Parque Comercial Murias de Melilla


           Con su apertura el pasado 30 de noviembre de 2017 se ha subsanado una anomalía económica de Melilla, la inexistencia de centros comerciales o de grandes superficies. Dicen que hay «un tiempo para cada cosa y una cosa para cada tiempo». No hacerlas cuando corresponden es un error, y hacerlas a destiempo subsana en parte el error cometido, pero no corrige los efectos perniciosos del retraso. Estamos inmersos en el mundo capitalista y en la sociedad de consumo. Los parques y centros comerciales son templos del consumo, por eso debemos estar concienciados para hacer uso de ellos de modo racional. Negar su existencia, su implantación, como se ha hecho hasta ahora, ha sido un error continuado, en el que ha colaborado la propia clase política, y empresarial de Melilla. Hemos estado las dos últimas décadas bajo un régimen económico de autarquía, que no ha evitado el desmoronamiento comercial del centro de la ciudad. Solo las franquicias han paliado la evidente decadencia del centro urbano, uno de los más despoblados de toda España.

           Se ha impedido durante dos décadas la modernización de la economía de la ciudad, netamente especulativa, y cuyos empresarios dominantes han obtenido pingues beneficios de una situación monopolística anómala. El consumidor melillense ha estado décadas pagando las cosas más caras que en cualquier otro lugar del país. En el centro de la ciudad, exceptuando algunos establecimientos y las franquicias, lo único que queda es un paleocomercio, con unos modos de venta inadmisibles, cuyo ejemplo máximo es la negativa a la devolución en metálico, o incluso la imposibilidad de devolver un artículo comprado.

          La renovación del comercio tradicional a la que obliga la existencia de un centro comercial, exigirá mucha imaginación y tiempo. O se reducen de un modo drástico el coste de los alquileres, o muchas más comercios desaparecerán en el centro de Melilla. Hay pequeños empresarios, propietarios y trabajadores de su propio comercio que sacarán adelante sus negocios y modos de vida, pero que coexisten con «tiendas pantalla», que cambian de denominación y actividad a lo largo del año.

         No se ha buscado un modelo económico adecuado para la ciudad. El futuro presenta muchas incertidumbres, incluso para el propio y nuevo parque comercial Murias. El modelo comercial del siglo XXI comparte espacio físico con el comercio del siglo XIII, el de almacenamiento y venta masiva que representan las naves almacén del denominado como polígono industrial. Es un espacio difícil, una ubicación arriesgada. Nada se ha adecuado en los alrededores para la puesta en marcha de este nuevo «motor económico» de la ciudad. Las rotondas se acabaron apresuradamente, aunque hay que decir que como es una especialidad constructiva melillense, se culminaron con éxito.

      Lo que rodea al parque Murias es la pura y dura Edad Media. El terreno del antiguo cuartel de Valenzuela fue objeto de un pelotazo urbanístico monumental allá por 1996. En descargo de los que se opusieron a la gran superficie en aquel tiempo, hay que decir que el gobierno que pretendió llevarla a cabo era el menos fiable políticamente de las últimas décadas. Probablemente fue correcto impedir aquella apresurada y oscura implantación, que seguro hubiera acabado en desastre. Lo que también hay que decir es que la presente, debió ser una realidad hace al menos 10 años. Ahora llega, pero no sabemos si tarde. El aparcamiento es inmenso y de momento gratuito. El Centro cuenta con página web en la que hacer sugerencias y reclamaciones.

 

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