Las imágenes del Día D


 

             El Día de Melilla, el del desembarco, siempre deja imágenes dignas de ser recordadas. Han pasado 521 días desde aquel primero del año 1497, porque obviamente tampoco se celebró. Este no será olvidado por muchas circunstancias. El Alminar no ha faltado a ninguno desde su creación , allá por el año 2011. Hemos visto muchas cosas y las hemos narrado y compartido. La historia de las ciudades es la que es, y las efemérides pueden ser o no conmemoradas.

                      Al Día de Melilla le faltan fuegos artificiales y algo más de vistosidad y calor popular. Nadie olvidará el 17 de septiembre de 2019, porque es el primero con un nuevo presidente y una nueva mayoría, tras 19 años de dominio hegemónico del Partido Popular y de Juan José Imbroda, que sí estuvo en los actos conmemorativos. Sin embargo, lo que más resaltaron fueron las ausencias y no las presencias. Faltó la mitad completa del gobierno de la ciudad, perteneciente a Coalición por Melilla. Se les echó en falta por muchas circunstancias y motivos, las más importante es porque ahora son gobierno, y el pueblo los quiere ver, tanto si este es el día de Melilla, como si fuera otro distinto. El día conmemorativo puede cambiarse de muchos modos, y más cuando se detenta el gobierno de la ciudad.

                    Así pues, el Día de Melilla fue el día de las caras largas, sobre todo en la mitad del gobierno que sí asistió a la conmemoración, aunque íntimamente puedan no estar de acuerdo con la conmemoración del «día del desembarco». Se ha manifestado ante toda la ciudadanía, un falla importante en el gobierno. También estaban muy cariacontecidos los anteriores regidores de la ciudad, que llegaron en grupo a la Plaza de Armas, y fueron recibidos con una llamativa y «casi preparada» salva de aplausos.

               Aunque fue recibido con un silencio taurino, estuvo muy digno el presidente de Melillla Eduardo de Castro, que logró sobreponerse a los nervios del frío recibimiento y de la ausencia de la mitad de su gobierno. Su discurso fue sincero, humilde y sentido, muy alejado de la grandilocuencia y de los anuncios espectaculares del pasado.

           Eduardo de Castro reclamó una oportunidad para Melilla, una oportunidad para la convivencia real y efectiva, por encima de los nombres que se pensaban eternos. La convivencia y la igualdad de oportunidades no pueden asentarse solo sobre eslóganes huecos y sin contenidos. La convivencia supone el esfuerzo de alcanzar consensos en una tarea común que es y debe ser Melilla.

          El discurso presidencial estuvo presidido por la lectura del ganador del concurso ¿Qué es Melilla para ti?, el niño Hayzam Chaouqui Mohamed, cuyo texto debería ser reproducido de modo íntegro en los medios de comunicación. Leyó un bonito texto con una serenidad y aplomo impecables.

            El Día de Melilla debe homenajear y reconocer a melillenses, como Mariano Remartínez, la primera persona física que recibe la medalla después del melillense Fernando Arrabal. Hasta ahora solo se le otorgaban a instituciones y a fragatas y corbetas, que igualmente la merecen, junto con los melillenses, porque sin ellos, no existiría nada.

 

 

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