En busca de las tejas árabes


Nuevos indicios en el Área 51

Romanos, bizantinos y finalmente árabes, fueron los reyes del ladrillo y de la cocción de tejas. Este tipo de teja, ondulada en el centro, se la conoce todavía como «teja árabe», aunque su fecha de fabricación sea el siglo XX. Pese a que esto es de manual de 1º de arqueología, en el museo de Melilla, el antiguo, siempre estuvieron expuestas como «tejas de tipo púnico», hasta que en una breve etapa, se restableció su datación y denominación correcta. Era el año 2013, los almacenes de Las Peñuelas habían sido rehabilitados como Museo Arqueológico y Étnico, y todavía existía ilusión por contar la verdad. Las tejas fueron expuestas como «piezas del mes», en una acción similar a la de otros museos, para atraer a los visitantes.

Las tejas han desaparecido, no hay manera de localizarlas y ni siquiera están expuestas, pese a su importancia, pues parece que procedían de un enterramiento. No se ha vuelto a saber de ellas. La única fotografía existente, procede de los archivos del Alminar, tiene número DSC y corresponden al año 2013. Llevamos meses buscándolas, sin que nadie, pese a la buena voluntad mostrada, de con ellas, porque hemos encontrado otras, empotrada en su sector de la muralla más antigua.

El 5º principio de la geología, el de las inclusiones, afirma que cuando una roca incluye trozos o fragmentos de otra roca, estos fragmentos tienen que ser anteriores a la formación de la roca que los contiene. Si trasladamos esto a la teoría de formación de murallas, se puede afirmar que los fragmentos contenidos en el relleno de la misma, son forzosamente anteriores a su construcción. Por eso cuando una muralla se desmorona, libera todo el material con el que fue compuesta. La diferente composición de piedras que conforman las murallas, y los distintos materiales utilizados, proporcionan mucha información sobre las mismas.

En una muralla en proceso de desmoronamiento, apareció un hermoso fragmento de teja de color rojo. En las murallas de Melilla la Vieja se distinguen dos tipos de ladrillos, lo rojos (mayoritarios) y los amarillos. Recogido el fragmento desprendido, y en una observación más atenta, pudimos verificar la presencia de dos magníficas tejas, similares a las del Museo de Melilla, utilizadas para macizar el paño de la muralla, en uno de los que es probablemente uno de los más antiguos. Han pasado 6 meses desde el hallazgo, y por fortuna, las dos tejas siguen en su lugar original, no así las del museo, que no aparecen.

Nos hubiese gustado mostrarlo todo a la vez, el fragmento desprendido, las tejas empotradas y las del museo, pero no ha sido posible. Lo que sí creemos, es que la puesta en la luz pública de este hallazgo, forzará la localización de las desaparecidas. Una cosa llevará a la otra, porque en esta ciudad se lee todo, otra cosa es que se reconozca.

Lo lamentable es que se dejen caer las murallas, y luego se mixtifiquen en la rehabilitaciones, con materiales que las alteran y desdibujan por completo, como últimamente se hizo con las del pasadizo del mantelete y la calle de Santiago. Seguimos sin información pública de lo que acontece.

Nota:La piedra del emperador Carlos | El Alminar de Melilla

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El Foso de los Carneros


 

             Unas letrinas centenarias, un arco enterrado, una vieja garita, pasadizos de galerías y algunos otros restos. Todo eso hay en el siempre enigmático Foso de los Carneros. Siempre intentan disuadir del mismo modo: «esto es una obra privada, el terreno es militar, no se puede pasar», pero da igual. Aunque solo sea hacer fotos, las normas del Área 51, el terreno acotado en donde nadie puede entrar, rigen en cualquier punto del perímetro.

                  Imaginemos una Melilla muy distinta, sobre una misma plataforma, la de los últimos años del siglo XV, la que vieron los soldados de Medina Sidonia. Una ciudad edificada sobre una misma plataforma, desde la muralla de la Florentina, hasta la Alcazaba. Los tres fosos (Santiago, Hornabeque y Carneros), que dividieron la Melilla en cuatro recintos están excavados a mano, a lo largo de dos siglos, con pico y pala. La inmensa obra se tragó cualquier vestigio de la ciudad original.

    Se reutilizaron los materiales (piedra, sillares, ladrillos), por eso aparecen dislocados en cualquier punto de las murallas. La caliza junto al ladrillo y en medio el asperón, o la piedra negra del Gurugú. La murallas se cayeron, derribaron o las hundieron los temporales y había que rehacerlas una y otra vez. Sin embargo, las piedras tienen memoria, y estén situadas en donde estén situadas, siempre hablan, para quien quiere escucharlas.

       Entre Rusadir, la colonia púnico-romana, y la Malila fundada por el Califato de Córdoba no hay continuidad histórica. El nexo de unión, como señalara el historiador Enrique Gozalbes Cravioto, es el elemento poblacional, o sea, los mauritanos. Es indudable que entre uno y otro periodo histórico, la población indígena habitó la zona, y el propio peñón rocoso, más grande y sin las discontinuidades actuales. Los fosos eran un elemento defensivo. En este foso existió una noria de la ciudad musulmana e incluso un potente manantial de época indeterminada, pero que ya conocían los romanos.

