Solo una autoridad religiosa de máximo rango, puede determinar que no se sacrifiquen borregos para la fiesta. Eso es lo que hizo en 1996 el Rey de Marruecos Hassan II, que también es Emir Al Muminin o comendador de los creyentes. En aquella ocasión el monarca Alauita tuvo sus razones, ya que la cabaña marroquí estaba diezmada por pasadas epidemias, y no hubiese soportado el sacrificio de 5 millones de borregos. Para llevar a cabo la fiesta del sacrificio de 1996, como explicó el Rey de Marruecos, se hubiesen tenido que importar 1.700.000 borregos de otros países. Hassan II pudo dictar, auxiliado por su consejo religioso, la exención del sacrificio, dada su indudable autoridad religiosa.
Melilla carece de una autoridad religiosa que pueda promover la ausencia del sacrificio. En Ceuta, y es obligada la comparación, se han importado 3700 borregos de la península, para la presente Pascua del Aid el Kebir. Ningún musulmán ceutí se plantea no sacrificar un borrego para esta Pascua, la fiesta más importante del calendario musulmán. El ayuno y el sacrificio que supone el mes sagrado del Ramadán para el musulmán, tiene su recompensa sesenta días después con la Fiesta del Cordero, denominación por la que es conocida en el mundo cristiano, las fiestas grande musulmana.
Pese a todo, y ahí está la voluntad individual, cualquiera puede decidir no llevar a cabo el sacrificio ritual y sustituirlo por una donación; pero es acción de motu propio, no refrendada por la norma coránica, ni por autoridad religiosa alguna. La decisión personal, siempre legítima, puede llevar al rechazo del borrego o cordero peninsular, y eso es respetable. Sin embargo, lo que no puede admitirse es que se digan las cosas que se están diciendo sobre los borregos peninsulares, y que se siembre la confusión y la duda sobre unos animales criados en las mejores condiciones posibles, sin base comprobable, y sin fundamento de ningún tipo. Las objeciones oídas en estos días, recuerdan a un rigorismo no propio de estos tiempos. La comunidad musulmana española, marroquí en su 80%, van a sacrificar y comer los corderos de cada comunidad. La alimentación de animales está completamente controlada por la normativa europea, y ningún animal herbívoro, puede comer piensos con productos derivados de otros animales. Eso sería en el caso de una alimentación carnívora.
Dicho esto, hay que recordar el pésimo comportamiento y los malos modos habituales de los responsables del Gobierno Local, que anunciaron en marzo la prohibición por dos años, de la importación de borregos marroquíes, puenteando a la Delegación del Gobierno, que es la responsable en esa materia. Anunciaron la prohibición como una amenaza, y una vez desatado el incendio, encargan su extinción a la Autoridad Gubernativa, que ya nada a podido hacer por evitar el conflicto. La responsable del Instituto de las Culturas, Paz Velázquez, no puede seguir un día más en esa cargo, que debería ser ofrecido a un/a diputado/a de Coalición por Melilla, si se quiera restablecer la ya resquebrajada ciudad de las culturas. Sería una buena forma de rebajar la tensión existente. Ofrecer un sacrificio por otro, un quid pro quo.
En la ganadería Dina
Nos faltaban por ver los corderos de la ganadería Dina, la otra que no habíamos visitado. Están alojados en una nave entre las carreteras de Farhana y de Hidúm. Hay 1200, de muy vistoso aspecto y todos traídos desde Teruel, una de las mejores zonas de explotación ovina de España. Los borregos están cargados de lana, y se notaba el calor que están pasando en la Melilla norteafricana. Es cierto que son más caros que los marroquíes, y esta es la única razón a tener en cuenta, pero todo lo que sea dinero, puede tener arreglo o solución. En el tiempo que he estado allí, la venta de corderos era constante, y no ponían objeción alguna a quién no disponía del dinero suficiente.
Queda solo una semana para la fiesta de la Pascua Grande musulmana. Quien cargue con la responsabilidad de dejar a mil familias sin la posibilidad del sacrifico del Cordero es algo que le pesará en el futuro. En este punto la responsabilidad puede ser compartida: unos por su falta de tacto y los otros por su exceso de «celo». Se están utilizando argumentos cuyo alcance es difícil controlar en estos momentos, y que en el futuro pueden pasar una factura no deseada, y de la que no serán responsables quienes entonces gobiernen, aunque perciban sus efectos.
Lo que está en juego es tener la fiesta en paz, no solo ésta, sino también las próximas.
Nota:http://elpais.com/diario/1996/04/30/internacional/830815206_850215.html