

Los grandes trazos de su vida son ampliamente conocidos en la ciudad . Médico radiólogo de Sanidad Militar, hijo y padre de radiólogo. Fue director del Hospital Militar, con el grado de coronel. Padre de una muy numerosa familia y director hasta hace apenas unos años, de la Clínica radiológica de los doctores Remartínez, en la calle de Carlos de Arellano. En 2019 le fue concedida la Medalla de Oro de Melilla, por sus méritos personales y profesionales.
Para mí, para El Alminar, fue un amigo tardío, de esos que se encuentran en circunstancias muy concretas y con un gran tramo de la vida ya recorrido. Por eso, esas amistades se disfrutan más, porque uno/a, ya se ha despojado de maximalismos y etiquetas que no conducen a nada.
Así, aprecié a un hombre sincero, amante de su profesión, que ejerció hasta casi el último momento, y sobre todo, amante de la vida y de Melilla, e injustamente perseguido desde el área de Sanidad del anterior gobierno de la ciudad.
En su larga vida, había visto muchos cambios y transformaciones y eso hizo que entabláranos una amistad libre de ataduras. Siempre sonriente, pese a las dificultades que esa persecución le generó, tanto personal como profesionalmente. Como hemos visto en demasiadas ocasiones, el cambio de gobierno no reparó la injusticia conetida contra él. Luchar contra intereses creados, no es posible ni siquiera para alguien como Mariano Remartínez Buera.
Así pues, aunque nos quedó pendiente una última conversación, su recuerdo estará siempre teñido por su ética profesional, por su gran formación médica y radiológica, pero también , por su amor a la vida, a la ciudad de Melilla, y su gran sinceridad y humildad.
Ni en su tiempo profesional, ni ya jubilado aunque ejerciente, antepuso su condición social y laboral a la relación humana, que para él, era lo más importante. Si ofrecía sinceridad y afecto, solo pedía lo mismo. Que descanse en paz, el buen doctor, y entrañable amigo, Mariano Remartínez.