           Un buen colaborador de este blog, ya ausente, Corona 71, nos advertía de que no desveláramos ninguno de los secretos que alberga este foso, salvo los estrictamente históricos, que por otro lado es lo que hemos hecho siempre. Escribir acerca de Melilla y de su historia real. Es cierto que el terreno es de titularidad del Ministerio de Defensa, pero las fotos se pueden hacer desde cualquier lugar.

            El Alminar de Melilla recibe soplos, confidencias, sugerencias sobre lo que está sucediendo en un lugar u otro. Por ello, en un lugar lleno de historia, hemos acudido a desvelar aquello que ocultan para la historia de la ciudad. Hemos encontrado unas antiguas letrinas, una arco que arranca desde la tierra, la entrada a una de las galerías de minas, y algún que otro resto histórico de dudosa clasificación.  Una cosa sí podemos afirmar, y es que casi todo lo que está a la vista en la ciudad vieja, es de factura castellana, pero lo que está por debajo del suelo, como ese resto de arco, puede pertenecer a la etapa anterior de la ciudad, la del dominio califal. El ladrillo rojo es siempre sospechoso. Los reyes de este material de construcción fueron los romanos, bizantinos y árabes, por este orden.

 

Nota:https://elalminardemelilla.com/2012/01/05/el-cementerio-de-los-malditos/

Las puertas ocultas de la muralla


 

          Todo lo relacionado con la Ciudad Vieja, su pasado oculto, su historia y sus cuatro recintos, conforman el Área 51 de Melilla. No hay información de nada y si se descubre algo no se comunica a nadie. La divisa sigue siendo: «Se oculta, se destruye, se tapa». Es la doble ocultación, el desconocer que ni siquiera se sabe. Aparecieron «muertos» en el 4º Recinto y las fotografías y la información están ocultas bajo 7 llaves, en la cofradía de los secretos absurdos. Hay mucho miedo a descubrir algo que no se quiere conocer, o a aquello que no debería esta ahí.
La lucha contra la ocultación en el Área 51 es una constante en la historia del Alminar, ayudados siempre por la colaboración ciudadana. Un año tras otro, con la perseverancia del borrico en la noria (san Josemaría dixit), hemos desvelado la situación de la Casa del Gobernador, verdadero epicentro de la Zona Cero, de la que nada puede saberse o decirse.
                                            La 7ª puerta sobre la muralla
Todo se construye sobre algo y se edifica con los materiales anteriores. En la mezquita-catedral de Córdoba están contadas todas las columnas e identificadas sus distintas procedencias. En Melilla a muy duras penas se reconoce el pasado de la ciudad sobre la que se asentaron los españoles en 1497. Si existe un hallazgo inconveniente, solo se explica si hay una historia posterior y creíble (caso del aljibe viejo de la Batería Real).                En caso contrario no se vuelve a saber de él. Una de las zonas en donde no se respetó nada de su configuración original, fue en el Baluarte de San Fernando, en la rehabilitación/falsificación que se llevó a cabo en 2011, el año de la creación del Alminar. Afortunadamente habíamos fotografiado cada palmo del terreno, para luego mostrar la alteración irreparable. Desde entonces hemos seguido esa táctica: fotografiar y guardar.
El frente sobre el foso del Hornabeque, entre los baluartes de San José y San Fernando, presentaba, además de un lamentable estado, una configuración extraña. En un lateral, era claramente visible que no todo el frente de la muralla era homogéneo. Había claros indicios de haberse tapiado una puerta o un hueco. Así ha permanecido años hasta la actual «rehabilitación», en la que sobre una muralla de piedra, se ha colocado una puerta de chapa. Por supuesto no hay comunicación alguna sobre la localización de esta puerta o hueco. En las escaleras de acceso existía una oquedad excavada sobre la piedra, que podía ser un antiguo silo de almacenamiento de grano, como otros muchos que todavía poder verse sobre en la Ciudad Vieja. Algunos fueron eliminados por completo.
Los indicios sobre la piedra indicaban claramente que allí existía algo, que ahora aparece. Nos ofrecerán una explicación o no. En cualquier lugar se comunica cualquier hallazgo, por mínimo que sea. En la taifa africana, no. También puede que se todo más sencillo, y que hay cosas en las que simplemente no tienen ningún interés.
Hay muchas otras zonas interesantes a lo largo de Melilla la Vieja. Como siempre hemos dicho: «queremos mirar donde otros han mirado, y ver lo que otros no han visto». Todo esto ha sido una escombrera hasta la fecha y esta ya es la 3ª rehabilitación en 10 años.

        Nota:https://elalminardemelilla.com/2011/07/15/baluarte-de-san-fernando/; https://elalminardemelilla.com/2012/02/05/en-busca-del-monolito-perdido/