El Alminar de Melilla es una combinación de texto e imágenes, para aumentar la fuerza de lo que se muestra y también para reducir al máximo posible la visión del observador y narrador. Cada uno/a lee y luego saca sus propias conclusiones. Este blog está también inspirado por la idea de compartir. De nada sirve almacenar sin tasa y convertir todo en un archivosaurio, que nadie puede ver, ni resultar útil.
El tiempo digital empezó a tomar cuerpo a partir del inicio del último lustro del siglo XX en 1995, cuando empezó a ser accesible a todo el mundo y se abrió paso en el hemisferio norte. Desde esa fecha todo está separado por una gran barrera, la del mundo predigital, en el que el número de imágenes existentes es limitado, y el del momento actual, en lo que cualquier acontecimiento o punto geográfico está fotografiado hasta el infinito. Existe una descompensación clara que ya es imposible de remediar. Hay centenares de momentos, de acontecimientos, de personas, perdidos para siempre y que ya no podrán ser recuperados. Ahora hay mucho de todo y no siempre tiene valor.
A todo esto hay que agregar las especificidades de la ciudad, en donde no hay un solo archivo digitalizado y con los fondos catalogados y expuesto al público. Muchas veces lo hemos escrito y no nos cansaremos de repetirlo. Los archivos de Melilla carecen hasta de páginas web. No hay catálogos, no existen fotografías descargables, no hay libros disponibles en formatos PDF o EPUB que puedan ser leídos «on line», sin la engorrosa obligación de acudir a ellos y buscar mediante la forma digital, o sea, la de rebuscar las fichas con los dedos, y llenarse de polvo y ácaros. Al menos en la Biblioteca Pública ofrecen guantes para mover la páginas de los tomos de la prensa local.
Estas tres fotografías que hemos encontrados están datadas en 1991, dada la presencia del edificio de la Escuela de Enseñanzas Artísticas (Enrique Tierno Galván), junto al puente nuevo del Tesorillo. Todavía existe el hospital de Cruz Roja que vivía sus meses finales, pues en ese año fue inaugurado el Hospital Comarcal. La huerta de Caballería es la otra presencia del pasado, en lo que hoy sería el campo de golf y el CETI (Centro de Inmigrantes de Melilla). La costa de Aguadú muestra un aspecto virgen y libre de cualquier urbanización. Lo mismo ocurre con el monte Gurugú, totalmente agreste y sin ningún rastro de edificaciones. Tampoco existe la valla frontera, ni la carretera perimetral. la fotografía también muestra la mezquita del Habbús en su aspecto original, y el bosquete mediterráneo de Sidi Ouariach.
No es que aquel tiempo fuera mejor, pero sí muestra que otra Melilla fue posible. Eso es lo que compartimos.
Añoranza