El último día de la estatua de Franco


22 de febrero de 2021

Nos inspiramos en el título de la novela de Alexander Solzhenitsyn (venerado en este blog), «Un día en la vida de Iván Denisovich«, para componer el epitafio de la estatua del dictador Franco en Melilla, la única erigida después de muerto, y la que más ha prolongado su estancia en todo el territorio del Estado. Si reinar después de muerto es posible, eso es lo que ha hecho esta estatua en nuestra ciudad, hasta el día de hoy, en el que se ha decidido su retirada, en un acto de la misma categoría jurídica con la que fue instalada.

La estatua ha extendido la negra sombra del franquismo hasta el primer cuarto del siglo XXI, y ha impedido el favorecimiento de una monumentalidad distinta a la bélica, solo quebrada con las esculturas de Mustafa Arruf, el artista urbano más representado y representativo de la ciudad. Esta retirada era algo importante y necesario, porque su sola desaparición desfranquistizará la imagen de la ciudad, y la noticia circundará el mundo en un solo día. No puede haber más monumentos bélicos en las calles de Melilla. La sociedad civil, su creatividad, y su riqueza cultural también existen, y debe fomentarse su representación a partir de ahora.

La historia no puede borrarse, eso es una verdad de perogrullo, pero del mismo modo en que no puede borrarse todo lo concerniente a la catástrofe de 1921, y la derrota de Annual, tampoco se puede pasar por alto, ni omitir, que Francisco Franco impuso su dictadura militar a toda España, entre 1939 y 1975. Por tanto, aunque la estatua lo representase desnudo, seguiría siendo una estatua al dictador,

Dunia Almansouri, Vicepresidenta de la Asamblea; Gloria Rojas, Vicepresidenta del Gobierno; Elena Fernández, Consejera de Cultura, defendieron la propuesta retirada por parte del gobierno de coalición. En la otra bancada, Miguel Marín, y Juan José Imbroda, ex presidente de Melilla, defendieron la «falta de sentido y contenido de un Pleno extraordinario, para dirimir la retirada de una estatua, a un comandante del ejército». Para ser algo sin importancia, y que no afecta ni preocupa a la ciudadanía, se han tomado demasiadas molestias en su defensa en los últimos 20 años, y hasta el último día. No solo ellos, sino también todos los que les secundan.

Ha sido un acierto el Pleno extraordinario y con un único punto en el orden del día, porque eso ha impedido que se mezclase con otros temas y preocupaciones de la ciudad, también muy importantes, y a los que tampoco debe restarse su tiempo. La exposición por parte de las tres representantes de la coalición de gobierno ha estado muy bien trabada, defendiendo cada una su ámbito de actuación, y sin dar oportunidades a refriegas innecesarias. No han dejado fisuras, y eso se ha notado en la intervención del ex presidente Imbroda, más afectado por la retirada de la estatua de lo que nunca reconocerá, y que no ha encontrado perfiles para la defensa de una estatua anacrónica, incluso en el tiempo en el que fue instalada (1977). España ya había cambiado mucho entre aquel noviembre de 1975 y 1977, lo que motivó que nunca se supiera que hacer con ella, ni tampoco como retirarla. Si se mantuvo merodeando en esa zona, fue por la presión del bunker franquista, siempre beligerante en lo que consideraba su talismán.

En 1999 se creó el COCISSFRA (Colectivo Ciudadano para la Supresión de Símbolos Franquistas), siendo Melilla la primera ciudad en la que se pintó, de color malva, una estatua de Franco. Luego seguirían Madrid, en rojo, y Ferrol, en rosa. Una de la integrantes de aquel colectivo, Yonaida Sellam, única condenada en España por pintar una estatua de Franco, ha tenido la oportunidad hoy de votar hoy su retirada definitiva de nuestras calles. Son los rizos del destino y un día que ya siempre recordaremos.

Enhorabuena a todas y todos los que así lo han decidido, y que han llevado el proyecto a su término, con agentes históricos que jamás hubiésemos imaginado. La oportunidad ahora es para Melilla.

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La nueva monumentalidad de Melilla


                     La desaparición de las esculturas de Mustafa Arruf    

           El tiempo del encuentro entre culturas se abrió con ocasión del V Centenario de la conquista de Melilla. La monumentalidad militarista y africanista dio paso a las nuevas formas de Mustafa Arruf, con un tipo de monumentos que nunca se habían visto en la ciudad. Por primera vez a lo largo de la historia de la ciudad no se homenajeaban ni evocaban pasadas acciones bélicas.

           Dentro de ese nuevo concepto de monumentalidad fueron instaladas 10 esculturas en el Paseo Marítimo del escultor Mustafa Arruf, un artista con gran proyección internacional. La más emblemática, la que simbolizaba el encuentro de Culturas fue inaugurada en 1997, y está instalada en la plaza del Consejo de Europa, frente a Puerto Noray.

           Las esculturas de Arruf, todas con formas de mujer , que se fusionaban con otros símbolos, como medias lunas, mezclaban formas sinuosas con aristas de perfiles más abruptos. Con gran rapidez se asentaron en el entorno escogido para su instalación, frente al mar, y se hicieron miles de fotografías de las mismas, perfectamente integradas con el paisaje urbano y natural.

            Estas esculturas fueron promocionadas en la etapa del regidor Ignacio Velázquez, allá por la década de 1990. Con su estrepitosa caída política, todo se vino abajo y el nuevo monumentalismo empezó su larga etapa de deterioro y abandono. De las 10 estatuas instaladas en el Paseo Marítimo una fue robada. La decisión de encargar las estatuas se tomó siendo Consejero Ernesto Rodríguez, y se instalaron a partir del año 2001.

            Al estar todas ellas instaladas sobre pedestales y plintos metálicos, estaban sujetos, como cualquier otro material, a la acción erosiva de los elementos. Hay que decir que era el propio artista el que se encargaba del mantenimiento de las estatuas. En el año 2011, recién creado El Alminar, dimos cuenta de que Melilla carecía de un concepto de monumentalidad, y de que la única existente y digna de mantenerse empezaba a mostrar claros signos de deterioro, e incluso de abandono, esto es, todos los monumentos de Mustafa Arruf.

        Las estatuas del Paseo Marítimo estaban desapareciendo, hasta su total inexistencia actual. La última existente, el torso de una mujer desnuda instalado entre el Casino Militar y el antiguo Banco de España, fue retirada en el mes de mayo. A la par que esto sucedía, empezaba a surgir la nueva monumentalidad, con un regreso del monumento africanista y militarista ( legionario con bayoneta y Héroes de Taxdirt), y la aparición del gigantismo (el cíclope Crono y el aviador). También se han instalado otra serie de estatuas sin demasiada relevancia social o cultural. Todo esto será analizado de modo específico.

      La purga artística de Mustafa Arruf ya es un hecho claro e incontestable. El nuevo orden político instalado en la ciudad exige y crea una nueva monumentalidad, muy excluyente y más vinculada a un determinado tipo de pasado, que con intención de crear un futuro común monumental.

      Todas las esculturas de Mustafa Arruf del Paseo Marítimo tenían un mismo concepto, altamente simbólico y desarrollaban una evolución de formas, con una estética muy específica y de gran belleza en algunos casos. La que estaba instalada junto al Casino Militar tiene dos reproducciones, una en Madrid y otra en Noruega.  La voz de alarma fue lanzada desde La Otra Melilla, aunque ya estábamos sobre la misma pista.

     Nota:https://laotramelilla.blogspot.com.es/2017/04/no-queda-ninguna-escultura-en-el-paseo.html