




Hay otra Melilla que tiene su espacio, menos reconocido que otros y que conquista día a día su alternativa. Eso es lo que hemos visto en la parte final de la Marcha por el 8 de Marzo. Es una Melilla feminista, plural, policultural, moderna, poliglota, mestiza, diversa, alternativa, libre.
Es es la Melilla que hemos visto en la parte final de la Marcha, que se ha extendido por espacio de 3 horas, desde la barriada de Las Palmeras hasta la misma Avenida, en total orden y concierto, porque también lo ha habido en sus últimos instantes, con canciones y representaciones lúdicas.
Hay otra ciudad más normativa, más reglamentada, más visibilizada, pero ésta también debe existir, porque es tan real como la otra y porque pertenece a la misma sociedad. El tiempo actúa de criba, tanto en el espacio de años, como en espacios más cortos, el de una misma tarde. Hay mucho que ya no se ve, porque estuvo por aquí solo de paso. El movimiento del 8 de Marzo se ha depurado mucho, pero lo importante es que siga vigente, porque la llama hay que mantenerla encendida, y de eso es algo de lo que sabemos mucho en El Alminar.
Extenderse por un largo lapso de tiempo y permanecer, no es nada fácil. Sobre todo después de dos años de pandemia interminable, y de una nueva guerra europea, que ha puesto una carga más, en la «desmoralización» social. Se necesitaba descanso y no hemos tenido opción.
Hay que buscar espacios nuevos y mantenerlos. No todo es casta y nomenclaturas. No todo puede ser rendimiento político. El movimiento del 8M resiste, en una ciudad muy difícil y con márgenes muy estrechos para mantenerse y perseverar.
Libertad, Igualdad, Fraternidad. Aunque muchos no lo quieran pensar, los valores de la Revolución Francesa son universales. Están por encima de las religiones y de las distintas culturas. Son de todos/as y nos pertenecen. Hay que seguir luchando por ellos y por conservarlos, en su versión más amplia posible.