Callistemon speciosus


                                         El limpiatubos

       El nombre callistemon proviene del griego y significa: de bellos estambres. En Melilla es muy difícil encontrar los colores del otoño, porque casi todo su arbolado autóctono u ornamental es de hoja perenne. Aun así, ya encontramos el pasado año al plátano de sombra, y este año a las moreras, de las que daremos cuenta en una próxima entrada.

            Asesorados por nuestro colaborador botánico, Manolo Tapia, hemos identificado al Callistemon speciosus o rojo, también llamado limpiatubos o cepillo, porque su flores recuerdan a los «cepìllos» para limpiar las flautas, o las pipas para fumar tabaco, artículo éste último que ya ha desaparecido de nuestra vista.

            Se trata de una especie endémica de Australia, desde donde fue traída a Europa como árbol o arbusto ornamental. Estos dos fotografiados se encuentran en la plaza de Daoíz y Velarde, en el barrio del Tesorillo, antes del General Arizón.

             Los árboles puede llegar a alcanzar los 10 metros de altura, pero al ser una planta de introducción reciente, las que pueden verse en Melilla son de pequeño tamaño. Su madera es muy dura y se emplea para fabricar utensilios de labranza, mientras que las infusiones de sus flores tienen propiedades antisépticas, broncodilatadoras y expectorantes. Su floración suele producirse en primavera, aunque tampoco resulta extraño que florezca en otras épocas del año.

Fuente: Paseos botánicos por Melilla, Antonio González y Carmen Enrique.

Anuncio publicitario

La Brugmansia arborea o Trompetero


 Las trompetas del Juicio

         En la zona ajardinada junto al puente del Cargadero del mineral, sobrevive un espléndido ejemplar de Brugmansia arborea, árbol de las trompetas o trompetero. Es una planta originaria de Perú y Chile. Las que conocemos y vemos habitualmente en jardines y parques son de color amarillo o blanco. Es una planta de hoja caduca que florece en mayo o en otoño, según la especie. No debe estar expuesta de modo directo al Sol. En esta plaza está bien instalada, pues está amparada por la sombra de un palo borracho o barrilito, nombre común de la Chorisia speciosa, y junto a un Hibiscus o rosa de china. Es una planta que despide un aroma muy intenso, aunque una variedad, la de color rojo, tiene propiedades alucinógenas. Se las conoce con el genérico de daturas y todas son tóxicas, por lo que deben ser tratadas con cuidado. Pueden llegar a alcanzar los 5 metros de altura.

Un monumento arbóreo de Melilla


La tríada de ficus de la calle Pablo Vallescá

             En u  principio eran cuatro, pero una desafortunada poda hace 30 años hizo que uno se secara y tuvo que se talado. Esos árboles llevan en ese lugar desde 950, cuando se construyó el edificio de Correos. Constituyen un monumento arbóreo de primer orden, y deberían ser declarados como tal. Deberían ser protegidos mediante una ordenanza municipal, y preservarlos de podas y de cualquier acción en su contra. En la mitad del Paseo de Almería hay un ficus centenario, y está preservado como una joya. Tiene incluso una placa con su descripción y con la datación de su antigüedad.

                 Estos tres árboles cubren con sus ramas toda la fachada del edificio, proporcionando una sombra abundante y una frescura a la acera, como ya no queda otra en la ciudad, arrasada en su masa arbórea por las podas indiscriminadas y permanentes. A nadie se le escapa que estos tres árboles están así de frondosos porque no han recibido atención alguna en los últimos veinte años. La mejor manera de sobrevivir en Melilla es conseguir que el poder público no te haga caso.

                 El edificio fue abandonado por Correos de modo inexplicable hace ya cinco años. Ahora ha sido comprado por la Ciudad Autónoma y con la futura remodelación del lugar, tendrán la tentación de podar su ramas y sus raíces colgantes. Antes de que ocurra algo así, deberían catalogarse y protegerse, embelleciendo los alcorques que los circundan.

                   Por el momento disfrutaremos con su contemplación y frescura.

Las higueras fronterizas


                  La higueras, su floración y sus frutos marcan el principio y el final del verano. Primero son las brevas y finalmente los higos. Melilla es un ciudad de higueras y de frontera. Llevamos dos años catalogando las higueras de la ciudad, tanto las que están en el interior, como las más extremas y desconocidas. Por lo general son casi todas silvestres, aunque se pueden ver algunas en patios y en huertas privadas. No hay rincón que no recorramos en su busca.  El Alminar es también visual y evocador, aunque muchos no comprendan este tipo de entradas. Necesitamos también evadirnos. Únicamente mirar, y contemplar la escasa naturaleza que va quedando en Melilla. Hay que hacer un gran esfuerzo por astraerse del todo y fijarse solo en aquello que queremos ver.

                       En el futuro recordaremos a Melilla como una ciudad de higueras, aunque sean desconocidas para muchos y frente a la omnipresencia de árboles ornamentales de la flora australiana.  El aroma de la higuera invade todo el entorno en el que florece. Su presencia se advierte mucho antes de que se las vea. Por San Bernabé, salen los higos a ver (11 de junio) y por San Juan brevas comerás (24 de junio). Este es el tiempo en el que arranca el verano.

                           Las higueras volverán a dar sus frutos, esta vez los higos, hacia finales del mes de agosto.: por San Miguel los higos son miel (29 de septiembre). Es un agradable imagen para comenzar el verano.

