Monseñor Buxarrais, 25 años en Melilla


          El 11 de septiembre de 1991, las agencias de noticias lanzaba una primicia de gran alcance y repercusión: El Vaticano aceptaba la renuncia del Obispo de Málaga, D. Ramón Buxarrais Ventura, de tan solo 62 años, para ser nombrado párroco en Melilla, concretamente en el Centro Asistencial o la Gota de Leche. En aquellos momentos el vicario episcopal era José Carretero, recientemente fallecido, y que había sido nombrado para el cargo por el propio obispo dimisionario.

           Ningún prelado había hecho hasta ese momento nada semejante, con su carrera episcopal a mitad de recorrido. Es probable que monseñor Ramón Buxarraís hubiera llegado a recibir otro nombramiento, e incluso la púrpura cardenalicia. Sin embargo, renunció a todo, para regresar al rellano, al cargo de párroco o simple sacerdote; que es lo que siempre deseó ser. Antes de ser nombrado como obispo de Málaga lo había sido también de Zamora.

           Entre sus muchos escritos y libros publicados, está el de Reflexiones de un obispo que no quiso serlo. Las especulaciones sobre su dimisión fueron intensísimas a lo largo de muchos meses, es más, se pensó que no aguantaría demasiado tiempo “como cura de aldea” en la ciudad de Melilla. Monseñor Buxarrais alegó siempre motivos de salud, y de cansancio psicológico para abandonar un cargo, que aceptó por obediencia. Otros motivos no existen o no se sabrán nunca. La realidad es que hubo que dar muy buenas razones para que el Vaticano, regido en aquel momento por Juan Pablo II, aceptara una dimisión que vio siempre con mucho recelo.

           Monseñor Buxarrais llegó a la ciudad un 14 de septiembre de hace ahora 25 años, un cuarto de siglo, y jamás dio muestras de haberse arrepentido de la decisión tomada, ni de liderar ninguna corriente, del tipo de las que estaban entonces en boga, como la Teología de la Liberación. Él se liberó de todas las ataduras y se dedicó desde entonces a servir a los pobres, a los ancianos/as y a todos los menesterosos. Ahora mismo están fundando y poniendo en pie una escuela de niñas en Cabo de Agua

          Nada ha cambiado desde entonces ni en su ánimo ni en su carácter, salvo que en 1991 era el más joven entre los residentes del Centro Asistencial, y ahora es de los más ancianos. Hasta que Dios quiera, como él mismo dice. Es una efeméride importante, que no podía dejarse pasar. Su primera entrevista la concedió el día 18 de septiembre, al diario Melilla Hoy.

           Monseñor Buxarrais, obispo emérito de Málaga. oficia misa diaria abierta al público, en la capilla del Centro Asistencial, desde diciembre de 2011, tras la marcha de las Hijas de La Caridad. Cada vez está más concurrida. A sus 86 años, monseñor Buxarrais colabora con cualquier párroco que se lo solicite, y se le puede ver en los diversos templos de la ciudad.

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El jardín de los mirlos


En busca del ruiseñor de África, el Bulbul naranjero

           En días pasados llamó nuestra atención una abullonada ave que nombramos como «Curruca mirlona». Nunca nos habíamos fijado en ella, también porque cada vez quedan menos jardines con suelo de tierra, en donde las aves puedan cumplir con su ciclo vital. Los sonidos de la naturaleza, de los cantos de las aves es uno de los más agradables, cada vez se escuchan menos en la ciudad. Las podas constantes y deforestadoras están rompiendo su ciclo de reproducción y anidación. Se altera el habitat de las aves y estas desaparecen de las ciudades.

             La Curruca mirlona y el Bulbul naranjero son aves de muy rara presencia, de hecho no existen en toda la península ibérica. Solo se habían registrado pequeñas poblaciones en Ceuta y ahora en Melilla, donde según nuestros datos están presentes desde hace 5 años, fecha de la primera observación del Bulbul naranjero. Aún así, es bastante difícil distinguir a unos de otros, pues hemos visto centenares de fotografía con una gran similitud. La investigación más exhaustiva, la localización de una colonia de estas aves, ha hecho que todo se decante hacia el Bulbul naranjero, que puede calificarse como una joya ornitológica en nuestras calles. Es una ave muy hermosa, de entrañable aspecto, de tupido plumaje  y llamativo canto. Al Bulbul naranjero se le conoce como «el ruiseñor de Africa».

                  Son aves que llaman la atención, desconfiadas, pero también muy curiosas. Atraen la atención con sus trinos, y luego aparecen y desaparecen de modo continuo. Para anidar, vivir a gusto y cumplir con su ciclo vital, necesitan un pequeño jardín, con vegetación abundante y suelo de tierra, en la que poder esconderse y también alimentarse. Ya sean currucas mirlonas o bulbul naranjero, son dos aves de las que podemos sentirnos orgullosos de su compañía, pues apenas se detectan colonias estables en estas latitudes, y en un asentamiento urbano.

                  No vamos a identificar el lugar, pero forman un perfecto y pequeño ecosistema en compañía de los mirlos, aves astutas y de buen agüero, consideradas sagradas en otros tiempos. La presencia de los mirlos se asocian al ángel Uriel.