La imagen de la capilla del Hospital Militar


En 2008 entramos por última vez en el templo de Cristo Rey, del extinto hospital militar, que ya estaba cerrado. Tras el cierre del Hospital del Docker empezó el abandono, el saqueo y el maceramiento de los edificios y barracones. De todo dimos debida cuenta, de la visita, de los robos, de los incendios. De hecho, las únicas fotografías que existen del interior son la nuestras. Los militares, cuando abandona algo lo abandonan, pero no son tan cuidadosos como parece. Este edificio fue dejado de la mano de diablo cuando se cerró el hospital militar en 2010. Era una zona inmensa expuesta a todo, que los vigilantes de seguridad apenas podían cubrir para vigilar, sobre todo por las noches.

El INGESA (Instituto de Gestión Sanitaria) ha dejado fuera de su perímetro a la antigua iglesia, aunque se dijo que se integraría en él como centro de documentación, biblioteca. En realidad todo son proyectos que se lleva el viento, como la residencia militar de la calle Astilleros que dejó arruinar y hubo que demoler. Son tantos años, dos décadas que la responsabilidad de las Administraciones es compartida. También se dijo que la antigua capilla, que no basílica, estaba desacralizada, lo que tampoco es cierto. Muchas de las imágenes de culto allí siguen, pero ha desaparecido casi todo. Es cierto también que se hizo un inventario de todo lo existente en el momento de su cierre, pero también que los inventarios puede hacerse después de haber retirado los exornos de más valor. Hay objetos que siempre se distraen. Para ser una de la iglesias mejor ornamentadas de la ciudad, la última en ser edificada como tal, lo que existía en 2008 ya era muy poco. Ofrecía una gran sensación de vacío.

Han pasado 20 años desde aquel abandono. Allí dentro no queda nada, salvo unas pocas imágenes cubiertas de polvo y mugre. Todo está cubierto de polvo y en mal estado. Hay una, la del Cristo de la Buena Muerte, traída desde Málaga en 1940, que es la de más valor. Dicen las leyendas artísticas que procede de los talleres de Palma Burgos. el imaginero que elaboró una nueva talla del Cristo de Mena, tras ser incendiada la original en 1931. Pese a su importancia y belleza no fue reclamada por ninguna otra parroquia de la ciudad, ni siquiera por las de administración castrense, ni por la iglesia arciprestal. La desolación es completa, no quedan ni los bancos, ni el Vía Crucis, ni nada.

Allí ya no queda nada que salvar. El Obispado Castrense enajenó el edificio. Urge abrir la iglesia, que ya no es y retirar las imágenes de allí, o buscar algún receptor , un cirineo que se quiera hacer cargo de ellas. Han pasado 20 años, pero como si fuesen dos días. Extrañas nubes de polvo recorren el templo e impiden hacer fotografías. La luz desaparece, las tinieblas cubren todo.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2011/11/20/la-basilica-del-hospital-militar-de-melilla/

La basílica del Hospital Militar de Melilla


     

 

        La Iglesia de Cristo Rey

        El 25 de octubre de 1942, festividad de Cristo Rey, se bendijo  “la suntuosa  basílica de Cristo Rey con rito litúrgico de primera clase, tal y como se describe en las crónicas de la época, más conocida como la iglesia del Hospital Militar.  Una de las dos vías para su financiación fue la muy recurrente y pública “donación voluntaria”, que constituía un arma de doble filo, un sutil medio de coacción. Por un lado quedaba claro quienes no cuestaban voluntariamente, y por otro se manifestaba quienes no eran suficientemente piadosos y generosos con la Santa Madre Iglesia.

                   Su categoría  ecuménica es equivalente a la de la Iglesia del Pueblo, pues ambas son basílicas menores, lo que significa el poder ganar “los jubileos” y demás promocionales  que concede el Vaticano para la salvación de nuestras almas, sin la necesidad de desplazarse hasta Roma, eso sí, con su correspondiente dádiva.

                   Las mismas crónicas inaugurales la describen como ricamente ornamentada, sin embargo su estado actual es el de “duramente devastada” por la iconoclastia y por la sacra rapiña que se adueñó de Melilla desde 1974 a 1989. Aun así, en la parte del coro existen dos órganos en perfecto estado de uso, al lado de la roseta central u óculo, cuya imagen, ya prácticamente desvanecida parece ser la de la Virgen del Carmen.      

            Sin embargo, se trata de un bello templo, con cubierta a dos aguas, con un magnífico techo artesonado y una nave dividida por dos filas de cinco columnas cada una, con capiteles de estilo corintio y arcos de medio punto, que sostienen la bóveda central.     Las naves laterales están abiertas por vidrieras con motivos y escudos militares que otorgan al Templo un muy logrado y variado juego de luces y colores que varía a lo largo del día.

                             Lo que falta

                Faltan altares, retablos y elementos de ornamentación sagrada como el sagrario, cruz, y candeleros de metal labrado. Faltan completos los altares de la Medalla Milagrosa y del Perpetuo Socorro. Actualmente sólo hay dos imágenes, una de Fátima, que es de relleno porque no se menciona en la inauguración, y una de San José, que sí aparece en el acto de la bendición. Habría también que identificar las custodias de oro y plata que se mencionan en las crónicas inaugurales.

            También se habla de “un tenebrario” de madera labrada, que no parece estar, salvo que se trate del Altar en el que se encuentra la muy notable talla malagueña del Cristo de La Buena Muerte, auténtica joya del Templo.   Hay que hacer hincapié en el candelero-tenebrario, pieza de arte, donada por la Alta Comisaría de Marruecos y que fue tallada a mano, siendo premiada en la Feria de Artesanía de Tetuán, descrita como regia y primorosa y que fue expuesta en Madrid.

             Primera piedra y bendición del templo 

          La primera  piedra se colocó el 19 de marzo de 1939 y se encargó de la dirección del proyecto el comandante de ingenieros Luis Sicre. El artista Vicente Maeso donó todas las ventas de una exposición de pinturas para las obras de esta iglesia. El alma mater de la recaudación de fondos fue la monja Rosa Lahoz, de la comunidad residente entonces en el Hospital.

          El capellán del Hospital Gerardo Canals de La Rosa, acompañado por los párrocos de la Cruz Roja, padre Fernández y de San Agustín padre Pérez y el maestro de ceremonias padre Jaime de Villamorisca, bendijeron la nueva basílica a las once en punto de la mañana, con el templo completamente vacío.         Previamente, a las 07h 30´ de la mañana, los más de 700 enfermos ingresados en aquel momento en el Hospital, tuvieron el honor de ser los primeros en celebrar la 1ª misa.          El sermón lo pronunció el capellán de Ingenieros José Tamayo que “alabó el esplendor de los cultos que merece La Casa de Dios” y que el mismo Dios quería para su culto: “Limpieza, riqueza y variedad”. Requisitos que cumplía sobradamente la nueva iglesia.

    Nota: La efigie del Cristo de La Buena Muerte, es una notabilísima imagen, procedente de artesanos malagueños. No he averiguado si se trata de una talla o es una imagen de estuco.         El autor de la capilla fue el comandante ingeniero Luis Sicre Marassi, presidente también de la Comisión de depuración de funcionarios de Melilla afectos a la República.