El amargo don de la belleza


  El campo de las uñas de gato

        Melilla vive una época gris, la del cemento. Hay pocos espacios verdes en donde se pueda estar en contacto con la naturaleza real, no la artificial, o la de decoración. Esta zona está se encuentra en la parte alta de la carretera del Tiro Nacional, a pocos metros de la rotonda de La Legión. Vemos decenas de plantas, de flores, que ni siquiera sabemos reconocer. Hace un año decidimos dar espacio a la botánica en El Alminar. Esto ha aportado dos cosas, una un conocimiento nuevo, y otro imágenes de gran belleza, como la de de esta planta, vulgarmente conocida como uña de gato o hierba del cuchillo, y cuyo nombre científico es el de Carpobrutus edulis. Su belleza y la intensidad de su coloración es extraordinaria. Pese a su atractivo colorido, está calificada como especie invasora, y es de las más dañinas, de ahí la frase que abre la entrada, de igual título que una novela de Terenci Moix. No se sabe cómo llegó a España, pero fue detectada por primera vez en Galicia en 1900. Crece en suelo pobre y secos, y tolera muy bien los ambientes salinos, como son los territorios costeros. Es muy utilizada como planta ornamental. Su origen parece estar en Suráfrica. Produce un higo comestible y sus hojas  pueden ser utilizadas como verduras.

       Frente a la belleza invasora nos encontramos en el mismo espacio con la belleza autóctona, como el Echinops spinousus, o cardo erizo, o cardo bola, planta propia del Norte de África y no presente en la península ibérica. Es una planta muy hermosa, en forma esférica, en tonalidades azul celeste.

           Una y otra son plantas de floración primaveral. Las hemos encontrados en el secarral mencionado, en la parte alta del barranco del Tiro Nacional. Son unas buenas y relajantes imágenes, para regresar al Alminar, tras un largo período de ausencia. Hay lugares que no deben ser abandonados, sobre todo cuando ha costado tanto crearlo y convertirlo en lo que hoy es. Por eso resulta adecuado este regreso.

        Nota: para la identificación de las plantas hemos contado con la colaboración de Manolo Tapia y del libro de José Cabo y otros autores, La flora silvestre de Melilla.

El morado de primavera


                    La primavera viene teñida del color morado, del de Podemos o del de la Semana Santa. en cualquier caso es primavera y los árboles florecen, en variados colores, pero en El Alminar preferimos el morado, que es nuestro color desde el principio. Siempre ha sido el mismo, nunca hemos cambiado en eso, y en otras cosas tampoco. La primavera está aquí y en el mes de mayo estará en toda su intensidad. Preferimos mayo al mes de abril, porque entre otras cosa, ese fue el mes de surgimiento del Alminar. Son varias pues, nuestras razones sobre la preferencia del color morado.

                                  Árbol del amor o de Judas

             Este árbol, conocido como el del amor, el algarrobo loco, o el de Judas Iscariote, por haberse ahorcado en un ejemplar de la especie el apostol traidor, florece en primavera, entre marzo y abril. Ese es un dato histórico para situar temporalemente el tiempo de La Pasión de Cristo, el nazareno, vestido con sus ropajes morados. De las cosas hay que hablar siempre en su momento, nunca antes o después. Esta es la ocasión para traer hasta aquí este árbol primaveral, de morado intenso, aunque efímero, y de bella estampa y porte. Resultan curiosas estas denominaciones antitéticas en algunas especies vegetales.

          Esta variedad arbórea procede del Mediterráneo oriental, y fue traido hasta Europa durante Las Cruzadas. Su primer destino europeo fue Francia. las flores son de gusto agradable y picante a la vez, quizá por eso le llamen el árbol del amor. En cuanto a lo de Judas, ya lo hemos escrito. Su nombre científico es Cercis siliquastrum.

    Nota: http://es.wikipedia.org/wiki/Cercis_siliquastrum

El gran eucalipto del arroyo Farhana


         Los eucaliptos proceden de Australia y su presencia en nuestra ciudad debe remontarse a los años de la expansión y décadas posteriores. Los ejemplares más antiguos existentes son centenarios o próximos a cumplir el siglo de vida. Si hacemos caso a los pocos libros existentes sobre la flora y el arbolado de Melilla, podemos descubrir que  la carretera de Farhana estuvo llena de este tipo de árboles, pero que fueron talados sin más por las nuevas políticas estéticas imperantes en la ciudad. Un árbol centenario no debería ser talado nunca, porque es parte del patrimonio ecológico de los melillenses. Sin embargo sí fueron talados eucaliptos centenarios, en esta carretera en fecha no determinada, y junto al tanatorio municipal, hace apenas un año.

        Con los datos recopilados se puede afirmar que estos dos grandes y  casi centenarios eucaliptos, son el único resto de una pasado arbóreo que ya nadie recuerda. No parece que exista mucho interés por conservarlos. Uno tiene la rama completamente partida y cae hasta el lecho seco del arroyo. El estado de la zona es bastante lamentable. Esto es suelo rústico pero será urbanizado dentro de no mucho tiempo. Dejamos constancia de que estos dos árboles existen y son testigos de un pasado más esplendoroso y verde, de antes de que llegara el imperio gris del cemento. No sabemos si esto servirá para su conservación o para que sean talados hasta las mismas raíces.

          Hay varios tipos de eucaliptos en nuestra ciudad. Los más grandes y altos son los colorados y los de cabezuela mazuda. El primer grupo, los colorados,  se encuentran sobre el Río de Oro, detrás de la tapia del Instituto Leopoldo Queipo y en la espalda de la calle Juan Ríos. El segundo grupo concentra sus ejemplares en la plaza de Daoíz y Velarde en el Tesorillo, y en la calle Mar Chica. Estos dos ejemplares, de los más altos y antiguos son eucaliptos colorados.