Han sido días de vientos y lloviznas cargadas de arena. Todos los automóviles de la ciudad han quedado impregnados de una capa de tierra rojiza, como si todos hubiésemos salido al desierto. Lo insólito, es que la ciudad con la tasa de más coches del mundo por habitante, tengo solo un lavacoches automáticos, y que no tenga estaciones de servicio al estilo de las que suele haber en Europa. El consumo de gasolina en la ciudad es uno de los negocios más prósperos, porque la conducción en ciudad dispara la media de consumo, incluso en los automóviles más modernos. No hay quien baje de los 12 litros cada 100 kms. El beneficio de este tipo de servicio es uno de los más elevados de la urbe, sin embargo, la inversión no se corresponde con las necesidades del automovilista local.
En el mundo moderno, el del siglo XXI, las gasolineras cuentan con mini-mercados, venta de periódicos y revistas, e incluso cafeterías. En la sociedad actual, nadie puede desprenderse del coche durante una hora, coger turno desde el día anterior, y esperar a que te devuelvan el coche. Se necesitan estaciones con máquinas de lavado automático del vehículo. A lo largo de todos estos días, los esforzados trabajadores del lavacoches del Puente del Ferrocarril, no daban abasto para satisfacer la demanda de limpieza de vehículos. En Melilla no hay nada que esté a la altura de lo que se ofrece más allá del Mediterráneo. Con tanto vehículo, con tanto consumo de combustible, los usuarios melillenses deberían tener otras opciones para lavar el vehículo, que no sea en la calle, o en una interminable espera frente al único lavacoches semi.automático del Puente.
Nota:https://elalminardemelilla.com/2015/08/31/lavacoches-en-melilla/