirante, fue teorizado y plasmado por el Cronista Mir Berlanga, en una maravillosa cita hallada por mi amigo Carlos Esquembri. Dejo hablar al Cronista:    «Si Sevilla, Córdoba o Granada conservan huellas de los invasores árabes, en nuestra ciudad no dejó el Islam el menor recuerdo. NI un edificio, ni un monumento, ni una simple piedra labrada. Como si la Historia se hubiera complacido así en resaltar el sello español y cristiano de Melilla que se incorporó a Castilla dieciocho años antes que lo hiciera el Reino de Navarra”. La cita podría ser una anécdota de no haber sido porque la ideología que la sustenta, ha seguido  en pié hasta el umbral mismo de este artículo.

         En aquellas fechas dos libros habían cambiado mi percepción sobre la conquista de Melilla, el primero fue “No fuimos nosotros”, de Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de Medina Sidonia, en el que por 1ª vez mencionaba el Tratado de Tordesillas de 1494 y hacía referencia de la necesidad que tenía España de “procurarse las villas de Melilla y Cazaza”. Tras quedar sorprendido por la claridad de la cita y de la exposición, busqué en vano entre los historiadores locales ejercientes o ya fallecidos y ni en uno sólo encontré referencia alguna al Tratado de Tordesillas. En los artículos de 1998, mostré claramente mi asombro por el deliberado olvido de Tordesillas y en el 4º y último capítulo concluía: “La aparición de nueva documentación confirmará o no, algunas de las hipótesis esbozadas en estos artículos…..pero espero haber contribuido a  iniciar el sepultamiento de de 500 años de mentiras y de falsas historias acerca de La Conquista de Melilla”.

       La existencia del Tratado disolvía de un plumazo toda la línea argumental sostenida con encono por la historiografía local, es más dejaba claro de modo fehaciente e irrebatible que Melilla fue conquistada por el propio interés y voluntad de La Corona de España, que fue un acto muy premeditado,  muy pensado y muy bien preparado. Melilla es mencionada más de 10 veces en el Tratado.

      El otro libro que transformó completamente mi pensamiento y en donde ya aprecié la falacia deliberada sobre la que se asentaba todo el edificio de la tierra de nadie fue: “Los presidios españoles del Norte de África”, de Rafael Gutiérrez, en donde por primera vez se contaba que una pequeña parte de la población de Melilla, atemorizada ante la inminente conquista castellana, intentó negociar una entrega incruenta de la ciudad, cosa que no salió bien en un doble sentido, el primero e inmediato porque no consiguieron poner en almoneda a Melilla, el segundo porque con el correr del tiempo, los descendientes de aquellos primigenios traidores melillenses, serían expulsados de España en la definitiva expulsión de Los Moriscos en 1610.

     El año 1997, el del V Centenario hubiese sido un buen momento de darle un cambio a la historia de Melilla y empezar a comenzar a contar las cosas tal y como fueron, sin embargo las publicaciones fueron escasas y se siguió en la línea trazada por los ocultadores del pasado.

    En 2006 apareció el gran compendio de La Historia de Melilla, un libro sin cohesión interna y con unos altibajos enormes, en donde merece destacarse a José Manuel Cabo, Víctor Guerrero, Fernando López, Enrique Gozalbes, Vicente Moga y en donde ni un solo capítulo se denomina Melilla musulmana o Melilla islámica, pese a que indudablemente se habla de ese periodo, el más amplio de la historia de Melilla. Tampoco hay ningún capítulo dedicado a la conquista de Melilla ni a qué la motivó, ni como se llevó a cabo y por supuesto, no se menciona Tordesillas.

      El nuevo y deliberado olvido, me llevó a escribir y publicar en El Faro, 19/08/2006, un nuevo artículo titulado: “Melilla, 1497. Una conquista entre brumas”. En él insistía del modo más claro posible (sin éxito ninguno) en la necesidad de aclarar la fecha de la conquista, la dirección de La Armada, la duración de la conquista y volvía a reiterar la obligación ineludible de mencionar Tordesillas, como clave de bóveda de la política africana del Rey Católico.

En un último y desesperado intento por apuntalar el edificio ya arruinado y poco creíble de la “rex nullius”, apareció en 2008 “los Alguaciles” de Miguel Villalba, que fue recibido como la biblia de la no conquista de Melilla, la losa que cerraba cualquier debate ulterior sobre la anexión u ocupación. Melilla no sólo se había derruido a sí misma, como apuntara Mir Berlanga, sino que además, se había entregado entera, como objeto de cambalache, a la mayor gloria de Castilla.

Tras publicarse este libro (de indudable mérito pero erróneo enfoque),  y que fue exhibido ante el mundo entero, lancé la mayor ofensiva posible contra el supuesto día de Melilla publicando: “El día que nunca fue de Melilla, 17 de septiembre”, en el Faro y Melilla Hoy (13/09/2009) y el diario novelado de: “El día de La Conquista”, publicado en tres partes los días 18,19 y 20 de septiembre de 2009 en el diario El Faro.

El reconocimiento de que la conquista u ocupación de Melilla fue “un acto de Estado” por parte del profesor Carlos Gozalbes y la mención, ya sin ningún margen de duda o discusión al tratado de Tordesillas como desencadenante de la acción política y militar castellana, es un saludable hecho, que refrenda lo que algunos sosteníamos, en la soledad más absoluta, y falta de reconocimiento, desde hace 13 años. Queda mucho por hacer, pero este ya si es un punto sólido y verdadero de partida.