Maneras de dormir en Melilla


                       El irresoluble problema de los menores

        Duermen debajo de los puentes, de los balcones, en edificios abandonados, en la misma plaza de España. Cualquier cosa antes que regresar al fuerte de la Guerra de Margallo, que es su inadecuado centro de internamiento. Esto es lo que nadie quiso ver en Melilla, hasta que José Palazón les puso rostro y los devolvió a la categoría humana, y por eso es «odiado» por gran parte del «stablishment» político.

       José Palazón es el antagonista de la insensible Consejería de Bienestar Social, que en estos días ha recomendado «no dar comida ni limosna a los menores mendigos». El sermón de la montaña, pero en clave inversa. Lo único que no se puede negar a nadie es una limosna o comida cuando lo que pide es eso. Desobedeciendo la orden de la Consejería, damos limosna y comida a todo el menor mendigo que lo pide, y recomendamos hacerlo. Jamás negar pan a quien lo pide.

     En una ciudad normal la Consejería de Bienestar debería cursar instrucciones a la de Seguridad Ciudadana para que identifique los puntos de concentración de menores mendigos o abandonados y llevarlos a donde se pueda comer, asearse, pero nunca pedir a los ciudadanos que sean ellos los que se enfrente con los mendigos, con frases del estilo «vete al centro de menores», porque eso puede provocar situaciones de tensión.

      En un gobierno normal de cualquier ciudad, ambos consejeros delegados deberían estar todo el día en la calle identificando los puntos de «residencias irregulares», las «zonas de concentración» y no esperar a que los ciudadanos y sus blogs o sus redes sociales, identifiquen los edificios y solares abandonados. Hacer censos de población ambulante, de menores mendigos

      No se trata de perseguir ni de criminalizar, simplemente es hacer el trabajo de gestión pública, para el que han sido elegidos o designados. Todos los días leemos noticias de que ciudadanos o agentes fuera de servicios detienen a «tironeros», «ladrones», o realizan acciones de emergencias en accidentes urbanos. Cuando los ciudadanos auxilian a ciudadanos, es que todo está fallando. Resulta incomprensible que todas estas imágenes las vean los ciudadanos a diario, y los encargados de evitarlas ni se enteren.

      En cuanto a José Palazón, erigido en defensor del menor, diremos que en cualquier ciudad de Europa ya sería considerado un ciudadano emérito. Tras su reciente y afortunadamente superada enfermedad, se pudo comprobar que su fama  o reconocimiento da la vuelta al mundo. Al menos queda ese consuelo, que la ingrata labor de poner luz y taquígrafos sobre aquello que no se quiere ver, acaba siendo reconocida, aunque sea muy lejos de nuestras fronteras.

 

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