




La Navidad de nuestras vidas
La Navidad de 2022 quedará en nuestra memoria para siempre, porque en 2020 no pudieron celebrarse y porque en 2021 estábanos en la etapa más dura de la pandemia en Melilla. Esta es solo la circunstancia táctica.
La circunstancia estratégica es que en las navidades de 2022 no hemos echado de menos nada de lo que se ve en cualquier otra ciudad de la península. Han sido las fiestas navideñas mejor gestionadas de la historia de Melilla, y no sólo porque se hayan sustituído por fin la iluminación del siglo XII, por la excelente iluminación estrenada este año. La ciudad ha refulgido con el dorado navideño. Han sido las mejores por la cantidad de actos, eventos, ofertas culturales y festivas a disposición de los ciudadanos. Era materialmente imposible estar en todo y en todas. La más reciente el London Community Gospel Choir, la más lejana la actuación o actuaciones de la Orquesta y Coro de Radio Televisión Española, convenientemente boicoteadas informativamente por algunos medios de comunicación locales.
Hacía años que no se veía el centro de la ciudad tan lleno de gente, ni un centro urbano en tan buenas condiciones, pese a que algunas obras no estaban terminadas y a que ha habido cierto apelotonamiento final en las mismas. Pese a todo esos inconvenientes, la población melillense ha respondido, porque cuando se ofrece calidad y esfuerzo, la ciudadanía sabe apreciarlo. También ha habido ganas de volver a pasearse a por la calles en libertad, sin restricciones sanitarias, y de reencontrarse con familia y amigos, o simplemente ganas de pasearse rodeados de gente. Todo ha estado vacío demasiado tiempo. Han sido muchas navidades de desidia desde la gestión pública. Nadie quiere reconocerlo, pero estas navidades que ya acaban, han sido las mejores en las últimas dos décadas.
La pena es que no hayan parecido las navidades de todo el gobierno local. No se ha visto a casi nadie excepto a la Consejera de Cultura y a la Vicepresidenta 1ª del Gobierno y a la Delegada gubernativa. Este año no ha habido resquicio para la intransigencia religiosa. No ha habido polémica sobre el árbol de Navidad, ni sobre obras religiosas ateas o presuntamente blasfemas. Hasta la climatología ha respetado a la programación de La Consejería. La plaza de Menéndez Pelayo ha quedado expedida de sombra multicultural. No ha faltado tampoco el Belén de Sebastián y Loli, ni los Reyes Magos de la cofradía del Cautivo.
Todo ha parecido tan perfecto, que el mejor elogio posible es que la oposición ni siquiera haya protestado. A lo mejor es que lo ha sido: perfecto. Mil gracias a todas/os los que ha hecho posible esta Navidad.