Docker, el Chernóbil melillense


 

              Cuando la ineficacia y la desidia de la gestión comprometen  y ponen en riesgo la salud pública, entonces ya no caben contemplaciones. La denuncia debe ser pública y contundente, sin dejar márgenes a la duda. Lo sucedido el 15 de diciembre en los terrenos del hospital militar de Melilla, antiguo Docker, es un grave incidente medioambiental.

           El vetusto hospital del Docker y todos los antiguos acuartelamientos de la ciudad (Hípica, Caballería, Intendencia, Parque de Artillería, Ingenieros, Pajares de Intendencia, Gabriel de Morales, Santiago y La Legión), forman un conjunto que puede ser calificado como el Chernóbil melillense. Están infectados de amianto, uralita o fibrocemento. Nos da igual la denominación que se escoja. Es el mayor problema de salud pública de Melilla y debe solicitarse un plan especial para su retirada. Es una prioridad, incluso antes que la quimérica y electoralista ampliación del puerto comercial.

              Las obras del nuevo hospital universitario de la ciudad se paralizaron en abril de 2012, recién llegado el Partido Popular al gobierno de España. En el contrato de obra quedaba claro que la Ciudad Autónoma se comprometía a despejar la zona, urbanizar y demoler los antiguos edificios, todos con cubiertas de uralita. La retirada obligada de la uralita (amianto) era algo que podían haber hecho, previsto y preparado en estos 5 años,  70 meses. No han hecho nada. Las obras precipitadas que estamos viendo responden solo a la pura necesidad electoral, y tampoco son la reanudación de las obras del hospital. Es solo el despeje y acondicionamientos del entorno exigido en el contrato.

          La precipitación y la improvisación no traen nada bueno, más bien lo contrario. El error, la tala y arrancado salvaje de árboles,  el derribo rápido de edificios y de un eucalipto de 20 m. de altura que ha caído sobre un barracón, ha provocado la destrucción de placas de amianto, uralita.

                                  Visión de Chernóbil en Melilla

         La eliminación del muro perimetral del hospital, nos ha permitido observar un estado más peligroso para la salud pública y de los propios trabajadores, del que podíamos ver desde fuera, que ya era malo. Hemos visto uralita destrozada en otro barracón, en muy mal estado en casi todos, y algunos con ella ya eliminada. Es un delito ambiental llevar este material al vertedero de escombros y triturarlo allí de modo oculto. Esto debió hacerse hace años. La situación aconseja desmontar primero toda la uralita, con empresas especializadas, antes que seguir haciendo allí nada más. No tenemos explicación para la columna de vapor o de polvo que se levantaba desde el suelo. No es una mancha de la cámara, hicimos una serie de fotos y lo hacía aparecer la luz del flash.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2015/10/02/hospital-militar-pages-de-melilla/

 

Anuncio publicitario

Uralita destruida en el hospital militar


               La tala de un gran árbol provoca un grave accidente medioambiental

            Ayer, 15 de diciembre, miles de fibrilas de amianto se esparcieron por el medio ambiente melillense, en la zona del antiguo hospital militar y la calle del general Astilleros. En cualquier lugar que no fuese Melilla, las consejerías de Sanidad, Medio Ambiente y Fomento, tendría que responder por este incidente. El amianto es un agente cancerígeno del tipo I, el más peligroso. La uralita, material que infecta la ciudad e inunda los antiguos cuarteles militares, está hecha de fibrocemento, o sea, de amianto.

            La uralita vuelve a ser peligrosa cuando se degrada, cuando se fractura, o cuando ocurre algo como lo que denunciamos en El Alminar. La demolición de los pabellones del hospital del Docker y la poda y tala por las bravas de todo el arbolado, provocó ayer una situación de riesgo medioambiental y físico de gran magnitud.

             Un árbol centenario (probablemente un eucalipto), de unos 20 metros de altura, situada en la misma entrada del hospital militar, sobre la zona de aparcamientos, fue abatido, con gran peligro, por las motosierras. Una excavadora con un cable tensor dirigía la caída, pero el árbol era demasiado grande, con un tronco grueso y poderosas ramas. No se pudo controlar toda la caída, y parte de las ramas más gruesas y pesadas cayeron sobre el antiguo pabellón colindante con los aparcamientos.

              El impacto fue tremendo, y destruyó al menos 1/3 del edificio y volatilizó la sección de uralita sobre la que cayó. Miles de las peligrosas partículas de amianto saltaron al aire. Este es el respeto que nos tienen las tres consejerías responsables y ya mencionadas. Allí viven cinco personas sin techo desde hace varios meses.

                 La situación en la zona ahora mismo es de extrema gravedad ambiental. La normativa obliga a paralizar la obra en ese sector. Hay que rociar toda la zona afectada con un  producto especial. El escombro ya no puede ser retirado y hay que hacer mediciones del aire, por si hay partículas de amianto en suspensión en el aire. Hay que llamar a una empresa especializada para que selle el entorno y retire la uralita de manera adecuada. Incluso los propios trabajadores pueden ser susceptibles de analíticas específicas.