Una ciudad tiene muchos nombres que la representa, en el caso de Granada son varios y todos poderosos, la mitad de ellos son mujeres: Maria Pineda, la reina Isabel I de Castilla, Federico García Lorca o san Juan de Dios, el enfermero bendito. Hay más, pero estos cuatro vuelan por encima de toda la ciudad, aunque solo Federico sea universal. Todas las ciudades tiene nombre que perviven con ella y a las que de algún modo también dieron forma.
El origen de los hospitales
Existe un movimiento medievalista que pretende rescatar el esplendor de este periodo, que está ligado al de un tiempo oscuro, atrasado y brutal, aunque ni una u otra posición sean totalmente ciertas. Lo que si parece claro, al menos hasta el siglo IV, es la ausencia del concento de «sanidad pública» y de que no fue un tiempo bueno para vivir si eras pobre o siervo, o sea, el 90% de la población. Existían sanidades parciales, como la ligada al entorno militar, médicos que ejercían su labor en ámbitos muy restringidos, y también algún tipo de atención a enfermos o personas pobres, pero solo en determinadas circunstancias. Por lo general, no se curaban ni las enfermedades, ni se atendían a los enfermos.
Con el desarrollo y aparición de las ciudades surgieron problemas de muy diversos tipos y también grandes desarrollos, entre los que seguían sin encontrarse el de la sanidad. Las grandes plagas medievales como «la peste negra», se llevaban por delante a millones de personas, porque se desconocía todo acerca de la transmisión y su posible tratamiento. Si estabas enfermo, sencillamente te morías, sin auxilio alguno ni tampoco de cuidados paliativos. El único remedio posible era la invocación a algún santo, y de ahí la vinculación de nombres de santos y santas como protectores ante posibles enfermedades.
Esta situación solo la remediaban hombres y mujeres con conocimientos botánicos, que aplicaban remedios a las dolencias más conocidas, pero rápidamente fueron acusados de brujas o brujos. Ellos fueron lo primeros sanitarios. El origen de algo parecido a la medicina y a los hospitales se vincula a los monasterios, y luego a los burgo o ciudades, aunque en realidad eran edificios en donde se acumulaban a los enfermos, con algún tipo de alimentación, hasta que morías o te recuperabas de modo natural. Las clases poderosas tenían médicos, pero había que costearlos.
Joao Cidade o san Juan de Dios
Joao Cidade Duarte es un nombre esplendoroso, nacido en la comarca portuguesa de Montemayor o Novo en 1495, de la que procedía otro gran nombre, el de Beatriz de Silva. El problema con las hagiografías o vidas de los santos, es que suelen enmarañar la vida de los biografiados. Debió ser un varón de notable tamaño e inteligencia, que le hizo destacar en los Tercios de Flandes, en donde se alistaría en 1521. Su participación como soldado a las órdenes del emperador Carlos V, le supuso una experiencia de la que sí surgió la actividad que acabaría abriéndole paso a la gloria inmortal y al santoral católico. La guerras con armas blancas ya eran de por sí crueles y espantosas, pero a las del Renacimiento se añadían las armas de fuego y la artillería. Estando ya en el siglo XVI no existía atención alguna para los heridos en los campos de batalla. Era la suerte la que decidía tu destino.
Regresado de la guerra, afectado probablemente por el «estrés post combate», desconocido en aquella época, dio tumbos por toda la geografía peninsular, trabajando como pastor o como vendedor de libros y estampas. En uno de esos caminos, llegó a la ciudad de Ceuta, que también había albergado a la brillante Beatriz de Silva y Meneses, también santa.
Su llegada a Granada se produce en octubre de 1537, obteniendo sus primeros ingresos con la venta de leña y de limosnas. Fray Luciano del Pozo retrata así a la Granada de San Juan de Dios: «Después de la expulsión de los moros, esta ciudad, en otro tiempo tan rica, había caído en una extrema miseria». Asentado en la ciudad, inició una serie de penitencias y mortificaciones públicas tan espectaculares, que pronto fue conocido, tenido por loco y encerrado en un manicomio. Regresado a las calles insiste en sus penitencia con tal vehemencia, que empieza a ser tenido en consideración. La única herramienta que puede vencer al más firme de los rechazos es la perseverancia, y esta le sobró a Juan de Dios. Su primer hospital consistirá en un inmueble alquilado al que dotará de 46 camas. Por esto se le conocerá como patrón de los enfermeros y de los hospitales públicos.
En 1549 se incendió el Hospital Real de Granada, hecho en el que se distinguió por su ayuda, siendo de los primeros que entró en el edificio para socorrer a los enfermos allí asilados. Este otro hecho es el que le convertirá en el patrono de los Bomberos. Juan de Dios moriría apenas un año después, el 8 de marzo de 1550, hace hoy 470 años. La estela de su nombre, así como su espléndida basílica, se extiende por toda Granada.
Nota:http://www.aniorte-nic.net/archivos/trabaj_hosp_origenes.pdf
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Muy interesante e ilustrativo.
En el siglo XVII hubo Hermanos de San Juan de Dios en Melilla, Vélez de la Gomera y Alhucemas. Eran los médicos de la Plaza. Algunos murieron contagiados por las innumerables enfermedades de entonces.
Enterrados en el atrio de la iglesia y en el osario de la sacristía de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Concepción.