Humazos fronterizos


Las fronteras entre España y Marruecos llevan inactivas año y medio, y no hay visos de que vuelvan a tener actividad alguna. La preocupación se palpa en ambos lados, sobre todo por los que tienen sus familias en el otro lado. Los trabajadores transfronterizos han desaparecidos. Cientos de expedientes de renovación están caducado sin posibilidad de realizar los trámites necesarios. Todavía hay muchos nacionales marroquíes atrapados en Melilla y desconocemos cual es la situación en el lado marroquí.

En una frontera no puede existir zonas opacas. La semana pasada ardía el cañizo silvestre crecido en la zona de Beni-Enzar, en la otra ladera del arroyo mezquita, que sirve de frontera natural entre ambos países, aunque este curso es artificial y fruto de un desvío hecho con posterioridad a 1920. Hoy el humazo se dejaba sentir en el antiguo paso peatonal de Mariguari. El humo solo es humo, pero no deja de alarmar, porque el fuego es incontrolable y la quema del cañizo hay que hacerla con mucho tiento, ya se una quema fortuita o controlada.

Hay obras y actuaciones en ambos lados de la frontera. Todo está cada vez más despejado y la visibilidad es muy grande. Así pue, en una frontera nada ocurre de manera fortuita, ya sea un grupo pequeño, como el de ayer en el espigón del dique Sur, o en «la gran evasión a Ceuta» de hace un mes.

Pensado con el tiempo y la distancia, o sea, con perspectiva, el cierre total de la frontera con Melilla en marzo del año pasado, recuerda más al cierre ordenando por Franco de la verja de Gibraltar, que a otra cosa. El gobierno de un «país amigo» con el que se tienen relaciones diplomáticas, no cierra sus fronteras de un solo golpe, de modo permanente, y sin permitir corredores humanitarios, para que los atrapados de uno y otro lado pudiesen reintegrarse a sus respectivas zonas.

De momento todo lo que tenemos es esto, humo.

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La corriente del río


Todo estaba dispuesto, aunque nadie lo supiera porque la vida no avisa. A veces se divierte soplando en sus trompetas para nada; otras, en cambio, su corriente reúne a la callada ciertos seres y cosas, y deja que pase lo que tiene que pasar. Solo mucho después se reconoce lo decisivo de cierta circunstancia, de tal gesto. José Luis Sampedro, El río que nos lleva.

Quedan pocos de los nombres originales. Melilla, en el tiempo prehistórico fue una pequeña Mesopotamia, o tierra entre ríos. El arroyo Mezquita es el nombre más antiguo que se conoce. No sabemos de dónde sale la denominación de Río de Oro, para el principal de su cauces. Hacía mucho tiempo que no veíamos correr el agua por todos los arroyos, por lo ya mencionados, y también por el cauce del arroyo Farhana. Los sedimentos acumulados en el suelo de muchas zonas de la ciudad, muestran que los caudales de agua debieron ser muy grandes, pues el transporte de materiales y de grandes rocas es muy elevado, en aquellas zonas en las que sabemos que estaban bajo el dominio del agua. Mariguari es quizá otro de esos nombre ancestrales.

Los ríos han dado origen a grandes civilizaciones y suelen identificarse con la vida, porque el agua fluye sin que nada la detenga, bien hasta su desembocadura, o en otro caudal principal, del que es su afluente. Como la vida, los ríos reciben otras aportaciones que los hacen más caudalosos y anchos. La humanidad tardó mucho en dominar los cauces de las aguas, con grandes embalses. El agua siempre busca su salida. Los ríos también pueden recorrerse en sentido contrario, buscando su fuente, su origen, come en el Corazón de las Tinieblas, la novela de Joseph Conrad.

Hacía mucho que no veíamos los ríos y arroyos melillenses con agua, el tiempo seco ha sido extremo, una década, que coincide con el origen del blog. Hace ya esos años anunciamos el tiempo seco. El agua es la vida, siempre fluye, como El Alminar. Este blog tiene su propio ritmo, su propio tiempo. Últimamente nos hemos visto alterados por el tiempo político, que es muy absorbente. Necesitábamos separarnos un poco, y volver al origen, para escuchar nuestro propio latido. Cuando se pierde la orientación en el camino, es mejor volver al principio. Si una vela se apaga y nos deja a oscuras, hay que encender otra.

El sol de enero


             El sol de enero es bajo y frío. El año parece comenzar con lentitud pero en realidad el ritmo de la vida no detiene su cadencia por nada ni por nadie. Un año más de fotografías pasa al archivo y ya hay varios años, y varios miles de fotografías. Todavía es un ejercicio posible el bucear por las carpetas  de los años anteriores y ver los cambios en todo lo que nos rodea. Una pregunta que siempre surge es si es más grande El Alminar publicado que el no escrito. Pudo haber un Alminar diferente, pero no uno mayor, pues las cosas son como son y no otra cosa. Mas de 1400 artículos ofrecen un gran cuadro de la realidad de una ciudad, y también del mundo que la rodea. Una parte de esa vida ha quedado reflejada en nuestro blog. Hemos dado cuenta de lo que hemos visto y oído y  hemos evolucionado en ese mismo lapso de tiempo. Una observación constante dará cuenta de esos cambios, por eso hay que perseverar y mantenerse, aunque se haga muy difícil y no parezca haber resultado alguno de esa observación. Un solo ejemplo muestra claro ese cambio. La mezquita y madrasa (escuela coránica) de Mariguari, ha cambiado de color, pasando del color ocre que ha lucido durante años al añil, tradicional de esta zona del Rif y que durante mucho tiempo también fue el color del poblado de Reina Regente o La Cañada de Hidúm.

          Enero siempre será criticado, en el decir de  los labradores, unas veces por duro y otras por blandoAl día de Reyes ya lo conocen los bueyes, porque a pesar de que nos encaminamos hacia lo más crudo del invierno, la luz solar se va levantando poco a poco, y eso se empieza notar en la naturaleza, aunque en Melilla ya quede poco de ella.