




El edificio arruinado de Castelar
En algún momento una puerta cerrada se abre, o la dejan abierta. Hay que esperar ese momento, esa oportunidad. Solo que lo que imaginamos como un interior esplendoroso, solo alberga cochambre y ruina. Suciedad, polvo y charcos. El Alminar ha alcanzando el horizonte de la inmortalidad, pero porque nunca se ha separado del suelo, del polvo, de la realidad.
Podemos afirmar las cosas desde el mismo momento en que somos testigos de ellas. Castelar es una avenida en ruinas desde antes que este blog existiera y de eso han pasado ya casi 12 años. Son muchas veces las que hemos visto este edificio y también las que hemos mirado por la cerradura, intentando obtener una imagen evocadora de su pasado. Otros muchos también lo han hecho y hemos recreado figuras que ya no existen. El presente es la inmundicia y futuro ya no tiene.
Es el número 4 de la avenida de Castelar. Lleva deshabitado al menos 10 años, en lo que llamamos el horizonte de la ruina. Pasado ese tiempo, el derrumbe ya es irreversible. Si a los 10 años de abandono se añaden un o dos de vandalización, la ruina revertirá en catástrofe técnica. Esto es lo que está sucediendo en este inmueble de la Avenida de Castelar, frente al Centro de Hijos de Melilla y la panadería Mi Patria, sin que autoridad administrativa o autonómica intervengan. Lo ven todos los vecinos, todos los que ejercen en la zona alguna actividad económica, pero nadie más.
El edificio está ocupado desde hace uno o dos años. Engañaba la presencia de la cadena y el candado, pero esa era la cerradura de sus ocupantes, que suelen habitar los pisos superiores. Este blog es una mezcla de audacia, destino y prudencia, y esta última aconsejaba no pasar más allá del portal. Todavía hay consumo eléctrico. El contador principal está activo y perfectamente pelados los cables. El incendio puede producirse en cualquier momento, así como la inundación. En su interior habitan una o dos personas, que cuando están en estado etílico montan algarabía y escándalo en el último piso o en la azotea. Nadie se atreve a subir o a inspeccionar nada.
Este edificio ya no tiene futuro y ahora mismo es un peligro urbano. Los miradores de madera ya no pueden ser salvados, pero sí desmoronarse en cualquier momento con el consiguiente peligro para los ciudadanos. El interior tampoco existe ya. Desconocemos si permanece algún elemento que pueda salvarse, pero la impresión es que no. No hay nada dentro. la puerta abierta ha deshecho el misterio. El modernismo melillense suele otorgar gran preponderancia a la fachada, mientras que los interiores suelen ser austeros. Son edificios muy estables, con muros de ladrillo compacto, como este, que les hace resistir el paso del tiempo. En este caso, el abandono y algo más, lo han colocado en una situación terminal. Cuanto antes se derribe mejor, antes de que nos lo echen encima.
Nota:https://elalminardemelilla.com/2012/02/12/la-avenida-en-ruinas-de-castelar/