La segunda semana de confinamiento


                          

          El control sobre el territorio parece haberse implantado, mientras los vehículos del Cuerpo Nacional de Policía recorren las calles recordando la obligatoriedad de respetar las normas del confinamiento social. La población indigente, los mendigos y las personas sin hogar han sido trasladadas a dos albergues temporales.

         Hasta el día 18 se podían ver imágenes de jóvenes de la calle, rebuscando entre los contenedores, o esperar pacientemente en un banco el socorro ciudadano. en este último caso, varios ciudadanos y el dueño de una tienda próxima les proveyeron de comida y agua.

          El confinamiento es indispensable para no propagar el contagio y detener su recta ascendente, en progresión geométrica todavía. No contagiar y evitar se contagiados, esa es la responsabilidad de la población bajo confinamiento. El uso de guantes es imprescindible y también es una realidad el que no pueden comprarse. No solo no hay, sino que además se han cerrado los comercios de productos de limpieza. Hubo una irresponsabilidad en los primeros días, y fue no poner tope al número de unidades que podía comprar cada persona. El constante lavado de mano y el uso de guantes en el exterior, previenen en un 50%. Pese a esta realidad, todavía es posible ver a personas que no usan guantes, aunque se trate de un lugar colectivo como por ejemplo un supermercado. Es importantísimo y vital detener la recta de propagación, y para ello no se pueden relajar las precauciones ni un solo instante.

                             Homenaje a los que trabajan en la calle

           Dejando a aparte la contribución del personal sanitario, que está fuera de rango y que  habrá que reconocer cuando corresponda, con los máximos honores del Estado, hay otros muchos trabajadores que salen a diario a las calles, para mantener la seguridad y la tranquilidad de la población aislada. Son los integrantes de los Cuerpos de Seguridad del Estado, los vigilantes, los propietarios de los pequeños comercios de alimentación, los panaderos, los carteros,  las cajeras y dependientas de supermercados, los reponedores de alimentos y descargadores de mercancías, los trabajadores de la limpieza urbana, o los repartidores del gas butano. A todos ellos les enviamos el nuestro más sincero reconocimiento desde El Alminar.

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